El sol entraba por la ventana y las manos de Yoongi sostenían una vaso de café negro caliente. Habían pasado unas cuantas horas desde el diagnóstico final, todavía no se sabía si la vida de Jimin corría peligro o no, debían esperar a que el medicamento funcionará, entonces sabrían si el cuerpo del rubio era capaz de soportar la anemia y comenzaría el tratamiento real.
Por eso él estaba ahí, con un nudo en la garganta y los ojos rojos. Tenía miedo, dolor y angustia. «¿Jimin estará bien?» se preguntaba el pelinegro una y otra vez con incertidumbre. Ahora miraba a la nada, recordando todo aquello que no pudo hacer con Jimin a causa de su idiotez, recordaba como desperdició el tiempo sin cuidado y sin rencor, pensando que no era valioso. Estuvo muy equivocado.
Miró de reojo al rubio, este ahora descansaba sobre la suave superficie de la camilla del hospital. Yoongi había tenido que consolarlo durante un largo rato mientras las lágrimas no paraban de caer de aquellos bellos ojos color ámbar, finalmente Jimin había caído cansado en un profundo sueño, hasta ese momento Yoongi pudo estar un poco más tranquilo.
Frustrado, posó sus manos sobre su cara, no sabía qué hacer, no sabía si Jimin iba a estar bien ni sabía si iba a decirle la verdad. El rubio estaba realmente mal y él seguía debatiéndose entre sí ser sincero o no con el otro. Demasiado egoísta, él era demasiado egoísta. Dejando de lado sus dudas tomó el vaso de café y le dio un sorbo, disfrutando del amargo sabor y la calidez del mismo. Ocupaba un respiro pero no podía darse el lujo de detenerse, el tiempo seguía avanzando.
El ruido de un vaso cayendo al suelo lo hizo voltear. Un rubio, sentado sobre la cama, se había quedado estático al ser atrapado intentando servirse agua.
—Jiminie... —susurró Yoongi y rápidamente se levantó de su asiento para ayudar al rubio con su fallido intento de servir agua—. No deberías de hacer esto solo, pídeme ayuda si necesitas.
Yoongi juntó el vaso que había caído al suelo y sirvió un poco de agua en el, luego ofreció el vaso a Jimin, quien sonrió en respuesta a su ayuda. El sonido del rubio bebiendo el agua fue lo único que se escuchaba en toda la habitación, después de que terminó de tomar el líquido Yoongi había recibido el vaso vacío para dejarlo en la mesa de al lado.
—Yoonie...
—Lo siento —interrumpió el pelinegro a Jimin, este guardó silencio, esperando—. Lamento todo lo que sucedió entre nosotros, lamento no haber dado lo necesario y ser un idiota, porque eso fui. Ni siquiera creo que una disculpa sea suficiente.
Jimin observó como Yoongi mantenía la mirada baja y los dedos de las manos apretados. El pelinegro lucía demasiado nervioso y a Jimin no le gustaba eso.
—Yoongi, acepto tu disculpa —respondió Jimin con voz rasposa y los ojos de Yoongi se encontraron con los suyos—. Sé que ambos hicimos las cosas mal y también sé que todo lo que hiciste lo hiciste por algo, tenías tus razones. Además, me di cuenta que estaba enamorado de ti y fui igual de idiota que tú al mentirte.
El pelinegro sonrió y se acercó a Jimin, tomó su mano y la acarició lentamente, pensando en qué decir. Los ojos de Yoongi admiraban los lindos dedos regordetes que el rubio poseía.
—Tú siempre sabes cómo decir lo que sientes —dijo el pelinegro sin soltar la tibia mano de Jimin—. Siento que nunca puedo decir con exactitud lo que estoy sintiendo. Nunca he podido decirte realmente lo que siento por ti.
Yoongi finalmente miró los ojos ámbar de Jimin y sonrió, le regaló una sonrisa que hacía mucho no le había mostrado a nadie. El rubio lo jaló con la mano que no había sido soltada y lo acercó hacia él, cuando lo tuvo lo suficientemente cerca atrapó el cuello contrario entre sus pequeñas manos y lo acercó aún más a su rostro.

ESTÁS LEYENDO
Ata(ra)xia | Yoonmin
FanfictionJimin y Yoongi son amigos con derechos, y aunque aquel término sonará arcaico, era el título que llevaba su relación. Entre sonrisas traviesas, toques indiscretos y miradas furtivas, un nuevo sentimiento nació en ellos como flor en primavera. Pero...