i. a good day to be bullfighter

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i. buen día para ser toreros.

          ESE DÍA EN PARTICULAR TRANSCURRIÓ CON NORMALIDAD y tranquilidad para Astrid

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          ESE DÍA EN PARTICULAR TRANSCURRIÓ CON NORMALIDAD y tranquilidad para Astrid. No tuvo que intervenir en una pelea entre sus hermanos y los de las cabañas seis y siete, los Stoll no gastaron bromas hacia la cabaña de Deméter, y, por una vez, Annabeth no estaba detrás de ella, insistiendo en que la acompañara a estudiar estrategias para una batalla que no ocurriría. Todo marchaba de maravilla, hasta que apareció un niño insensato y arruinó todo.

Cuando Quirón llegó al campamento, Astrid fue la primera en acercarse para averiguar qué había sucedido en la escuela mortal a la que había ido para cuidar a un nuevo semidiós. En todo el tiempo que había estado en el campamento, nunca había visto al centauro tan interesado en un semidiós novato. Annabeth y ella comenzaron a formular teorías al respecto. Todas estaban relacionadas con la gran profecía de la cual habían tenido noticias años atrás, y en la cual ellas iban a desempeñar un gran papel. Sin embargo, no recibieron respuestas de Quirón ni del Sr. D con respecto a los problemas que se sabía existían en el Olimpo. No era ningún secreto que algo importante estaba ocurriendo; el clima estaba cambiando, las tormentas eran más frecuentes y los dioses parecían estar de mal humor últimamente.

Después de una cena abundante y una agradable fogata, Astrid se dirigía a su cabaña con sus hermanos siguiéndola. Estaban a punto de llegar cuando notó un movimiento brusco en los arcos de la entrada. Podría haber relacionado ese movimiento con las ramas agitadas por el viento en un árbol, pero era algo más que eso.

Detuvo su paso y, en consecuencia, a la fila de semidioses que la seguían. 

—Adelántense. —Sin darles oportunidad de cuestionarla, se dirigió rápidamente hacia la salida del campamento. Aunque sentía nervios por siquiera considerar la idea de salir sin autorización, tenía una corazonada.

Cuando estaba a menos de unos metros de salir escuchó un fuerte resoplido, aceleró su caminar hasta al fin llegar a los límites del campamento, y lo que vio le generó un revoltijo en el estómago.

Grover estaba tirado en el suelo aparentemente inconsciente con un Minotauro a tan solo unos pasos de él a punto de insertarlo entre sus cuernos como brocheta.

Sin pensarlo dos veces, le dio tres vueltas al anillo de oro que rodeaba su dedo índice, y en pocos segundos tenía en su mano un arco de un metro y medio de largo. Sus flechas relucían en su carcaj esperando ser utilizadas. Colocó tres flechas explosivas en su arco y apuntó con decisión al minotauro.

—¡Eh, tú! ¡¡Eh!!—gritó alguien a lo lejos, la visión de Astrid en ese momento estaba demasiado afectada por la lluvia pero estaba segura que estaba viendo a un chico de su edad agitando una chaqueta roja con fuerza.—¡Eh, imbécil! ¡Mostrenco!

DANDELIONS, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora