Capitulo 32

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Llegar a casa fue un maldito problema, en el auto solo se miraban, se sonreían, Katsuki se perdía en sus manos, recorría con su mirada aquel cuerpo que había extrañado tanto tiempo, su parquedad, su necedad, la forma idiota en la que esperaba que él resolviera todo,

-quiero una casa con piscina y un par de gatos-

Shoto lo miro y no pudo aguantar la risa, le estaban dando un ultimátum, uno bastante adorable pero ultimátum; su apartamento había cambiado drásticamente, el sillón de la sala subió al piso de arriba y la cama ahora se acomodaba en medio de la casa, instaló equipo médico en el sanitario, la cocina y la entrada, largos tubos donde pudiera sostenerse, compro todo lo necesario para ayudarlo a bañarse, comida especial, instaló un par de sillas de playa en la terraza para que pudiera tomar el sol, y sin decir nada más le informo a Endevour que se tomaría algunas semanas para cuidar a Katsuki, la respuesta de su padre no fue amable, estuvo a punto de contratar una enfermera, llamó a los Bakugou, se quejó con Rei, pero Mitsuki fue aún más imponente que él,

-cuando el quiera dejar de cuidar al idiota lo cuido yo, pero si se quiere quedar con él va a tener que chingarse señor héroe- le dijo al teléfono y le colgó, estaba como loca en la cocina haciendo comida suficiente para su hijo y  yerno, tenía trabajo que hacer y cosas que preparar como para escuchar al idiota mayor, como le decía a veces, quejarse de que su hijo hiciera lo que se le daba la gana, algo bueno le contagió el idiota propio, pensaba,

Para llegar Shoto lo cargaba con cuidado mientras Katz se quejaba de aquella situación, Masaru los esperaba en el ascensor con una cantidad ridícula de cajas de comida y Mitsuki llevaba la silla de ruedas,

-¡maldita sea, idiota, porque no querías que sanar rápido, que mierdas estabas pensando!- le reclamaba su madre,

-necesito huesos fuertes si quiero seguir haciendo esto, y para eso necesito una gran cicatriz, tiene que ser lento o iba a terminar tarde o temprano peor- contestó, iba abrazado a medias del cuello de su novio, sabía que podía cargarlo con una mano, pero el abrazo le estaba gustando, se quejó de la nueva forma de la casa, se quejó de la comida que no cabía en el refrigerador, se quejó del hospital, de la gente, de sus piernas, se quejó de tener la televisión en frente y se quejó del dolor en sus heridas, no hizo más que quejarse. Shoto le contó a Masaru lo que le había pedido y le pidió que lo ayudara a encontrar un lugar así en la ciudad, era una labor titánica, pero tenía que pensar en un barrio céntrico, Katsuki a veces tenía que salir corriendo en caso de emergencia y no era una buena idea vivir en los suburbios. Todos daban vueltas por la casa mientras Katsuki seguía quejándose, poco más de una hora después cenaron juntos, Todoroki lo cargaba a la mesa del comedor y le ayudaba a acomodarse, le servía, charlaban de más bien nada, los Bakugou se fueron después de la cena y casi con pena Katz le pidió que lo ayudara a llegar a la tina, tenía pena y algo de incomodidad, quería hacer las cosas por si mismo, pero todo le parecía complejo, no tenía idea como iba a sobrevivir tanto tiempo de dependencia, además tenían que hablar, tenía que explicarle a la única persona que quería lo que había pasado, de pronto lo entendió, no le iban a creer así nada más,

-espera, llévame a la terraza, tengo que mostrarte algo- le dijo, 

Shoto lo miro extrañado, debia preparar todo para poder ayudarlo a darse un baño, sabía que su güero se sentía incómodo, los baños en cama del hospital lo tenían arto y sabía que se sentía sucio, pero lo cargo, era increíble que toda esa masa de músculos le pareciera tan liviana, lo llevo a las sillas instaladas en la terraza y lo ayudó a acomodarse,

-¿qué necesitas mostrarme?, Katz-

-espera- sentenció y alzó la mano que tenía libre, esa única mano útil, una luz amarilla le corrió por los músculos, Shoto sintió como si una fuerza enorme lo empujara, esa luz se veía conocida, luego una ráfaga de fuego, era una explosión inmensa y controlada lanzada al cielo, directo a las nubes, ese rayo amarillo potencializaba  la fuerza de la explosión, la dirigía y la controlaba, era un enorme desplante de un poder que no había visto nunca, no pudo entenderlo del todo pero la ráfaga, la luz que le corría por el cuerpo era inmensa, cayó al suelo aturdido, el calor era demasiado,

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora