xxiii. i think we're about six books ahead

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xxiii. creo que nos estamos adelantando como seis libros.

         IMAGÍNATE EL CONCIERTO MÁS MULTITUDINARIO QUE HAYAS VISTO JAMÁS, un campo de fútbol lleno con un millón de fans

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         IMAGÍNATE EL CONCIERTO MÁS MULTITUDINARIO QUE HAYAS VISTO JAMÁS, un campo de fútbol lleno con un millón de fans.

Ahora imagina un campo un millón de veces más grande, lleno de gente, e imagina que se ha ido la electricidad y no hay ruido, ni luz, ni globos gigantes rebotando sobre el gentío. Algo trágico ha ocurrido tras el escenario. Multitudes susurrantes que solo pululan en las sombras, esperando un concierto que nunca empezará.

Si puedes imaginarte eso, tendrás una buena idea del aspecto que tenían los Campos de Asfódelos. La hierba negra llevaba millones de años siendo pisoteada por pies muertos. Soplaba un viento cálido pero pegajoso como el hálito de un pantano. Aquí y allá crecían árboles negros, y Grover les dijo que eran álamos.

El techo de la caverna era tan alto que bien podría haber sido un gran nubarrón, pero las estalactitas emitían leves destellos grises y tenían puntas afiladísimas. Percy intentó pensar en positivo y creer que eso no se caería sobre ellos en cualquier momento, aunque había varias de ellas desperdigadas por el suelo, incrustadas en la hierba negra tras derrumbarse. Hay que suponer que a los muertos les tenía sin cuidado si te caía una estalactita tamaño misil.

Annabeth, Astrid, Grover y Percy intentaron confundirse entre la gente, pendientes por si volvían los monstruos de seguridad. Astrid no pudo evitar tratar de encontrar el rostro de su hermana por ahí entre los espíritus, pero los muertos son difíciles de mirar. Sus rostros brillan. Todos parecen enfadados o confusos. Se te acercan y te hablan, pero sus voces suenan a un traqueteo, como a chillidos de murciélagos. En cuanto advierten que no puedes entenderlos, fruncen el entrecejo y se apartan.

Los muertos no dan miedo. Sólo son tristes.

Astrid esperaba que su padrastro fuera un fantasma triste pudriéndose en los Campos de Castigo, pero ¿ella se convertiría en un espíritu triste algún día? Ella no lo sabía pero creía que iba a ser así.

Siguieron abriéndose camino, metidos en la fila de recién llegados que serpenteaba desde las puertas principales hasta un pabellón cubierto de negro con un estandarte que rezaba: Juicios para el Elíseo y la condenación eterna. ¡Bienvenidos, muertos recientes!

Por la parte trasera había dos filas más pequeñas.

A la izquierda, espíritus flanqueando por demonios de seguridad marchaban por un camino pedregoso hacia los Campos de Castigo, que brillaban y humeaban en la distancia, un vasto y agrietado erial con ríos de lava, campos de minas y kilómetros de alambradas de espino que separaban las distintas zonas de tortura. Incluso desde tan lejos, veían a la gente perseguida por los perros del infierno, quemada en la hoguera, obligada a correr desnuda a través de campos de cactus o a escuchar ópera. Astrid vislumbro una pequeña colina con la figura diminuta de Sísifo dejando la piel para subir su roca hasta la cumbre. Y vio torturas peores que preferiría no describir y menos haber visto.

DANDELIONS, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora