Dieciocho

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—¿Me das un beso? —preguntó el rubio que yacía sobre el regazo del pelinegro.

Yoongi ni siquiera tuvo que responder, levantó la cara del menor que reposaba sobre su hombro y tomó las mejillas del contrario para acercarlo a su rostro.

¿Lunes? Quizá era jueves pero en realidad eso no era lo importante, porque ellos deseaban perder la noción de los días y fingir que nada malo estaba pasando.

Dos semanas habían desaparecido frente a sus ojos, dos semanas en las cuales no tuvieron el tiempo necesario para estar juntos. Yoongi comenzó a asistir al psicólogo, aunque este no quisiera, y lo obligaron a iniciar con una "rutina de meditación" (que en su opinion era absurdo y estúpido), pero intentaba no quejarse y Jimin... él fue quien realmente salió perdiendo.

El rubio se perdió en la pila de tareas que había dejado acumular por días, además los exámenes de fin de año se acercaban y él estaba muy cansado como para hacer cualquier cosa. Jimin deseaba por fin terminar ese año, el que venía sería su último y por fin podría vivir sobre los grandes escenarios de danza.

Pero ahí seguía su anemia y era su más grande obstáculo. Los siguientes estudios se aproximaban y si esa enfermedad seguía en su sistema él tendría que pausar su carrera.

Pero tampoco podía mentirse, se sentía peor que antes, aunque prefería que eso nadie lo supiera. Por eso simplemente dejaba pasar eso dolores abdominales y de cabeza, ni mencionar los mareos constantes. Fingir. Eso intentaba hacer.

—Jimin —llamó Yoongi al rubio, después de dejar de besarlo, para que le mirará a los ojos—. ¿Cómo te has sentido últimamente? ¿Todo bien en la escuela? ¿Te duele algo?

Mentir era difícil. Era más difícil que soportar todos esos nuevos síntomas que comenzaba a experimentar, era aún más difícil ahora que Yoongi estaba a su lado.

El pelinegro se tomó las cosas enserio. No solamente lo hacía sentir querido, sino que se lo demostraba. Yoongi había dado todo de sí para reparar su relación y aunque todavía no eran novios, sabía que estaba un poco de más confirmarlo.

—Me he sentido bien —mintió—. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo van las sesiones?

Era bueno en ello, era bueno evadiendo el tema y fingiendo con descaro. Pero vamos, era complicado por culpa del pelinegro. Tres llamadas al días, sin falta, mensajes cada vez que podía y cómo olvidar las constantes visitas que hacía a su casa (aunque estas durarán escasos 30 minutos).

No estaba enojado, claro que no. Jimin estaba feliz de tener la atención y cariño de Yoongi, pero eso le quitaba formas de evadir sus malestares o mentí al respecto, era complicado salir de la vista del pelinegro.

—Jiminie —dijo Yoongi tomando su cara y mirando sus ojos—. No evites mis preguntas ni cambies de tema... Te conozco.

Ahí estaba otra vez. ¿Cómo podía mentirle a Yoongi? Era casi imposible. «Sonríe Jimin. Se lo creerá» pensó el rubio dando la sonrisa más grande que pudo.

—Estoy bien, Yoonie, enserio —respondió intentando convencer al otro—. Es solo que estoy muy estresado por la universidad, debo entregar varios proyectos la semana que viene.

Yoongi lo observó, examinando con su mirada los ojos de Jimin, intentando descubrir algo. Terminó soltando un suspiro antes de dejar un pequeño beso en su frente y soltar la cara del rubio.

—Te creeré en esta ocasión —habló Yoongi, posando sus manos sobre la cintura del rubio—. Cambiando el tema... ¿Qué te gustaría hacer en tu cumpleaños?

Bien, hablar de su cumpleaños no era mejor que fingir estar bien. Carajo. Jimin estaba atrapado dentro de sus mentiras y mentir una vez simplemente te obligaba a seguir mintiendo.

Ata(ra)xia | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora