Capítulo 17 - Ishtar -

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Abro lentamente los ojos y me voy acomodando a la oscuridad a mi alrededor para ver que estoy en mi cama en la cabaña de los Bas. Un ligero dolor de cabeza me recuerda que pasó algo cuando Asmodeus me atrapó y miro mi marca con horror, pero el corte de las alas del demonio no está por ninguna parte y yo me encuentro sorprendentemente bien.

Un movimiento a mi derecha, junto a la ventana, me asusta y me incorporo en la cama dispuesta a atacar. Dante me escanea desde una silla a mi lado apoyando los codos en sus rodillas.

- Tranquila, soy yo. - murmura simplemente.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - mi voz suena rasposa al pronunciarlo.

- Poco, creo. - Dante se levanta y se acerca al borde de mi cama. - ¿Estás... bien?

Me fijo en que su voz suena asustada, como si se sintiera culpable de algo, y me sorprende verlo tan vulnerable. Pienso un momento y me deslizo hasta el borde de la cama para sentarme recta.

- Estoy bien. - miro de nuevo mi marca y prosigo. - ¿Te contó algo?

- ¿Qué? - Dante parece distraído y me mira.

- Asmodeus, ¿te contó al final qué soy o qué significa mi marca? -

- No... - él coge mi muñeca y la gira para observarla. - Sólo dijo tonterías, que tu álter ego no se ha mostrado aún del todo y que no ibas a tardar mucho en saberlo por ti misma.

- Oh vaya... - me escucho titubear mientras observo el vaivén de sus dedos por mi marca.

- No sabía que también podías curarte a ti misma mientras estás inconsciente, ¿sabes? - Dante levanta la vista y yo clavo mis ojos en él al oírlo. - Tengo que admitir que prácticamente te veía muerta en mis brazos hasta que hiciste aparecer esa especie de estrella blanca...

- ¿Estrella blanca? - mi voz suena más débil de lo esperado y me tenso.

Dante asiente lentamente mirándome como si estuviera perdiendo la cabeza lentamente y suelta mi muñeca.

- Eso fue lo que te salvó la vida, yo no habría llegado a tiempo, estoy seguro de ello. - dice sin perder de vista cada movimiento que hago.

Me levanto de golpe de la cama y pierdo un poco el equilibrio por el pequeño mareo, pero Dante me sostiene por la cintura y me estabiliza.

- El lucero del alba... - musito de repente.

¿Cómo dices? -

Dante tira de mi mano para que lo mire y frunce el ceño cuando lo miro directamente a él.

- En los grabados del templo había uno en concreto que contaba una especie de leyenda... - comienzo a contar. - Decían que el lucero del alba caminaría sobre la nueva Tierra en su descendiente para arrasar con su fuego celestial todo aquello que se atreva a intentar devolver al mundo a su estado original.

- ¿El Lucero del alba no es uno de los sobrenombres de Lucifer? - pregunta él.

- Así es... - balbuceo mirando de nuevo mi muñeca.

- ¿Quieres decir que esa estrella no salió de ti, sino que era el lucero del alba? -

- No quiero decir nada, solo que he recordado eso. -

- Y si así fuera y el mismísimo Lucifer te salvó, ¿por qué iba el rey del infierno a salvar a una celestial? -

Me encojo de hombros y lo miro de nuevo.

- Quizá lo hizo por ti, tú eres un oscurecido... - digo titubeando.

- ¿Por mí? La herida eras tú. - Dante abre los ojos como platos al ser consciente de a qué me refiero y carraspea nervioso. - Bueno... Sí que me asustaste un poco, pero yo no...

Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora