Capitulo 15

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A veces las segundas oportunidades solo llaman a la posibilidad de repetir los mismos errores; otras veces son inicios, pautas que nos enseñan cómo seguir adelante; pero esta segunda oportunidad sabia dulce, el tiempo que pasaban juntos por las clases extra, a pesar de ser una molestia y un retraso, le estaban sabiendo a caramelo; tenían un autobús para ellos solos, sus profesores se sentaban al frente, a pesar del espacio y de las quejas vacías de Katsuki siempre acaban sentándose juntos y atrás, no podían hacer gran cosa, besarse era un no absoluto, pero entre el silencio en el que viajaban a veces sus manos se rozaban, Shoto entendía el mensaje y tomaba entre el espacio de los asientos la mano de su novio, entrelazaban los dedos y se acariciaban con los pulgares, otras veces se enseñaban imágenes o videos en el celular y se quedaban pegaditos; Bakugou gruñía, siempre gruñía, había veces que parecían más nervios que quejas, sentía la mano de Todoroki en su rodilla o en su cintura atravesándose entre él y el asiento; rara vez charlaban, eran silencios complacientes, tenían tiempo para hablar, no era necesario; de regreso a la academia su güero a veces soltaba bostezos falsos, hechos para ser vistos, y luego aparentaba dormir, se dejaba caer como por casualidad sobre su hombro y entrelazaba sus dedos de forma tal que era difícil ver que sus manos.

Aquellos tiempos eran cosas que se quedaron fuera de la trama principal,  estaban viviendo para ellos y así cuando algunos faltaron y cuando todo parecía revuelto ellos tuvieron el tiempo que les faltaría después para afianzar sus lazos, para acabar de conocerse y entenderse; claro, ellos mismos cambiarían con el tiempo, madurarían, pero las bases de ese tiempo a solas entre clases y entrenamientos serían cimientos fuertes. Cuando la noticia apareció, cuando por fin sus compañeros entraron por la puerta y fueron recibidos con preocupación había pasado el tiempo suficiente para que una sola mirada enviara un mensaje completo. Shoto contestó el teléfono y lo miro a la distancia; en un gesto le dijo mil cosas, Katsuki se fue a su habitación, claro ellos tendrían entrenamiento al día siguiente, ya habría tiempo de ponerse al día; aunque no lo dijera, quería hablar con Eijiro, quería escuchar a Oshaco, pero ya habría un momento para eso, evadió la situación y subió a su habitación, abrió un poco el ventanal del balcón, se cambió de ropa y acomodo sobre la silla una muda más, se recostó y espero; pasó tal vez media hora cuando alguien abrió el ventanal y entró, escucho como se cerraba y ese cuerpo tomando la pijama, abrió los ojos y lo vio cambiarse, luego se movió un poco para darle espacio y se giró sobre la cama, sintió el peso de su cuerpo sentarse y luego acostarse pegadito a él, un brazo se le coló bajo la cabeza, sustituyendo su almohada, y otro lo jalo por el vientre; entrelazó sus dedos con él y acomodo las piernas para enredarlas con las de su novio. -¿qué pasó?- preguntó bajito.

-Endevour- dijo suave su oído y le dio un beso en la mejilla, Bakugou giró un poco el rostro para darle un beso corto. -Sobrevivirás, qué se joda- contestó luego del beso y así se acomodaron a dormir. Cada cual tenía su propio infierno privado en cada una de esas habitaciones, pero en esa el infierno propio de alguien se diluía poco a poco con las respiraciones adormiladas de una bombita que ciertamente tenía el sueño ligero pero fácil.

Nada más escuchar el nombre del héroe le aterraba un poquito, se imaginaba escenarios terribles, divagaba entre posibilidades, se imaginaba a Shoto y a él hablando con Endevour por fin y luego todo caerse a pedazos; largos discursos homofobos que los sentenciaban a tener que estar por su cuenta, amenazas y gritos; luego recordaba su propia historia y el miedo que sintió al hablar con los viejos, se había imaginado los mismos terribles escenarios pero nada había pasado, todo había sido paz y una que otra charla explicativa; su vieja llegó a pensar cosas rarísimas que a veces lo hacían avergonzarse mucho; recordó cuando empezó a preguntarle cada vez que veían un chico de su edad "¿y él te gusta?" con toda naturalidad, o cuando en una de sus visitas su vieja había intentado interrogar a su novio al respecto, lo que lo había tensado terriblemente, sus preguntas eran directas y con la forma que tenía él de contestar hasta había sentido el golpe en la nuca después de escucharlo; pero no, él solo respondió que sus hermanos se lo habían explicado y nadie había podido después aguantar la risa. Todo aquello lo relajó y le fue contando entre murmullos a Shoto en el camión rumbo al entrenamiento; por fortuna para él, el héroe estaba lejos y los nervios se le fueron diluyendo.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora