✵𝐸𝓅í𝓁𝑜𝑔𝑜✵

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La sensación sobre su piel lo hacía estremecer, su respiración se aceleraba sintiendo los latidos que golpeaban su pecho, sentía la calidez de las manos del contrario y la suavidad con la que sus labios se rosaban cada vez que sus cuerpos lo pedía...

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La sensación sobre su piel lo hacía estremecer, su respiración se aceleraba sintiendo los latidos que golpeaban su pecho, sentía la calidez de las manos del contrario y la suavidad con la que sus labios se rosaban cada vez que sus cuerpos lo pedían, el aroma de su piel y la tensión con la que jalaba su cabello en cada estocada que generaba el moreno en su interior, todas aquellas sensaciones electrizaban su cuerpo de maneras infinitas, sobrepasando los deseos sexuales, haciendo que aquel sentimiento se convirtiera en dolor cuando observó sus ojos carmesí frente a él.

—Lo siento —Musitó aquella voz que tanto amaba.

Jin no podía responder, no tenía la fuerza para hablar y de un momento a otro vio aquella escena, en donde el fuego cubría el rostro lastimado de Frost haciendo que su cuerpo se perdiera entre las llamas del fuego y entonces supo que las pesadillas no dejaban de repetirse, por lo que abrió sus ojos con desesperación y se levantó de la cama agitado. 

Su cuerpo temblaba y sudaba frío, las noches eran realmente aterradoras desde el día en que perdió a Namjoon y sus compañeros, se sentía destrozado y parecía no tener nada por lo que continuar. 

En ese momento la puerta de la habitación fue abierta encontrándose con el rostro de Jungkook, quién parecía haber sido alertado por el joven.

—Lo siento, volví a despertarte en medio de la noche —Dijo intentando recobrar el aliento.

—Descuida, no es como si yo también pudiera dormir —Agregó ayudando a levantar al más alto.

Ambos se sentaron en el borde de la cama y miraron hacia la ventana, Jungkook tomó su mano y la apretó sobre el colchón. 

—¿Cuándo voy a poder levantarme? —Preguntó angustiado mientras sus ojos se humedecían.

—Apenas ha pasado una semana Jin, no es como si pudiéramos ser fuertes ahora —Dijo intentando consolar al joven.

Era como si la vida hubiera golpeado al rubio de una manera no deseada, pero que incluso si deseaba morir la vida misma se negaba a hacerlo realidad, ya no tenía idea de donde provenía, quienes eran sus padres o su familia, si había tenido una hermana o solo eran fantasías, no estaba seguro de nada y tampoco tenía la voluntad de averiguarlo, al menos por el momento. 

Las pesadillas se tornaban cada vez más desgarradoras y desconsolantes, ¿Cómo había sido posible que terminara de esa manera? Hubiera preferido mil veces morir a su lado. 

Para Jungkook tampoco era fácil, él había visto como esas bombas detonaban y explotaban los cuerpos de sus compañeros, teniendo que dejarlos morir a petición de ellos, sus pesadillas lo llevaban a recordar y a repetir aquel último beso que le pidió el castaño, ese en el que podía sentir el hierro de su sangre, a quién tuvo que dejar indefenso para poder continuar sin mirar atrás. 

La atormentadora forma en la que su cerebro seguía recreando las escenas eran desgarradoras, lo único con lo que podía deshacerse de alguna manera de esa frustración era golpeando la bolsa de boxeo del salón de prácticas, hasta que no podía con su aliento y terminaba rendido en el suelo, donde dejaba además de su sudor, las lágrimas de dolor por su amado, las lágrimas que pedían en silencio que volviera, que volviera a hacer todo como antes.

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