xxiv. can i stop making a fool of myself?

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xxiv. ¿puedo dejar de ridiculizarme a mi misma?

          SIGUIERON AVANZANDO CON GRAN ESFUERZO, y por fin llegaron al final del túnel, donde la caverna volvía a ensancharse en los Campos Asfódelos

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          SIGUIERON AVANZANDO CON GRAN ESFUERZO, y por fin llegaron al final del túnel, donde la caverna volvía a ensancharse en los Campos Asfódelos. El viento cesó. Un aullido iracundo retumbó desde el fondo del túnel. Alguien no estaba muy contento de que ellos hubieran escapado.

—¿Qué era eso?—musitó Grover, cuando se derrumbaron en la relativa seguridad de una alameda, Astrid aún se veía un poco pálida pero se sentía mejor.—¿Una de las mascotas de Hades?

Percy, Astrid y Annabeth se miraron. Estaba claro que ellas dos tenían alguna idea, probablemente la misma que se les había ocurrido en el taxi que los había traído a Los Ángeles, pero les daba demasiado miedo compartirla. Eso logró que Percy se asustara aún más.

Astrid le devolvió su espada a Percy y éste la cerró con la tapa del bolígrafo y la guardo en su bolsillo.

—Sigamos.—Percy miró a Grover.—¿Puedes caminar?

Trago saliva.

—Si, si, claro.—suspiró.—Bah, nunca me gustaron esas zapatillas.

Percy miró a Astrid que estaba respirando agitadamente repitiendo en su mente las palabras que había oído durante su trance, trataba de hallarles algún sentido pero no podía, eso la frustraba aún más.

—¿Tú... tú puedes caminar?—preguntó viendo su perfil.

Asintió cansada.

—Si, estoy bien Waterboy.—levantó su mano e hizo un gesto restándole importancia.—No te preocupes.

Percy sabía que intentaban mostrarse valientes, pero Grover temblaba tanto como ellos y Astrid se veía asustada, como si algo la hubiera dejado perturbada. Decidió preguntarle más tarde sobre eso, después de todo, ella había sido arrastrada hasta el abismo del Tartáro y había sobrevivido, eso bastaría para asustar a cualquiera.

Envueltas en las sombras, las Furias sobrevolaban en círculos las almenas. Las murallas externas de la fortaleza relucían negras, y las puertas de bronce de dos pisos de altura estaban abiertas de par en par. Cuando Percy estuvo más cerca, apreció que los grabados de dichas puertas reproducían escenas de muerte. Algunas eran de tiempos modernos: Una bomba atómica explotando encima de una ciudad, una trinchera llena de soldados con máscaras antigás, una fila de víctimas de hambruna africanas, esperando con cuencos vacíos en la mano, pero todas parecían labradas en bronce hacía miles de años.

Percy se preguntó si eran profecías hechas realidad.

En el patio había el jardín más extraño que había visto en su vida. Setas multicolores, arbustos venenosos y raras plantas luminosas que crecían sin luz. En lugar de flores había piedras preciosas, pilas de rubíes grandes como su puño, macizos de diamantes en bruto. Aquí y allí, como invitados a una fiesta, estaban las estatuas del jardín de Medusa: Niños, sátiros y centauros petrificados, todos esbozando sonrisas grotescas.

DANDELIONS, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora