La luz aún es lo suficientemente tenue como para tener que encender la lámpara de la mesilla de noche para moverte por la habitación, pero comienza a amanecer cuando me escabullo por la ventana de la que está siendo mi habitación estos días.
Reconozco que mi plan A no está muy elaborado, pero no soportaba ni un minuto más encerrada en la cabaña de los Bas sin respuestas y, aunque Dante cree que no oí nada, si que escuché cómo hablaba por teléfono con alguien sobre el templo de Asmodeus.
Cruzo silenciosamente la puerta metálica del recinto privado donde se encuentra la cabaña y salgo al bosque muy alerta. Soy consciente de que aún podrían estar buscándome.
Intento ubicarme para seguir mi camino, pero acabo rindiéndome ante la inmensidad y oscuridad del bosque y alzo el vuelo hasta ver por encima de los árboles y acercarme así más fácilmente a la carretera.
Tengo cuidado de no volar una vez fuera de la linde del bosque y ocultarme caminando por un camino adyacente a la carretera que sé que conduce al pie de la Sierra más alta de Nuevo Edén, donde mis libros de historia contaban que se escondía el templo del príncipe del infierno.
Cuando ya llevo unas horas caminando, el sol brilla en lo alto y necesito un descanso. Me obligo a caminar una media hora más y tengo la suerte de encontrarme ante una estación de servicio cerca de la carretera.
- ¡Por fin! Necesito un lavabo y agua fría. - murmuro notando la sequedad de mis labios.
Miro por todos lados, precavida, antes de cruzar la carretera corriendo para llegar a la estación de servicio y entrar a por una botella de agua.
El dependiente me mira raro, pero yo pago la botella y los bocatas que he comprado y salgo en busca del aseo que me ha indicado mientras doy un gran sorbo al agua fría.
Cuando me dispongo a abrir la puerta del aseo y entrar, dos manos me sujetan contra la pared y me giran bruscamente.
- ¡Idiota! ¡Si querías morir podrías habérmelo pedido y te habría matado yo mismo! - chilla Dante en mi cara sin dejar de mirar a todos lados menos a mí como un loco.
- ¡Oye, suéltame! - gimoteo en respuesta intentando zafarme.
- Ni hablar, te vuelves conmigo. -
Sin más, Dante me mira fijamente a los ojos, balbucea algo sobre dormir y yo caigo en un profundo sueño mientras siento unas alas batir alzando el vuelo y unos brazos alzándome.
Cuando por fin recobro la consciencia, estamos de vuelta en la cabaña y Dante me mira furioso desde lo alto, pues estoy tumbada en el sofá del salón.
- ¿Tengo que poner un candado en las ventanas y puertas o vas a comportarte como una adulta? - murmura resoplando y cruzándose de brazos.
Me incorporo en el sofá y lo miro como si quisiera hacer explotar su cabeza con mi mente.
- Iba con cuidado y estoy entrenada, por ti, ¿recuerdas? - digo consiguiendo por fin ponerme de pie para empujarle el pecho con un dedo.
- ¿Se puede saber a dónde coño ibas que era tan importante para jugarte la vida? - él ya me mira con los ojos rojos de rabia mientras aprieta los puños.
- ¡No te importa! - me giro dándole la espalda para sentarme en un taburete de la cocina. -Ni yo ni mi vida te deberían importar una mierda, como te importó lo del beso.
Abro los ojos como platos al ser consciente de lo que acaba de salir de mi boca y me golpeo mentalmente la frente contra la encimera por idiota.
No me veo con el coraje suficiente para mirar a Dante, que se ha quedado callado de repente, hasta que siento su aliento en mi coronilla.
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Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]
Fantasía"En un mundo donde el cielo y el infierno se unieron para poner fin al destrozo que los humanos estaban haciendo de la tierra y mezclaron su sangre para crear unos nuevos seres y una nueva sociedad más controlada, Ishtar es... ¿Qué es? Todos los jó...