xxvi. am i really glad i'm not dead?

328 65 21
                                    

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

xxvi. ¿en serio me alegra no estar muerta?

          ASTRID NO PODÍA ASEGURAR SI ESTABA VIVA O MUERTA, pero realmente desearía que fuera lo segundo, ya que el dolor agonizante que recorría todo su cuerpo era algo que no podría soportar por mucho tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          ASTRID NO PODÍA ASEGURAR SI ESTABA VIVA O MUERTA, pero realmente desearía que fuera lo segundo, ya que el dolor agonizante que recorría todo su cuerpo era algo que no podría soportar por mucho tiempo. Estaba entre la consciencia y la inconsciencia, apenas pudiendo oír algunas cosas, como el desagradable aleteo de algo, voces que sonaban como si estuviera sumergida en agua, y después unos brazos rodeándola con tal cuidado que parecía una muñeca de porcelana con un precio invaluable.

—¿Astrid? —preguntó alguien con tono vacilante, mientras le retiraba los mechones de pelo de la cara.

Poco a poco pudo ir abriendo sus ojos. La luz la cegó por un momento, pero pronto se acostumbró. Rodeándola estaban sus tres amigos con caras de preocupación, observándola como si fuera un animal de la calle en muy mal estado. Las fuerzas que requería para poder sentarse por su cuenta no estaban ahí; supuso que su padre había agotado toda su energía. Sintió que alguien le limpiaba la sangre de la cara y al poder enfocar pudo ver a Percy con un pedazo de su camiseta en la mano, limpiando delicadamente su rostro, con una cara de concentración digna de una fotografía. Grover y Annabeth la veían, esperando que dijera algo.

—Tenemos que volver a Nueva York. —dijo con voz rasposa, atrayendo la completa atención de sus amigos hacia algo más que sus notables heridas—. Lo más pronto posible si no queremos que los dioses conviertan el planeta en su sala de luchas personal.

Al ver que ninguno de ellos planeaba decir algo, reunió toda la fuerza que le quedaba para apartarse de Percy y enfrentarse a las miradas de ridícula preocupación hacia su persona.

—Y la única forma de hacerlo es si vamos volando. —le envió una sonrisa lastimera a Percy, pero este ni se inmutó, escaneando toda su cara en busca de algún área que se le haya olvidado limpiar—. Tenemos que irnos ahora.

Se levantó de la arena y caminó con paso decidido para salir de la playa, pero se topó con la desagradable presencia de diferentes medios de comunicación que habían distorsionado toda la historia y lo que vieron a lo que ellos consideraban lo suficientemente normal para que ninguno de sus cerebros se fundiera en el proceso. Los entrevistaron mientras Astrid era atendida por distintos paramédicos; por suerte, obtuvo un cambio de ropa, ya que la suya estaba demasiado manchada con sangre y sudor para siquiera considerarse algo digno de usar.

Escuchó cómo Percy hacía una actuación fantástica frente a las cámaras, haciéndolos ver completamente como las víctimas de un crimen atroz y desgarrador. Afortunadamente, funcionó tan bien que tanto los periodistas como los propios policías empezaron a recolectar el suficiente dinero como para comprarles cuatro asientos de avión directo hacia Nueva York.

El despegue fue algo difícil, y no solo para Percy, quien había estado apretando fuertemente la mano de Astrid entre las suyas en busca de algo de consuelo y tranquilidad, sino también porque la pelirroja sufrió grandes mareos y náuseas, que casi la hacen vomitar sobre su ropa nueva.

DANDELIONS, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora