✧˚ · . Astrid estaba ahogándose poco a poco en un mar de autodestrucción, por lo cual fue una gran ironía del destino que sería el hijo del Dios del Mar quien la salvará.
Y también que Astrid le tuviera miedo al mar.
percy jackson fanfiction
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ESTUVIERON EN LAS SOMBRAS DEL BOULEVARD VALENCIA, mirando hacia arriba a las letras doradas grabadas en mármol negro: EOB ESTUDIOS DE GRABACION. Era casi medianoche, pero el vestíbulo estaba bien iluminado y lleno de gente. Detrás del escritorio de seguridad estaba sentado un guardia de seguridad de mirada dura con lentes de sol y un auricular.
Debajo, grabado en las puertas de vidrio: NO ABOGADOS. NO VAGANCIA. NO SERES VIVOS.
Percy se giró hacia sus amigos.—Recuerden el plan.
Grover empezó a balbucear.—El plan. Sí. Yo amo el plan.
—¿Qué pasa si el plan no funciona?—preguntó Annabeth.
—No pienses en negativo.
—Vale.—contestó.—Vamos a meternos en la tierra de los muertos y no tengo que pensar en negativo.
Percy sacó las perlas de su bolsillo, las cuatro que la nereida le había dado en Santa Mónica. Si algo iba mal, no parecían de mucha ayuda.
Annabeth le puso una mano en el hombro.—Lo siento, Percy, los nervios me traicionan. Pero tienes razón, lo conseguiremos. Todo saldrá bien.—Y le dio un codazo a Grover.
—¡Oh, claro que sí!—dijo él, asintiendo con la cabeza.—Hemos llegado hasta aquí. Encontraremos el rayo maestro y salvaremos a tu madre. Ningún problema.
Los tres se quedaron viendo a Astrid esperando que dijera algo emotivo, pero solo se encogió de hombros.—Voy a morir y no he comido nada. Que decepción.
Annabeth puso su mano en su cara y Grover frunció el ceño, pero Percy soltó una ligera risa. Los miró y se sintió agradecido. Sólo unos minutos antes, por poco habían muerto en unas lujosas camas de agua, y ahora intentaban hacerse los valientes por él para infundirle ánimos. Bueno, dos de tres.
Astrid frunció el ceño.—Hablo enserio, mi sueño era que si iba a morir al menos lo iba a hacer satisfecha, y no estoy satisfecha. Tantos puestos de comida rápida que pasamos y en ninguno pude comer.
Annabeth le frunció el ceño con confusión.—Astrid, seriamente tienes que revisar mejor tus sueños a futuro de muerte, o simplemente no tenerlos.
Percy le sonrió y puso su brazo sobre sus hombros mientras se dirigían a la recepción.
—Vamos a repartir un poco de leña subterránea y luego te llevaré a comer las mejores hamburguesas.
Astrid sonrió y aplaudió con emoción.—De acuerdo.
Entraron a la recepción de EOB.
Una música suave de ascensor salía de altavoces ocultos. La moqueta y las paredes En las esquinas había cactus como manos esqueléticas. El mobiliario era de cuero negro, y todos los asientos estaban ocupados. Había gente sentada en los sofás, de píe, mirando por las ventanas o esperando el ascensor. Nadie se movía, ni hablaba ni hacía nada. Con el rabillo del ojo los veían a todos bien, pero si se centraba en alguno en particular, parecían transparentes.
