Se sentía nervioso. Muy. Se preguntaba si lo que había hecho contaba como delito... «¿No es secuestro?» se cuestionó mirando a la nada.
Pero la realidad era que no. De hecho el rubio había accedido a salir con él, finalmente pidió su ayuda y atención, y él no se pudo negar. A pesar eso, no podía dejar de sentirse un poco culpable.
Había aceptado la petición de Jimin y no llamó a Jin, quien había sido la primer opción de ayuda que apareció en la cabeza del peliblanco. Al contrario de su idea, decidió llamar a quien, de acuerdo a lo dicho por Jimin, le ayudaría y además le brindaria calidez.
Y bueno, a la culpa se sumaba el estado de inconsciencia actual del rubio. Pues en contra de sus opiniones, Jimin había optado por tomar alcohol, sí, el rubio se había embriagado.
No lo suficiente para balbucear o decir idiotezes, pero sí lo necesario para abrir su corazón ante el peliblanco sin ningún tipo de vergüenza.
Jimin le relató a Hoseok la historia de su vida. Muy resumida y poco detallada, pero solo eso se ocupó para que el de cabello blanco dejará salir sus lágrimas.
Sí, Hoseok era sensible en ocaciones y Jimin contando cómo se sentía, las ganas que tenía de darse por vencido y todos los problemas por lo que atravesaba, simplemente lo hicieron llorar.
Sintió pena por el más joven y entonces le regaló un abrazo. Un abrazo en donde uno de ellos lloró con furia y el otro lo consolaba en silencio.
Hoseok, realmente nunca se imaginó la postura y situación en la que estaba Jimin. Se sentía triste y deprimido de tan solo oír todo eso, estaba triste de saber que la vida del rubio no iba a ser tan larga como todos pensaban.
Sentado en una silla aun lado de su sofá seguía pensando en eso, en todo lo que Jimin le hizó pensar. Y no fue hasta que la puerta fue tocada que salió de su trance.
Con cautela se levantó y abrió la puerta de su departamento.
—¿Dónde está? —Fue lo primero que dijo la persona que se encontraba del otro lado de la puerta.
—Que educado, Min —comentó el peliblanco con una mueca de ironía—. Pero lo ignorare esta vez, adelante, pasa.
Movió su cuerpo para darle paso a Yoongi. El pelinegro se adentró al familiar lugar y su vista viajó directo al sofá, donde un rubio chico de mejillas regordetas y sonrojadas dormía plácidamente.
Yoongi suspiró al ver a Jimin sano y salvo, giró su cuerpo y miró a Hoseok con una ceja alzada y una mirada de enojo.
—Puedo explicarlo... —dijo con nervios el de cabello blanco, pasando saliva.
—Yo también debo explicarme —respondió Yoongi con seriedad, sintiendo que era necesario.
Después de casi una hora de plática, ambos entendían el porqué de las acciones del rubio, claro, el de cabello blanco se limitó a decir lo importante y guardarse lo que creyó personal para el rubio. Lo que Jimin no quería que supiera el otro.
—Yo... realmente no sabía que Jimin había escapado —comentó Hoseok—. Fue casualidad que lo haya visto, se veía triste y lo invite a cenar... Debo admitir que la cerveza no fue buena idea...
Yoongi se veía un poco enojado por las acciones de su amigo. Había llevado al rubio a un bar, lo dejó beber y además no informó a Jin de su paradero.
Por otro lado, su amigo le platicó lo que Jimin estaba pasando y tenía aún más sentido su actitud, su rostro triste y aspecto enfermo. Claramente se sentía culpable, porque él había sido partícipe en causar ese dolor.

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Ata(ra)xia | Yoonmin
Hayran KurguJimin y Yoongi son amigos con derechos, y aunque aquel término sonará arcaico, era el título que llevaba su relación. Entre sonrisas traviesas, toques indiscretos y miradas furtivas, un nuevo sentimiento nació en ellos como flor en primavera. Pero...