Capítulo 30 - Dante -

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Un par de golpes suaves en mi hombro me despiertan y, de inmediato, siento la tensión en mi cuello. 

Abro los ojos, alerta, y me encuentro con los oscuros ojos de Ishtar, que me mira preocupada examinándome. 

Su gesto triste me alarma e intento incorporarme en el sillón donde me había recostado hasta quedarme dormido junto a la cama que ella comparte con Gabriel. 

Miro a todos lados buscando con desesperación la causa de su gesto consternado, pero todo parece en orden, aunque logro cruzar las miradas con Gabriel al otro lado del cuarto, que me mira un segundo antes de salir de la habitación con los bebés. 

- ¿Qué ocurre? - digo notando mi voz ronca y volviendo a mirarla. - ¿Les pasa algo a los bebés? 

Pongo las manos en el sillón para levantarme, pero una ardiente punzada de dolor me atraviesa todo el brazo desde las palmas hasta el codo y me dejo caer de nuevo en el sillón. 

Ishtar pone las manos sobre mis hombros para que pare quieto y frunce el ceño. 

- Estás herido, quieto ahí, los pequeños están durmiendo en el salón. - 

Sus ojos descienden de mi cara hasta mis brazos y yo sigo su mirada hasta que lo recuerdo: su campo de fuerza prácticamente me abrasó la parte delantera del cuerpo. 

- Vamos a encargarnos de esto, ¿de acuerdo? - dice ella señalando las heridas en mis brazos. 

- No sabía que me había convertido en "esto"... - río cuando la veo recogerse el pelo como si se preparara para pelear. 

- Idiota. - suelta ella con una media sonrisa. 

Sus ojos dorados brillan mientras examina mi brazo derecho y comienza a pasear sus manos por las heridas mientras hace aparecer un ligero brillo blanco entre su piel y la mía. 

Me quedo fascinado al ver cómo las quemaduras comienzan a sanar, sin dejar ni una sola cicatriz, bajo sus manos. Cuando llega a las manos, el calor de su tacto empieza a ser algo más doloroso por la gravedad de las heridas de esa zona y suelto un jadeo apretando los dientes. 

Ishtar levanta la mirada un segundo hacia mí, evaluándome, y sujeta mi otro brazo para hacer lo mismo. 

Cuando acaba con mi mano izquierda, levanto ambas para girarlas delante de mí y observar el trabajo perfecto de curación que ha hecho, pero ella murmura de forma seca haciendo que vuelva a mirarla. 

- ¿Hay más? - ella señala mi camiseta destrozada sin expresión alguna. 

Me encojo de hombros porque realmente no sé si quiero sus manos tan cerca de mi corazón ahora mismo, pero ella tira ligeramente hacia arriba del borde de mi camiseta y enarca una ceja cuando descubre más quemaduras. 

- Deja de hacerte el duro. Quítate la camiseta para que pueda curarte. -

- Sí, ama. - una sonrisa socarrona se escapa de mis labios y se amplía aún más cuando la veo ponerse colorada. 

- Dante, no empieces, vamos. - me apremia ella con un gesto despreocupado de la mano. 

Saco mi camiseta por la cabeza en un gesto rápido, pero sin poder evitar una mueca de dolor y ella duda un momento antes de poner sus manos en mi pecho, sobre las heridas. 

El brillo blanco comienza a hacer su trabajo, sanando a su paso, pero esta vez, más que dolor, lo siento como una caricia suave. 

Ishtar evita mi mirada, manteniendo la vista fija sobre sus manos, pero soy capaz de apreciar el momento en el que sus ojos dorados cambian al rojo y hacen que mi respiración se acelere. 

Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora