Capitulo 14.

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Ahora sí Shoto se iba a tragar sus palabras; no duró ni una semana antes de caer redondito, en este punto no había tenido que hacer algo en realidad, era evidente que a pesar de todo lo quería. Una semana llevaban desde la ruptura y no aguantó ni dos días sin buscarlo; todo le empezó a sonar un poco extraño, primero la forma en la que Todoroki había decidido por los dos como sería su futuro, sus miedos, lo había pensado mucho y aunque era mal hablado y gritón procuraba cuidado, jamás lo atacaba, jamás lo haría; algo estaba raro, pero eso no era lo importante, lo importante era que ahora sí lo iba a tener que escuchar, estaba seguro de lo que pasaría, no tenía una duda, esta no era una apuesta, ni siquiera había pensado la posibilidad de que lo rechazaran; iba a regresar con su novio y le iban a pedir una disculpa por las cosas horribles que le habían dicho. Así de simple.

Se quedó en pijama sentado en la cama esperando, miro a su alrededor y recordó los meses que habían pasado, los primeros y horribles días, luego los momentos hermosos, recordaba los ratos en silencio abrazados, las burlas cada vez que le presentaba algo mundano, los regaños por la soba de siempre y como había terminado por aprender a hacer la dichosa pasta; recordó esa charla larga en la que él mismo propuso no hablar con Endevour aún de su relación, suspiro recordando su primera vez con él, y cuando le dijeron a sus padres que salían, innecesario, pero Shoto estaba necio en presentarse; se llenó de memorias en poco tiempo y ahora estaba ahí, nervioso, esperando a su dos caras.

Shoto no tocó, tenía la contraseña de la puerta, cerró con cuidado y se quedó quieto, dudo por un momento, no sonaba a una segunda oportunidad ni sabía que esperar y seguía con los pensamientos divididos, tal vez había sido la mejor decisión, terminar era la mejor; tal vez no, en este punto solo quería escuchar lo que Katsuki quería decir y ya. Se quedó parado frente a la puerta; Bakugou bufó,

-yo no sé en qué jodido momento o qué mierdas estabas pensando cuando me dijiste eso, eres un maldito idiota si crees qué hay un paralelo entre tu estúpido padre y yo; cuando lo dijiste dolió, dolió como el maldito infierno; ¡joder!, sabes lo espantoso que fue escucharte decir toda esa mierda; ¿para qué?, para que ahora actúes como si no fuera tan grave- ya gritaba, no podía controlarlo -¡mierda!, sí, ya se, soy un jodido loco enojado, ya se, hasta la maldita liga cree que soy un jodido sociópata, sabes lo difícil que es tener todo el maldito tiempo que luchar contra eso, ¡mierda!, eso ya lo habíamos hablado. Me quieres decir ¿qué jodidos quieres?; ¿quieres qué te siga tratando como mi novio?, ¿para qué?, no quieres tener una pinché responsabilidad en todo esto, ¿cierto?, ¿Quieres llegar y quedarte y que te haga y follarme sin tener que dar una mierda?, o ¿quieres regresar y tragarte tus palabras?; Shoto yo no soy él y yo no quería terminar; solo dolió demasiado- su tono iba bajando; Todoroki no se movía de la puerta, se hacía cada vez más pequeño, sentado en la cama, nervioso, con los puños cerrados; llorar del coraje era una de esas cosas que odiaba de sí mismo.

Alzo la cara mirando al techo -piénsalo un poquito, en todo este tiempo jamás te he confrontado en realidad, jamás te he acorralado o nada; piénsalo bien, quien hace esas cosas eres tú; cada vez que dudas quien hace esas cosas eres tú; ¡pero aquí estoy rogando, joder!, he llorado por ti demasiado, ¿no crees? Y aquí estoy otra vez como idiota pidiéndote que estés conmigo, pidiéndote regresar, luego de toda la mierda que dijiste de mí. Ya, ¿dime de una jodida vez qué quieres?, regresa conmigo, ¡mierdas, ya regresa conmigo!- soltó a gritos, su respiración estaba agitada y en serio se estaba aguantando las ganas de llorar; llorar cada vez que se sentía superado por sus emociones era espantoso.

Algo en el discurso lo estaba confundiendo, pensó, recapituló, era cierto, cada vez que algo pasaba, cada vez que el dudaba o alguien se acercaba a Katsuki  respondía a gritos, respondía acorralándolo y exigiéndole cosas; cada maldita vez que algo pasaba, era él quien se comportaba como papá; porque había pensado eso, porque se imaginó un futuro tan macabro; no entendía, solo recordaba haber hablado con Rei, salir del hospital y luego todos esos pensamientos estaba ahí, no se podía deshacer de ellos, lo cubrían por completo, sentía una marea de odio y asco hacia sí mismo; recordaba haberse quedado el fin de semana entero con esos pensamientos, escuchar su teléfono sonar y odiar cada maldito mensaje y cada llamada; ese fin de semana había odiado mucho a Katsuki. Suspiro, lo vio ahí, hecho un enredo de emociones, visiblemente molesto y con esa cara tierna, Katz estaba triste, se veía un poco deshecho, pero tenía los ojos bien abiertos y luminosos, era como un niño pequeño. Sus pensamientos se revolvían de nuevo, pero la duda era más fuerte, ¿por qué seguía viendo un monstruo en él? Y al mismo tiempo ¿por qué lo añoraba tanto, porque le hacían falta sus idioteces, sus detalles, sus abrazos? Estar enamorado era horrible.

Se acercó a la cama y se sentó a un lado; tomo la mano de Katsuki y la llevo a su cara; -hueles a caramelo, eres como esos dulces que explotan en la boca; se siente raro cada vez que los comes, pero los sigues queriendo, debo parecerte un idiota, no sé porque pensé todo eso, pero entonces estaba seguro de estar en lo correcto, luego te vi y todo se revolvía, ¿te he hecho llorar mucho, no, Katz?; ¿tendrás la capacidad de perdonarme?; ya no te quiero hacer llorar, es horrible verte llorar- empezó a decir, era como un embrujo que se diluía, que se iba esfumando poco a poco.

-tú no vas a ser capaz de eso, me vas a hacer llorar mucho más, eres un idiota- dijo Katsuki riendo; -mierda, ¿quieres regresar conmigo o no?, contesta de una vez, porque siempre soy yo el que se confiesa, joder, pon algo de tu parte- dijo enojado; -claro que quiero regresar, deja de gritar-. Bakugou quería controlarse, no quería gritar o hacer una escena, pero no pudo, brincó sobre él y se acurrucó en su cuello, de rodillas sentado sobre Shoto lo abraza del cuello. -eres una maldito imbécil- le dijo antes de besarlo, sintió un abrazo de vuelta y todo se quedó en silencio; no dijeron nada por un buen rato; -¿te quedas a dormir?- dijo quedito; en el fondo pensaba que aquella discusión horrible volvería a pasar; era obvio, él era quien era y tenía la fama que tenía, pero también tenía todo para darle a su dos caras. 

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora