Capitulo 7.

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No había sido amor a primera vista, en principio el tipo se veía como un monstruo bien entrenado, un competidor; después del encuentro deportivo lo quería matar, se sentía avasallado por un millón de emociones, aquel mueble silencioso y de mala actitud no había luchado justamente y por un rato, aún ahora, aquel triunfo le generaba una ácida sensación; y ahí, encadenado en medio de un berrinche fue cuando verdaderamente comienzo a notarlo, poco a poco entre aventuras y clases sus depresiones se convirtieron en atención y luego en celos, celos de Deku, de Iida, incluso de Uraraka; un poco más de atención y entonces sin darse del todo cuenta se enamoró, lo buscaba con la mirada, lo retaba, se intentaba hacer notar; después el secuestro, y ahí perdió el piso, ya no era un gusto culposo, estaba suspirando por el dos caras demasiado, por casi un milagro había acabado ganando esta batalla y ahora estaba dando vueltas en una cama individual intentando templarse porque su dos caras podía ser un calefactor o una nevera, y aún no aprendía a dormir como gatito a su lado; estaba medio sonrojado y sudoroso, pero cansado; a lo largo de la noche lo abrazaron y así se quedó, viviendo un sueño que se fue tejiendo desde que lo vio congelar un maldito edificio para ganar un ejercicio de práctica.

Se preocupa de más a veces, pero es que Shoto raramente mostraba sentimientos hacia él, hacía comentarios parcos, lo trataba a discreción; no eran esas emociones volátiles que él esperaba y eso lo hacía divagar demasiado, se daba a sí mismo largos análisis de cómo actuar para no evidenciar el rush constante de emociones y miedos que lo dominaban; siempre había sido así, su cerebro y sus afectos se aglutinaban, confundían, se volvían macabras expresiones, volátiles reacciones; se fue quedando dormido.

Su sueño se perdió al sentir un par de dedos luchando con su pijama, una mano diestra lo acariciaba mientras con cuidado le quitaba el pantalón y el bóxer; navegaba por sus nalgas y sus muslos; espero, no quería hacer ruido, -¿Katsuki, puedo?- escucho en su oído, -¡hazlo!- contestó y sintió el peso de otro cuerpo, las piernas que se acomodaban entre las suyas y un par de largos dedos abriéndose camino dentro de él; los sintió moverse primero lento y después rápido; eran una tortura, no eran lo que esperaba sentir primera cosa en la mañana, -apúrate, mierda, no puede estar más suave- gruño con la cara metida en la almohada intentando disminuir sus quejidos.

Shoto resopló y continuó, acomodo su mano bajo la cintura de Katsuki para elevar la pelvis y comenzó a empujar su pene, sintió un desgarre y escuchó un quejido de dolor -no estabas listo- dijo bajito cerca del oído, empujó de nuevo y continuó un rítmico avance; los primeros suspiros de dolor de apagaron y se fueron convirtiendo en pequeños y graves gemidos, sentía su piel llenarse de sensaciones, acalambrarse y su propia respiración agitarse cada vez más; aquello era inigualable; cuando estaban así Katsuki parecía otro; aunque su voz grave y sus ojos profundos seguían tan calculadores como siempre, le aparecían esos gestos que solo eran visibles en el momento más álgido de la batalla; se dejaba hacer, su piel suave y blanca se saturaba de pequeños poros expirando caramelo y sus músculos brotaban, se marcaban; lo disfrutaba, en verdad lo disfrutaba.

Continuó con su rítmico vaivén, conocer a alguien tan profundamente, poco a poco hasta el más pequeño de sus detalles había sido una aventura desde el principio, las emociones sinuosas de su compañero lo avasallaban a veces y no sabía cómo responder a sus deseos; estar así con él le fascinaba, más rápido, cada vez más rápido;  Katsuki lo devoraba, le marcaba el ritmo, a veces era una llama encendida, a veces un gatito tierno; -más rápido- gemía sobre la almohada, -más profundo- le exigía, y no podía negarse, estaba perdido en un mar de sensaciones, su respiración se agitaba cada vez más y se confundieron sus voces con el incesante sonido del despertador de Bakugou, el entrenamiento para él empezaba más temprano, intento estirar la mano para apagar aquella cosa; si alguien viera ese aparato, ese santuario chiquito al afecto con las imágenes de fondo de pantalla dedicadas todas a él sabrían lo que escondía ese cuarto en la academia y esa casa suburbana cada fin de semana.

-espera, espera, me vengo- escucho, pero era demasiado tarde, el vaivén de sus caderas se hacía profundo, cada vez más agitada y no pudo aguantarlo más, sintió una de sus manos llenarse del semen cálido de su pareja y sus propios fluidos correr dentro; le dio un beso en el cuello y volvió a recostarse a su lado, se quitó el condón que a duras penas había recordado colocarle y lo soltó a un lado de la cama.

-no vayas a correr, quédate conmigo- dijo; pero era una propuesta demasiado aventura, esas 5:30 am eran el mejor momento para salir de la habitación de Bakugou sin ser notado, a veces descaradamente por la puerta y otras por el insignificante balcón con un poco de hielo por el que trepaba o solo caminaba, ventajas del entrenamiento; sus cuerpos eran más ágiles y tenían poco o nada de miedo a aquellas situaciones.

Katsuki se levantó, y se visitó como todos los días, se preparó para correr -huelo a ti, y me vale una mierda, así voy a ir a correr- se acercó a sus labios y le dio un beso corto y húmedo -nos vemos en clase- dijo antes de salir. Habían pasado algunos meses desde su primer encuentro y primera cita; estaban acomodando las cartas de una relación que para muchos parecería después una locura, pero para esos dos era casi complementaria, el carácter volátil de Bakugou y la parquedad de Shoto se llevaban bien en privado, el primero estaba aprendiendo a leer entre líneas y el segundo se deleitaba con la estridencia, le gustaba verlo vuelto loco, era música, un escándalo que rompe el silencio para bien, que lo descuadraba y lo sacaba de su órbita, que lo hacía sentir.

La rutina de un día de clases fue la misma, salió a correr, volvió, tomo un baño y salió de los dormitorios un poco antes que el resto, al regresar de correr Shoto ya no estaba ahí, pero ese olor a loción y sexo se quedó un rato más; el cuerpo de Katsuki dolía un poco y sonaban sus maldiciones a cada paso, -no así y menos en día de clases, ¡mierda!- pensaba -cómo jodidos iba a aguantar sentado durante las clases teóricas- estaba incomodo pero había sido él quien se había apresurado esa madrugada; lo tenía ganado. Entro prácticamente solo al salón, sus compañeros llegarían un poco después y fue cuando lo noto, sobre su escritorio había un pan redondo envuelto en celofán, "sexy" se leía en la envoltura; -Todoridiculo- se rio para adentro, y con un gesto molesto se sentó; dolía, un poco, era un punzón molesto que no se notaba todo el tiempo, pero estaba ahí; tomo su celular y texteo: "¿cuándo regresamos a los idiotas regalos por la mañana dos caras?"; hubo silencio.

Un Todoroki parco e inexpresivo entro solo, sus pasos sonaron profundos y pesados, cerró la vuelta tras de sí, casi de golpe -¿qué regalo, Katsuki?- dijo con voz gruesa y haciendo muecas; -no seas mierda, idiota, ¿cómo que cuál regalo?; quien mierdas más me va a dejar pan, eres el único imbécil que cree que el pan es un regalo- contestó Bakugou lanzándole lo que había encontrado en su escritorio: "sexy" fue lo único que centró la atención de Shoto -yo no fui- dijo, -quién jodidos fue, Bakugou?-

-¡no me jodas! - gritó ya molesto, sus ojos escarlata se centraron en Todoroki con tono homicida y frunció el entrecejo, pero antes de que pudiera terminar la frase Iida entraba delante Momo, aquello se veía como una pelea a punto de descontrolarse; Iida los detuvo, Katsuki se sentó de nuevo gruñendo y Shoto fue a su lugar, unos segundos después su celular sonaba "no sé, no vi quien fue, no debe ser nada, o una broma de Karishima, tal vez; ¿a gusto?". El alma de Shoto regresó a su lugar, pero no estaba seguro, algo no estaba bien. 

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora