Kim Namjoon se convierte, después de un pequeño incidente, en consejero de la universidad de Seúl, siendo un apoyo y seguridad para los estudiantes del lugar, su vida nunca había sido tranquila y mucho menos normal, decidido a hacer lo posible para...
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❄Namjoon❄
Las mañanas comenzaban con disparos que se escuchaban a lo lejos, aves espantadas por el ruido repentino, mientras la escopeta era recargada nuevamente. El frió me hacía doler la piel cuando me destapaba de mis cobijas levantándome de la cama a causa de los estruendos.
Me vestía lo más rápido que podía para no sufrir tanto, calzaba mis pies con las botas de cuero de animal y bajaba con rapidez las escaleras para comenzar el día, apenas era un niño de ocho años que sabía atenderse solo porque su madre no estaba y su padre se encontraba allí afuera haciendo los disparos matutinos para cazar aves, ratas o cualquier animal que se le cruzara en ese momento.
Pero eso no era lo que él hacía con su escopeta, cuando salía de la cabaña debía seguirlo en completo silencio al interior del bosque, allí cazábamos ilegal, ciervos o cualquier animal que fuera un poco más grande que yo.
No me quejaba de aquella vida, porque hacer eso era un pasatiempo de padre e hijo, no había nada malo, al menos eso creía.
—¿Lo tienes? —Preguntó en un murmuro para no despistar al animal.
Antes de poder darle una respuesta disparé con precisión, mis dedos por primera vez habían jalado la escopeta que siempre veía llevar a mi padre. Finalmente había matado a un animal.
—Vamos —Dijo acercándose entre la espesa nieve.
Camine en silencio y note que el pobre animal aún seguía vivo, estaba agonizando, simplemente lo observe, en ello sentí un empujón sobre mi hombro. Comprendí de inmediato lo que tenía que hacer, esos años de estar observando a mi padre me habían dejado un ligero recuerdo de la acción que continuaba cuando el animal seguía agonizando.
Me arrodillé frente al ciervo y saqué un cuchillo de la bota que calzaba, con nervios trague duro, para después ponerlo sobre el cuello del animal, el cual me observaba y parecía pedirme con desesperación que terminara con aquella agonía, que lo dejara libre de una vez por todas.
—No lo estás haciendo bien —Reprendió molesto.
Al ver que yo no hacía nada se arrodilló a mi lado y tomó mi mano con fuerza apuntando el ojos del animal —Debes hacerle entender que tu decides sobre su vida, si tu crees conveniente morirá — Dijo apretando mi mano con fuerza.
—Quiero que se vaya —Dije soltando lágrimas ante el miedo y mi desesperación.
—Eres sensible, pero te haré más fuerte —
Molesto se alejó de mi lado y decidió marcharse dejándome en la nieve junto al animal que continuaba agonizando, esperé unos minutos más y al escuchar que hizo un sonido todo mi cuerpo tembló.
—Lo siento— Susurré bajo y por primera vez en lo que llevaba de vida había matado a un ser vivo, a un animal indefenso, con mis pequeñas manos clavadas en el cuello del animal.
