Capítulo 8 - Dante -

151 20 5
                                    

Después del episodio en la fiesta en Red Moon, llevo más de un mes evitando a esa chica todo lo que puedo, aunque sigo supervisando cada entrenamiento que tiene en el claro con el vampiro. La niña ángel no ha manifestado ningún nuevo poder desde el campo de fuerza y su álter ego sigue sin mostrarse más allá del color de sus ojos, cosa que me resulta muy curiosa.

Pero cada vez se me hace más difícil esquivarla, ya que Ivy se ha hecho muy amiga de ella y de su amiga la rubia.

Cansado de la incertidumbre de saber si mis sospechas son ciertas y esa chica también es una criatura supuestamente extinta, como yo, me arriesgo a seguir con el plan A: entrenarla yo mismo y obligar a su álter ego a dar la cara.

El vampiro gira la esquina de siempre en la calle de Ishtar, puntual en su encuentro con ella para entrenar, así que lo intercepto sin dudar ni un segundo.

- ¡Ah, eres tú! ¿Dante eras no? - musita él frunciendo el ceño al verme en su camino.

Sin tiempo que perder, lo sujeto por el hombro y lo miro fijamente concentrando todo el poder que puedo en su mente.

- Hoy no vas a recoger a Ishtar para entrenar, te vas a dar la vuelta y vas a volver a casa porque estás muy enfermo. Asiente si me has entendido. - susurro mientras tiro de los hilos de su mente para controlarlo.

Gabriel asiente como una marioneta ante mi orden y, como si de un zombie se tratara, se gira y vuelve por el camino por donde ha venido obedeciendo mis órdenes.

Cumplido el paso uno, vamos con el siguiente paso.

Miro a los lados para comprobar que nadie puede verme y dejo salir mis alas para volar hasta la décima planta del edificio de enfrente y aterrizar silenciosamente en el que ya sé que es el balcón de la habitación de Ishtar.

Me giro rápidamente para pegarme a la pared junto a la puerta corrediza al darme cuenta de que las cortinas están completamente descorridas y podría verme, pero ella parece distraída y sigue su camino hacia el tocador sin verme.

Mi álter ego se oculta de cualquier ojo humano y doy un par de toques en el cristal para llamar su atención.

Su cara refleja un segundo el miedo cuando me ve y al segundo el enfado cuando me reconoce y se acerca para abrir la ventana.

- ¿Cómo narices has llegado hasta aquí arriba? - chilla ella fulminándome con los ojos.

- Shh.. Baja la voz, histérica. - susurro entrando sin su permiso en su habitación. - Y deja de hacer como si no hubieras visto lo que viste aquel día en el baño del Red Moon. 

Ishtar me observa como si me hubieran salido tres cabezas más del cuello y no formula ni una palabra en largo rato.

- Me echaste antes de ver nada, no sé de qué hablas y sigo sin saber cómo y por qué estás aquí. - murmura mientras vuelve al tocador para seguir retocándose.

- Viste lo suficiente para saber que puedo volar en mi otra forma, así es cómo he llegado hasta aquí y ahora deja eso y vamos, te dije que te iba a entrenar yo. - digo restándole importancia.

- ¿Llevas evitándome más de un mes y ahora vienes reclamando entrenamientos? - ella se gira en el taburete para mirarme y mueve graciosamente su dedo índice a los lados. - De eso nada guapo. Además ya he quedado con… -

Su voz se ve interrumpida por un mensaje en su móvil y para un segundo para mirarlo. Leo en su gesto que el mensaje es de Gabriel, cumpliendo mis órdenes de cancelar su cita.

- ¿Nos vamos o no? - pregunto insistente.

Ishtar suspira soltando el móvil y se pone de pie agarrando su mochila.

Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora