Capitulo 26

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A veces se le acostaba sobre el pecho, le besaba la cicatriz y le revolvía el cabello mientras dormía. Shoto siempre se veía tranquilo, de vez en cuando soltaba el odio o la frustración con frases parcas y rebuscadas; pero siempre estaba tranquilo y esa paz tiende a contagiarse, con su ayuda, algo de sentido común y terapia Katsuki fue sanando sus miedos y sus dolores; estaba de más decir que Dabi lo había aterrado, que tenía un hueco de tiempo pero su cuerpo tenía memoria, a veces despertaba alertado por el quien dormía a su lado  pero luego veía los mechones de tonos dispares y sentía las manos suaves y eso le daba paz; al principio incluso el rose con su cuerpo lo asustaba y poco a poco fue aceptando de nuevo los besos y los abrazos; cada vez un poco más calientes, aunque podía parecer lo contrario, aunque le gustaban los juegos, el dolor no era algo que disfrutara, de veces se preocupaba porque Todoroki se cansara de esperarlo pero luego llegaba a casa y lo recibían con un beso en la nariz, otras llegaba a la oficina para encontrar pan de curry picante, nunca entendió cómo hacer un regalo y solo se le ocurrían esas cosas, se los entregaba directo a Hawk y él los dejaba en su escritorio.

Aquella tarde se miraba al espejo de la habitación mientras Shoto lo apuraba, que llegaban tarde, sus amigos los esperaban ya y había mucho que celebrar, llevaba un frac negro con camisa guinda y botas, vio la loción de Shoto sobre la cajonera y más como una travesura la tomo y se bañó la ropa, colgó la cadena de su cartera en el pantalón y bajo,

-mi novio se ve muy guapo hoy- le sonrió Shoto y se apresuró a abrazarlo, pudo notar el pequeño vestigio de su loción ya apagándose con la nitro.

A veces cuando lo veía tan guapo, o en su uniforme mientras se encontraban en las calles o en la noticias contaba el tiempo que tenía sin tocarlo, suspiraba, un mes y medio, casi dos, luego tres, ahora cuatro; recordaba que antes del secuestro lo habían hecho en casa de los Bakugou, casi cuatro meses; recapitulaba, se veía realmente guapo y por alguna razón sus gritos le seguían pareciendo graciosos aunque  ambos sabían que se controlaba mucho más; Shoto tenía esa forma parca de pararle el show con una frase, era realmente fácil y  a veces se preguntaba porque nadie lo había intentado antes; aún a estas alturas no era consciente que era él, no la forma. Como fuera habían pasado casi cuatro meses, quería hacerlo pero sabía que debía esperar a los avances de Bakugou, se lo había dicho el terapeuta, no podía imponerse, esas cosas no se imponen y menos con alguien tan inteligente e independiente; esperaba que pronto; así de guapo, con su traje ajustado y la camisa marcada sobre los músculos le dieron ganas de ignorarlo todo, ignorase incluso a sí mismo y sus recomendaciones controladas; lo abrazó y lo beso en la frente,

-¡Joder, no seas encimoso, no que llegábamos tarde!-

-cierto- al tomarlo de la mano y salir del apartamento al estacionamiento, ahora tenía un auto aún más lujoso en negro brillante; Endevour pagaba bien, pero los lujos de hijo eran aún mayores, Katsuki seguía sin entender como habían pasado de un auto empresarial a un Ferrari, pero no se quejaba, el también disfrutaba de los lujos que llegaban de vez en cuando al apartamento.

El salón adorablemente adornado para una boda, los recibieron rosas blancas; la gente andaba de un lado a otro, todos los viejos rostros, los buenos amigos estaban ya dando vueltas esperando el momento, Katsuki no tenía idea de si lo habían invitado en verdad o era una cortesía por Shoto pero todo le valía una mierda, busco a sus amigos, reía y gritaba como antes, su rostro con los ojos entrecerrados y sonrisa malvada, hasta parecía a veces que le brotaban llamas, Denki, Eijiro, Mina y Sero lo rodeaban de nuevo, jugaban y charlaban como cuando eran adolescentes; Shoto no podía quitarle la vista de encima; se habían separado casi al llegar, cada cual con sus amigos de antaño aunque en el fondo se habían vuelto comunes, esa celebración les dio para recordar los viejos tiempos; miraba a Shoto y las dudas volvían, se cansara de él y sus cosas, pensaba mientras lo veía en ese traje tradicional azul con bordados en plata; a diferencia de él, su novio era parte de la ceremonia, debía testificar la unión y habían llegado a aquel lugar directo a los vestidores para ponerse aquel montón de capas de tela, la última capa era azul, con las mangas largas y anchas, todo bordado a mano con grabados que recordaban los tiempos imperiales y un cinturón en tono un poco más oscuro que dejaba caer dos largas trozos de tela; se veía guapísimo en esa cosa, pero su mente llevaba ansiosa un tiempo y no podía disfrutarlo, qué tal que se cansaba de esperarlo, de no poder abrazarlo, de no poder tomarlo y buscaba eso en otra parte; qué tal que un día despertaba para ya no tenerlo a un lado. Poco a poco la presión que sentía su cuerpo, el miedo que impregnó sus células y lo hacía reaccionar alejándose de conjunto con ese otro miedo; nunca, durante todos esos años habían pasado tanto tiempo sin estar juntos; estaba ansioso y aparentaba con sus amigos mientras veía de reojo como toda aquella ceremonia tomaba forma.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora