Capitulo 13

63 3 0
                                    


Uno podría haber esperado silencios y furia, pero no, Katsuki había entendido hace mucho tiempo lo difícil que eran los afectos para Shoto, había vivido aislado, utilizado como la herramienta de una venganza que no le pertenecía; solo y violentado una y otra vez. Desde la primera vez que sus emociones estallaron frente a él había entendido lo difícil que sería para ellos estar juntos; no quería que fuera un amor fugaz; aspiraba a que el tiempo fuera curando poco a poco sus heridas, que pudiera ir aprendiendo a quererlo pacíficamente, pero todo había terminado antes si quiera de empezar a estar juntos así. Estaba sufriendo, había puesto todo lo que tenía para ser esa persona con la que Todoroki pudiera crecer y avanzar, esa que fuera su primer pensamiento en las mañanas y cuyo olor se quedara permanentemente en su cuerpo; tener el corazón roto otra vez, por la misma persona, era difícil y no estaba seguro de cuánto tiempo tomaría sanar y regresar; aún tenía esperanzas; las palabras que escucho lo habían lastimado, eran de nuevo todos esos señalamientos, de nuevo las marcas se abrían: no era digno, era más un villano que un héroe, su actitud era espantosa y daba en general miedo estar cerca de él. Lo sabía, sabía cuántos de los otros pensaban todavía así y entendía que para tener los amigos que tenía ellos debieron haber notado algo, algo que lo hacía menos que una bestia salvaje.

Tal vez eso era lo que dolía más, llegó a pensar que Shoto había llegado a conocerlo, pero estamos hablando de Bakugou Katsuki; su reputación lo precedía y no se la había ganado gratis; era un gánster, un demente con tendencias a estallar y un quirk que lo convertía en un arma cargada; no estaba para tanta chingadera y a estas alturas; señalado ya, que más daba; esto no se quedaría así, si podía luchar hasta el cansancio para ser el mejor cuando sabía de cierto que ese lugar el destino se lo había concedido a alguien más, si podía aún ahora vencerlo; si sabía que tenía un camino largo de entrenamiento y autoconocimiento para convertirse en lo que siempre quiso ser, las dudas de Todoroki Shoto no lo iban a intimidar; él sabía que nunca, bajo ninguna circunstancia se convertiría en un perro rabioso y vengativo, él jamás dañaría a quien amaba; parecía parco y violento pero era inteligente, calculador, notaba más de lo que todo el mundo creía y era más sabio de lo que los demás esperaban; nuestro Katsuki no se iba a dar por vencido y se ganaría de nuevo el corazón de su dos caras; él iba a ganar esta batalla y si la perdía no sería por rendirse. Estaba dolido y triste, había dejado que lo viera llorar, lo había dejado ver hasta el aspecto más oculto de su personalidad y su cuerpo, si eso no le bastaba como prueba suficiente del amor que le podía dar tenía que sacar las garras, tenía que ser el mejor. Esto no se quedaba así.

Un Katsuki orgulloso, sincero, se levantó por la mañana dispuesto a dar la batalla de su vida por el hombre del que estaba enamorado. Había llorado el alma la noche anterior, ahora tocaba sacar las garras y a estas alturas sabía cómo seducir a su novio, sabía cómo metérsele entre las cejas; le iban a pedir perdón y jamás lo iban a acusar de nuevo de algo así, llenaría de amor a aquel chico roto y ausente, con tal maldita precisión que todos sus miedos se diluirían. Corrió, se bañó, se vistió, se puso parches en los ojos para disminuir la hinchazón, no salió de su habitación hasta estar seguro de que se veía guapísimo y cogiendo toda la dignidad que le quedaba en el cuerpo salió a desayunar, se sentó con sus amigos, charló con Eijiro, jugó con Denki, sonrió con esa sonrisa altanera siempre que Todoroki lo miraba de reojo.

Shoto entró a la cocina pero faltaba algo; claro, su Katz dormía temprano porque se levantaba en la madrugada; ¡le faltaba su desayuno!, ese meticulosamente preparado que cada mañana aparecía con su nombre; lo recordó, se había acostumbrado demasiado a los detalles de Bakugou, detalles que siempre hacía bajo la mesa o en privado; comería lo mismo que el resto. Comenzó poco a poco a atar los hilos: no era solo el desayuno, las tareas, las charlas largas sobre nada cada que tenían oportunidad; el uniforme limpio y planchado en su casillero; todos los detalles se le fueron aglutinando, y de todos no podía recordar uno donde Katsuki hubiera perdido los estribos con él; era constante que se recordara mientras le exigía hacer más, eran incentivos raros, sentía la presión de ser mejor, una mano en su espalda exigiéndole siempre dar todo lo que le fuera posible; pero no se sentía como se sentía con Endevour; era una presión distinta; una feliz, una que parecía cada vez más complacida conforme él hacia; cada vez que Bakugou lo presionaba terminaba siendo para hacerlo más fuerte, no se sentía igual, y con la presión venían siempre los detalles; sentía como si alguien lo estuviera cuidando todo el tiempo.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora