Capitulo 25

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Se sentó en la tina con agua tibia y suspiro, ahora sí se revisó las heridas, una parte bien grande dentro de él se sentía orgulloso; se había salvado a sí mismo, otra parte estaba aterrada y cansada, tenía algunos días perdidos, había estado inconsciente y no sabía realmente lo que había pasado, se frotó con jabón infinidad de veces, pero su cuerpo se sentía aún asqueado y difícil,

-¡Shoto!-

Y ese grito fue desquiciante, jamás lo llamaba por su nombre, era un hábito extraño, pero los miles de apodos a lo largo de este tiempo eran como marcas de cariño: dos caras, mitad y mitad, su apellido modificado de miles de formas distintas, incluso "idiota" eran una suerte de mensaje de estabilidad, escuchar su nombre lo asusto, corrió y lo vio así nomás sentado en la tina mirándole, mirándose, como mostrando algo,

-entra conmigo, quieres-

Se fue quitando la ropa pero no por completo, llevaban cerca de un día en casa y ya había notado que el cuerpo de Katsuki temblaba al contacto, se moría de ganas de besarlo y abrazarlo pero lo sentía temblar y sudar un poco con sus avances; se dejó el bóxer y vio cómo le dejaban un espacio para sentarse como siempre, atrás de su novio para abrazarlo, Bakugou se le recargó en el pecho,

-estuve inconsciente cerca de tres días, no estoy seguro de porqué o cómo, pero quiero saber si todo está bien-

Escucharlo hablar así le dio escalofríos, no gritaba y no decía groserías, sabía que ese Katsuki existía pero estaba reservado para momentos raros, para presiones horribles y situaciones aterradoras o de plano cuando en serio estaba molesto con él;  si era feliz o estaba tranquilo gritaba y exageraba, golpeaba, sacudía y amenazaba; si en verdad estaba enojado la forma pacífica y coordinada en la que se expresaba daba miedo; lo sintió girarse y sentarse de rodillas frente suyo, lo abrazó del cuello y recargó su rostro, suspiró, con un brazo derecho tomó la mano de Shoto y la guió por entre las aguas hasta sus nalgas, recargó su cabeza sobre su hombro y cerró los ojos, la mano que lo abrazaba por la espalda sobre el cuello lo presionaba, lo rasguñaba un poquito; entendió de inmediato lo que le estaban pidiendo y tembló, no quería ni pensar en ello, le daban unas ganas inmensas de llorar, de descontrolarse y de salir en busca de su hermano, lo odiaba más que nunca, lo odiaba más que a nadie.

Comenzó a tocar poquito, con delicadeza, se sentía distinto, no era la piel suave que sentía cuando lo preparaba, en su memoria esa área ligeramente más rojiza que el resto, más suave, con sus pliegues discretos que se expandía y lo devoraba, se lo imagino como lo recordaba, como lo había visto y saboreado por años; pensó en el pasado, sabía que no había sido el primero en sentir es lugar, en verlo expandirse, en vivir la calidez de aquel espacio; sabía que a su güero le gustaba recibirlo, que nunca tuvo la urgencia de ser él quien penetrara, le gustaba, movía sobre él los músculos y a veces le daba la sensación de estarlo succionando; lo estaba pensando tanto que le fue difícil no perder la compostura y hacer lo que le pedían; lo pensó de nuevo; a lo largo de esos años poquísimas veces su güero le había pedido cambiar sus roles, cuando estaba emocionado y orgulloso, Shoto nunca se había negado, se preguntaba si esos ojos rubí seguirán disfrutando tanto después de esto; se alertó, podía sentir pequeñas marcas, como cicatrices, empujó un poco uno de sus dedos y el cuerpo de Katsuki tembló, esas marcas en su cuerpo no eran suyas, las habían hecho con desesperación, podían verse los dientes en algunas partes, la piel enrojecida por chupetones, si su güero decía que había estado inconsciente le creía pero no podía evitar sentirse como se sentía, estaba celoso, celoso de un loco que había saboreado lo que le correspondía, se regañó mentalmente, si verbalizaba eso era probable que Katz le soltara un chingadazo y le gritara, tuvo que decirlo, tenía que explicarse, intento ser lo más sensato que podía, se disculpó de aquello; Bakugou solo se pertenecía a sí mismo, le recordaron.

Las marcas que encontró lo entristecieron, una partesita de él estallaba en celos que intentó no demostrar pero la otra, la parte importante, solo tenía dudas, no sabía cómo ayudar a su güero, no se imaginaba lo que estaba sintiendo y ahora estaba ahí, entrando y saliendo de él mientras le arañaban las espaldas, sacó su mano del agua, dejó un momento de buscar y rebuscar vestigios de su más grande temor y noto pequeñísimas gotas de sangre, era el quien lo había lastimado un poco sobre heridas que su güero no recordaba, suspiro, pensó un momento, tal vez si no lo decía, tal vez si aparentaba no haber encontrado nada Katz se sentiría mejor más rápido; pero vamos no era idiota y podía leerlo como un libro abierto; era evidente que algo había pasado, lo recordará o no y se lo dijo, Bakugou soltó un par de lágrimas, no lloraba tanto como había predicho,

-¿Quítame las marcas?- le dijo al oído.

Un estallido (todobaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora