Tenía insomnio. Según él, no tenía una razón fija para no poder dormir. Sin embargo, la cara de un pálido pelinegro vagaba por su mente.
Ya era costumbre tener que desvelarse y era aún más común que la razón fuera Yoongi. Pero en esta ocasión se sentía diferente. Algo no era igual.
Yoongi había quedado con él, después de mucha insistencia, llamadas, mensajes y horas de ruego, Jimin había aceptado. El pelinegro sonaba tan entusiasmado por ir, le dio por seguro su llegada, pero no llegó. Eso era lo que hacía a la cabeza de Jimin vagar y dar vueltas en torno de las posibles causas de su ausencia.
Sí, lo había estado ignorando unos días, pero era porque necesitaba tiempo para pensar. No quería hacerse ilusiones con la actitud del pelinegro, pero tampoco quería abandonar las pocas esperanzas que su corazón resguardaba.
Por ello se distanció. Debía ser un idiota, porque ante la insistencia del pelinegro se había dado por vencido y se arrepintió de su decisión. ¿Debía decirle a Yoongi sus sentimientos? ¿Debía seguir fingiendo? Nunca obtenía respuestas.
Mirando el techo amarillo de su habitación, suspiró. Por fin el sueño comenzaba a ganar contra la necedad del insomnio, eso hasta que su teléfono brilló sobre la mesa de noche.
El estruendoso ruido de la vibración del celular sobre la madera provocó que los ojos de Jimin se abrieran de golpe, quitando de él cualquier pizca de sueño que había surgido minutos atrás. Tomó el teléfono confundido y cansado, miró el nombre sobre la pantalla y se sorprendió al leer el remitente de la llamada. Sin dudarlo respondió.
—¿Estás bien? —Fue lo primero que salió de sus labios ante la duda sobre el bienestar del contrario.
—Abre la puerta —dijo la voz del otro lado del teléfono—, por favor.
Jimin, con el ceño fruncido, caminó a paso rápido en dirección de la entrada a su casa. Giró el pestiño y abrió la puerta.
Del otro lado, se encontraba un chico con ojeras, cara pálida, mirada triste y ojos hinchados. El corazón de Jimin se destruyó ante esa escena, quiso envolver el cuerpo contrario entre sus brazos y brindarle el calor que necesitará.
—¿Puedo pasar?
El rubio respondió con un asentamiento y se hizó a un lado para dejar ingresar al otro. Parados frente a la mesada de la cocina, Jimin se atrevió a hablar.
—Yoongi... —susurró en un suave toque que llegó hasta los oídos del contrario—, ¿te encuentras bien?
El pelinegro negó ante la pregunta, sin querer decir una palabra. Sin querer hablar del tema, porque si lo hacía estaba seguro que rompería en llanto.
—¿Puedo...? —Jimin titubeó y cambió la pregunta—. ¿Necesitas algo?
Yoongi levantó la cara y miró a Jimin a los ojos. El rubio se miraba preocupado, él no quería que Jimin se preocupará, menos por su culpa.
El pelinegro no dio respuesta, en vez de ello, se acercó a Jimin y tomó su muñeca. El rubio, confundido, dejó a Yoongi hacer lo qué sea que iba a hacer.
Lo guió hasta su cuarto, frente a la cama soltó su muñeca, luego se sacó los zapatos y sudadera, junto a eso una billetera, un juego de llaves y finalmente su celular.
Se recostó en la cama de Jimin como si fuera la suya y sin esperar permiso cubrió su cuerpo con el poncho del rubio.
Palmeó el lado opuesto de la cama y miró a Jimin. El rubio dudó en acercarse, pero al final, con un ligero rojo en sus mejillas, lo hizó. Recostó su cuerpo en la suave superficie.

ESTÁS LEYENDO
Ata(ra)xia | Yoonmin
FanficJimin y Yoongi son amigos con derechos, y aunque aquel término sonará arcaico, era el título que llevaba su relación. Entre sonrisas traviesas, toques indiscretos y miradas furtivas, un nuevo sentimiento nació en ellos como flor en primavera. Pero...