Capitulo 3. Cansancio

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Lo tercero que pasaba era casi un milagro; durante toda esa semana se distrajo tanto haciendo exactamente lo mismo que Katsuki apenas había pensado en su noche con Shoto; había logrado casi milagrosamente evadirlo lo suficiente como para que su cerebro no comenzara a hacer conjeturas; durante clases intentaba hacer el menor contacto y cuando tenía que hacerlo mantenía la mente ocupada en las instrucciones; al encontrarse durante el entrenamiento centraba toda su atención en odiarlo un poco lo que mejoraba increíblemente su rendimiento; escuchaba las charlas raras de sus también estruendosos amigos y se había enfrascado en peleas con ellos, había volado un par de veces a Eijiro y molestado un par más a Denki; con Mina se acotaba a decir -todo mejor, mierda, no puedo llorar por el idiota todo el tiempo-.

La cosa iba bien la mayor parte del tiempo pero a ratitos, en pequeños silencios ya recostado y listo para dormir su mente se iba un poco; se imaginaba que Todoroki se acercaba a él y le pedía perdón, se veía siendo arrastrado de la muñeca a alguna de las áreas verdes de la academia y ahí, bajo la sombra de algún árbol le pedían perdón, -no había sido un error, nada era un error, me gustas- le decía en sus sueños con una sonrisa, lo besaba suavemente devorando sus labios y lo abrazaba de la cintura; a veces, con la luz de la luna se imaginaba entrando con el de la mano al salón, o jalándolo del uniforme a su cuarto para besarlo sobre la cama, revolviéndose entre las sábanas, saboreándolo poco a poco sobre la ropa para después quitársela toda; por fortuna esos momentos se veían siempre rotos por el cansancio y al despertar ya no quedaban vestigios de esos imaginarios momentos y podía volver a empezar.

Habían pasado 5 días de rutina y su cuerpo ya estaba agotado; se levantó cuando el despertador marco las 5:30 am, se puso el mismo atuendo deportivo: leggings negros, playera sin mangas, shorts deportivos; escogió una lista de reproducción, que por obviedades propias seguramente sería un estruendo de rock, punk y garage entre occidental y no, bajo en silencio por el ascensor, salió del edificio y comenzó a correr, una hora exactamente, una hora todos los días; pero esta mañana sabía distinto, sus piernas se calentaban más de la cuenta y su respiración agitada era obvia hasta para él, pero no podía detenerse, tenía que cumplir el régimen; su corazón se agitaba, se sentía enojado y una sensación de desesperación le corría el cuerpo; pero vamos, es nuestra fortaleza gritona y mal encarada; aguantó, se presionó un poco más hasta regresar a los dormitorios.

Una ducha fría y un montón de agua bebida casi con desesperación alivio la pesadez del cuerpo lo suficiente para salir a clases; desayuno ansioso un tazón de arroz, que ni siquiera opto por calentar y con el seno fruncido y los ojos rabiosos salió casi corriendo del edificio; sus sentidos no estaban alerta por lo que no noto mientras comía la vocesita aguda de Midoriya al entrar, parecía hablar solo pero no lo hacía, tras él, la cara adormilada se Shoto se le puso enfrente ocupando todo el marco de la entrada; no tenía salida y se tragó la furia lo mejor que pudo, era evidente el aterrador rostro, pero nada más, estaba de plano gritando para adentro; apretó cada músculo de su cuerpo y contuvo el aliento; cuando los chicos entraron a la cocina él salió, apenas con tiempo para lavar el plato y los palillos, a penas con tiempo para no tener que sostenerle la mirada a nadie, camino a un lado de Todoroki y escucho algo, no bien, creyó escuchar su nombre, con una voz grave pero no pudo distinguirlo del todo, se fue como una bomba encendida dejando rastro.

Las clases pasaron como cada día, pero esta vez le estaba costando trabajo concentrarse, Aizawa sensei le llamó la atención un par de veces porque el sueño lo vencía y es bastante difícil aparentar estar despierto cuando quien se sienta frente a ti es un uniforme que camina, no tenía donde ocultarse; un par de veces más escucho en susurros -Kacchan, Kacchan, levántate-. No tenía mierda idea de que se estaban tratando las clases y su cuaderno eran un montón de palabras sueltas y sin conexión; pidió permiso para salir y fue hasta la máquina expendedora por una bebida energética que se tomó de un trago. Poco a poco noto que podía sobrevivir y pensó que le hacía falta algo de sueño, todos estaban notando lo cansado que se miraba.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora