Doce

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No sabía cómo sentirse ahora mismo. Quería llorar. Sí, eso era lo que quería hacer en ese momento.

Pero... no quería reconocer la razón exacta de su nudo en la garganta. Se sentía realmente triste y con ganas de dormir todo el día y, quizá, no despertar.

Ahora se encontraba en su departamento. Namjoon se había tomado la molestia de traerlos a él y a su padre de regreso a casa.

Jin había tenido que quedarse en el hospital, al igual que ese chico de cabello blanco —que recordaba como Hobi— y Yoongi. Sí, ese pelinegro que vivía en su mente.

Estaba realmente confundido acerca de lo que había escuchado. «La madre de Yoongi no está bien», había repetido y esas palabras hacían eco en su cabeza.

Pero lo que más recordaba era la mirada de Yoongi. Se veía mal, no era para nada al Yoongi que conoció hacia unos varios meses. Menos al Yoongi que lo cuido hace unas semanas.

Era tonto el deseo de querer estar con él. Para empezar, el rubio había decidido alejarse de Yoongi, él quiso romper su vínculo.

¿Ahora estaba arrepentido? Enserio que no quería decir la respuesta en voz alta.

Realmente quería saber qué pasaba en la vida del pelinegro, quería saber cómo estaba y qué sentía. Quería estar a su lado y verlo feliz.

—Jimin —escuchó una voz desde la entrada de su habitación—, ¿cómo te sientes?

El padre de Jimin se adentró a la alcoba del rubio y tomó asiento en la orilla de su cama, explorando con la mirada el desconocido, pero acogedor, lugar.

Jimin no respondió. Estaba cubierto por una doble capa de ponchos, lo que daba un tamaño extra a su pequeña estructura, su cuerpo le daba la espalda al contrario.

—No había entrado a tu habitación —comentó el hombre, curioseando con la mirada—. Veo que el amarillo sigue siendo tu color favorito...

No sabía por qué, pero esa frase le llamó la atención a Jimin, haciendolo voltear su cuerpo hacia el otro lado, encarando a su padre.

—Amo el color amarillo —afirmó Jimin descubriendo su rostro—. Siempre me ha gustado.

—Lo sé, creí que algunas cosas cambiarían... pero muchas siguen igual. —El mayor miraba el techo con curiosidad mientras se sentaba en la mullida superficie, se preguntaba si su hijo habría sido partícipe en la decoración del techo. Era un diseño lindo, un diseño que Jimin haría.

—Todo cambia —comenzó diciendo Jimin—. Aunque parezca igual, es diferente, las personas cambian, los lugares cambian, el mundo cambia..., tú has cambiado.

Jimin descubrió por completo su cuerpo y tomó asiento a un lado de su padre. Observó las cortinas que cubrían su ventana y abrazó sus piernas sobre su pecho.

—¿Quién era ese chico del hospital? —preguntó el castaño hacia su hijo—. Tu cara cambió cuando sus miradas se conectaron... ¿Quién es?

Claro, cambió el tema. Su padre pudo haber continuado con la conversación y hablar acerca de cómo se sentía o si estaba bien, pero prefirió evitarlo. Pero bueno, pretendió restarle importancia, además...

Aquella pregunta le sorprendió. Porque su padre había prestado atención y no solo a él, sino a Yoongi.

—No es nadie importante —dijo Jimin con desinterés muy mal actuado—. Alguien a quien apreciaba.

—¿O sea que ya no? —cuestionó nuevamente su padre al mismo tiempo que regresaba su mirada a su hijo.— Parecía tener interés en ti.

Jimin agachó la cabeza sin querer contestar esa pregunta. ¿Yoongi tendría sentimientos por él? No, no lo creía, nunca demostró tener algún sentimiento de "esos" hacia él. Quizá cuando lo cuidó, pero aquello no fue confirmado por él.

Ata(ra)xia | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora