Capitulo 9.

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Era viernes y los viernes eran especiales, todo el asunto de los regalos y los mensajes pasó a segundo plano. El trabajo arduo y agotador de la academia reducía su tiempo con Shoto considerablemente; se veían, trabajaban juntos, entrenaban juntos; pero no podía acercarse igual: no podía abrazarlo de la nada o besarlo; aunque verlo le encantaba los viernes eran especiales; los viernes en su habitación podía coquetearle, acariciarlo, besarlo, podía sonreírle pícaro y llamarlo; ese día no estarían tan cansados, podía darse el gusto de seducirlo e incitarlo; ese día se le metía ente los ojos y la ropa, los viernes se insinuaba, se dejaba hacer, lo disfrutaba; se emocionaba y sacaba las garras, todo aquel asunto de su acosador personal estaba en segundo plano; le importó un cuerno el pan con curry de su locker, lo dejo ahí, ni siquiera miró los mensajes de ese día, no tomo capturas; tenía otra cosa en que pensar.

Salió a correr, fue a clases, entreno y fue directo a las regaderas; tenía mucho que hacer antes de que Shoto llegara a su habitación, en este punto su piso entero era territorio seguro, Eijiro sabía lo que pasaba, Denki lo asumía, había visto ya muchas veces a Todoroki colarse a esa habitación que ni él había visto por dentro, lo escuchaba a veces alzar la voz, había visto remansos de hielo en el balcón o los grandes charcos en el asfalto; entraba y salía a su antojo. Vio a su amigo apresurarse a su habitación nada más terminó el entrenamiento; Bakugou contemplaba ya una rutina de viernes; se encerraba en el baño y se tomaba su tiempo para estar listo; se bañaba y rasuraba, se cuidaba cada detalle, aquel baño quedaba como campo de batalla; se preparaba para Shoto con cuidado y como incentivo extra dejaba siempre ahí a la vista un paquete de condones y lubricante, como un último mensaje. Su descarado ritual tomaba tiempo, tenía que dejar limpia cada parte de su cuerpo; entonces todo aquello aún no le era cómodo, pero lo hacía de todas formas, se encerraba y maldecía al menos la primera media hora: la parte más tediosa del proceso; sacaba de debajo de la cama una pequeña maleta de viaje, se encerraba en el baño y procedía a limpiarse por dentro; luego se rasuraba las piernas, las axilas; se tomaba su tiempo  para tomar un baño largo, luego se ponía la pijama y esperaba; esa era otra rutina particular, dejaba sobre las almohadas una pijama para él y otra para su novio; llenaba de snacks, por si acaso, el pequeñito refrigerador de su cuarto, a veces incluso se daba su tiempo para prepararle té y soba o por lo menos palomitas.

Todo estaba quedando como debía, sabía lo que haría, esperaría a Shoto ya en pijama, le daría la suya y lo vería cambiarse, en el momento adecuado se levantaría de la cama, lo abrazaría, le besaría la nuca y le acariciaría el pecho; regresaría a la cama y lo esperaría, pondría una película, se recostaría sobre sus piernas o lo dejaría sentarse en el suelo y desde la cama buscaría meter las manos en su playera para jugar con sus pezones, le pediría besos y así poco a poco lo llamaría a la cama; era viernes y los viernes siempre buscaba la forma de terminar follando con su novio. Podía pasar entre semana, podía pasar por las tardes, a veces no era él quien lo incitaba; pero la mayor parte del tiempo era demasiada la carga; terminaban estudiando juntos o durmiendo abrazados; ya estaba construyendo esa forma tan rara que tenía para acomodarse cerca de Shoto al dormir; dependía más de su propia temperatura; el frío lo molestaba, odiaba esa sensación en el cuerpo y aquel calorcito le era y le sería siempre  extra agradable: en primavera se acurrucaba cerca de él y le pegaba las piernas o se acomodaba sobre su brazo, en otoño cambiaba de lado, entrelazaban sus piernas y se quedaban pegaditos, en invierno Katsuki prácticamente lo invadía, podía dormir sobre su pecho o de plano abrazados; en verano se volvía a mover de lugar para aprovechar la frescura del hielo.

Shoto llegó temprano y escuchaba el caer del agua desde del baño, miro todo, ya sabía las intenciones de Bakugou y se rio un poquito, se esforzaba demasiado por que pasara algo que solo tenía que pedir, no entendía la dinámica de coquetería e insinuación, para él era mucho más fácil que solo se lo pidiera; él lo hacía a veces; había días en los que verlo durante los ejercicios lo dejaba caliente, aquel ser fuertísimo y ágil expresándose completo durante el entrenamiento, sudando y estallando le parecía increíblemente sexy y no podía no correr a su habitación para devorarlo; a veces era demasiado el cansancio y con solo pasar tiempo a su lado tenía suficiente; pero otros quería correr y besarlo; tomar en sus manos ese par de nalgas de se le insinuaban en el uniforme de héroe y comérselo ahí entre el embriagante olor a caramelo. Tomo el pijama que le habían dejado sobre la almohada y se cambió, lo espero sentado sobre la cama y lo vio salir todo mojado con una toalla en la cintura y una en el cuello; había estado pensando tanto en eso que se quitó la camisa y camino directo a él sin siquiera darle tiempo de pensar, le arranco la toalla y se le quedó mirando -Katz, ¿qué forma de recibirme es esta?- dijo mientras lo recorría con la mirada.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora