Había pasado más de una semana desde la noche en la que Yoongi apareció en su casa, realmente no hablaron del tema y Jimin se limitó a no hacer preguntas. Sintió que así era mejor.
Ahora podría decirse que la relación entre ambos había cambiado totalmente. Era extraño porque a pesar de que habían tenido una relación íntima, ahora el estar a solas les hacía sentir tímidos.
—¿Entonces recibiste los resultados? —preguntó Yoongi con curiosidad, mordiendo el interior de su mejilla con ansiedad.
Ambos se encontraban sentados en el suelo de la sala, frente a la mesa de centro.
Habían terminado de comer y se tomaron un tiempo para conversar, cosa que se había hecho común desde hace unos días. Yoongi consideró que era un buen momento para preguntar acerca de la salud del rubio.
—Sí y déjame decirte que todo es tu culpa —dijo Jimin con un puchero y un ligero rojo carmín adornando su cachetes.
—¿Por qué? ¿Todo está bien? —dijo el pelinegro con preocupación, exaltandose indebidamente ante la frase escuchada.
—Bueno, es que subí tres kilos —dijo con un suspiro cansado y la mirada gacha. La verdad le daba un poco de vergüenza.
—Rayos... Jimin, me habías asustado —respondió el pelinegro con una mano en su pecho, intentando tranquilizar los latidos de su corazón asustado.
—Tranquilo, estoy bien. El doctor dijo que si seguía cuidandome posiblemente en unos meses mi anemia desaparecerá —dijo y le miró con una sonrisa en el rostro.
Yoongi se tomó el tiempo de observar al contrario. Ojos ámbar, cabellos rubios, labios rosados y sonrisa encantadora. Se preguntó cómo antes no lo había notado. «Que tonto eres Min Yoongi» se reprendió.
—Me alegro... —miró con cariño al otro, apoyando el codo en su muslo y reposando la mejilla sobre la palma de su mano.
—Ya no tendrás que cuidar de mí —informó Jimin con mirada orgullosa y ojos brillantes. Le hacía feliz saber que no necesitaba cuidados extras.
Sin embargo, el pelinegro no lo percibió así. Su sonrisa se desvaneció y se irguió ante lo mencionado. El rubio no se veía desilusionado o triste, de hecho se veía contento.
—Cierto... —dijo con la cabeza gacha, mirando la madera de la mesa de centro, sintiendo repentinamente un nudo en su garganta.
—Estoy bien... —comentó el rubio sonriendo, hasta que su vista volvió a Yoongi—... ¿Qué tienes, Yoongi? —dijo al notar a el pelinegro triste y decaído.
Yoongi levantó rápido la cabeza y abrió los ojos en grande al darse cuenta de su actitud. Debía ser tonto de su parte ser tan evidente.
Pero a Yoongi esa idea no le gustaba. Había desarrollado una rutina con el rubio, se estaba acostumbrando a estar la mayor parte del día con él.
Se le olvida que entre ellos ya no existía nada. Quizá lo había olvidado porque no le gustaba pensar en eso. Era un egoísta.
—N-no, nada... S-solo me distraje —titubeó al decir su mentira y tragó saliva con pesadez.
—Estoy tranquilo de saber que las cosas entre los dos terminaron bien.
De cierta forma parecía que Yoongi era una parte importante de su día a día. Pero Jimin había decidido dejarlo ir.
Ahora tenía más razones para no aferrarse a él. A pesar de que lo apreciaba mucho y que sus sentimientos por él seguían ahí, no quería tenerlo sujeto a un futuro incierto. Lo quería lo suficiente como para tomar esa decisión. No podía permitirse quitarle la felicidad al pelinegro.

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Ata(ra)xia | Yoonmin
Fiksi PenggemarJimin y Yoongi son amigos con derechos, y aunque aquel término sonará arcaico, era el título que llevaba su relación. Entre sonrisas traviesas, toques indiscretos y miradas furtivas, un nuevo sentimiento nació en ellos como flor en primavera. Pero...