iii. percy jackson, do i know you?

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iii. percy jackson, ¿te conozco?

          ASTRID NO TENÍA INTENCIÓN DE ESTAR ALLÍ EN PRIMER LUGAR

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          ASTRID NO TENÍA INTENCIÓN DE ESTAR ALLÍ EN PRIMER LUGAR. De hecho, la situación podría considerarse un secuestro en cierto sentido, ya que Annabeth la sujetaba firmemente del brazo para evitar que se moviera. Aunque no era particularmente aficionada al contacto físico, tratándose de Annabeth, decidió no apartarse. Quirón y el Sr. D estaban inmersos en una partida de cartas, con el centauro ocultando su verdadera naturaleza bajo la apariencia de un mortal en una silla de ruedas. Esto provocó que la pelirroja rodara los ojos ante tanta teatralidad.

Su única expectativa era la llegada de Grover, su amigo sátiro, acompañado del nuevo campista cuyo nombre era lo único de lo que Astrid estaba consciente. Sin embargo, apenas tuvo tiempo para hacer preguntas, ya que repentinamente se encontró entrenando en la arena con Clarisse. Acto seguido, Annabeth la arrastró en dirección a la Casa Grande.

No había visto a Luke desde que despertó, lo que solo aumentaba su ansiedad. Según Will, Luke la había visitado todos los días en la cabaña siete mientras estuvo internada, pero desde su salida, parecía estar evitándola deliberadamente. Esto le resultaba desagradable. Era un secreto a voces que la pelirroja sentía un fuerte enamoramiento por el hijo de Hermes, algo que todos parecían notar excepto él mismo, o quizás optaba por no reconocerlo. Esta situación la hacía sentir aún peor.

De repente, se oyeron pasos y voces a lo lejos, anunciando la llegada de aquellos a quienes esperaban. Sin embargo, ni siquiera esto logró distraer la atención del Sr. D y el centauro Quirón, quienes continuaron enfocados en su juego de cartas.

—Ese es el señor D.—quiso susurrar Grover, aunque todos en el lugar podían oírlo perfectamente.—El director del campamento. Sé cortés. La pelirroja es Astrid Prewett, y la que está a su lado es Annabeth Chase; solo son campistas, pero llevan más tiempo aquí que ningún otro. Y ya conoces a Quirón.—Le señaló al jugador que estaba de espaldas a ellos.

Astrid quiso comentarle que literalmente todos en la habitación lo podían oír perfectamente, pero se limitó a morderse el interior de la mejilla.

—¡Señor Brunner!—exclamó el pelinegro.

Astrid desconfiaba de él. Sus razones eran sólidas, pero había algo en él que emanaba poder; un poder que ni él ni tal vez ninguno de los presentes había percibido. Un poder que hacía sentir a Astrid una extraña atracción, una mezcla de caos y peligro.

No había percibido lo desconectada que estaba de la conversación hasta que escuchó su nombre pronunciado por su mentor. Se acercó en compañía de Annabeth; la rubia mantenía su seriedad característica cuando se trataba de asuntos importantes, mientras que en Astrid brotaba una sonrisa despreocupada.

—Astrid y Annabeth cuidaron de ti mientras estabas enfermo, Percy.

Astrid asintió, la sonrisa en su rostro seguía intacta más si te acercabas lo suficiente, podrías apreciar un peligroso brillo de reconocimiento en sus ojos. Ahora era el momento en el que se sintió consciente de que ese nombre ya lo había escuchado en algún lado, y no es que fuera muy común, especialmente viniendo de alguien que apenas salía del campamento. Un recuerdo vago de cuando tenía siete años, cuando ni Thalia ni Luke las habían encontrado, cuando deambulaba con Annabeth por los solitarios callejones o las transitadas calles de la ciudad; donde la oscuridad y las sombras eran su único refugio contra la crueldad de los Dioses, buscando tan solo un atisbo de bondad en alguien o, al menos, lo suficiente para que les brindaran las sombras de su comida. Recordó unos ojos amables, un niño curioso, una cafetería local, una pequeña familia de dos integrantes que parecían completarse el uno con el otro.

DANDELIONS, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora