—¿En qué piensas? —preguntó su amigo que se encontraba en la misma posición que él.
Llevaban ya un tiempo así: acostados con los pies elevados sobre la pared, en silencio, mirando el amarillo color que cubría la superficie del techo y los pequeño destellos blancos sobre la misma.
Las ideas se le habían agotado al castaño y lo mejor que se le ocurrió hacer fue recostarse, junto al rubio, sobre el colchón dejando que el tiempo pasará. Lentamente.
Deprimido, así se encontraba su amigo. Era difícil de admitir que Jimin estaba actuando como si todo le valiera un pedazo de pepino. No se estaba esforzando como antes y su amigo sentía que el rubio estaba dejando ir las pocas esperanzas que tenía. Tenía miedo.
—En qué haré mañana... —respondió el rubio sin ganas de hacer nada. Suspirando con melancolía mientras observaba, ensimismado, las pequeñas estrellas que, desde hace un par de horas, adornaban el prolijo amarillo.
—¿Qué harás mañana? —cuestionó su acompañante, aún mirando el mismo tono dulce del techo.
—No lo sé... —escuchó un suave suspiro que inundó la habitación.
Si pudiera describir su vida en una palabra, sería: espera. Su pasatiempo actual era esperar.
Esperar a que prepararán su comida, esperar a que pasarán por él, esperar a que los medicamentos funcionarán, esperar a mejorar.
Esperar era estúpido.
Sonaba como la vida de un niño de cinco años con un problema de apego emocional hacia su madre. Vaya idiota ironía.
Debía seguir órdenes estrictas, "No debes hacer esto... No debes hacer aquello...", era aburrido esperar, más cuando sabes que la espera no valdrá la pena. Porque Jimin sabía que esperar no valdría la pena.
En un par de semanas le tendrían que hacer nuevos estudios y él se comprometió a ser responsable, salir adelante y ser paciente.
Aunque claramente esa idea no le gustaba del todo. De hecho no le gustaba nada.
Además de eso, se le dificultaba una cosa, mejor dicho una persona: Min Yoongi. A Jimin le preocupaba.
¿Por qué? Jin había ido a su casa a visitarlo hacia varios días ya y, aunque el rubio no había solicitado aquella poca grata información, ahora sabía que... algo andaba mal.
El pelinegro no estaba bien. Jimin no estaba seguro de si era su culpa o no, Jin no había dado detalles importantes. Pero lo que le dolió más fue el hecho de saber que Yoongi había preguntado por él.
El pelinegro había preguntó por su salud, si se sentía bien, pidió información acerca de su nueva rutina, de su progreso y además preguntó si... se encontraba bien. Aún así, Min Yoongi nunca mando un mensaje.
¿Era correcto esperar un mensaje de Yoongi?
Quizá había preguntado por cortesía todo aquello. Quizá ellos dos estaban mejor separados. Quizá no.
Independiente a de todo aquello y a las dudas, lo unico que rondaba la cabeza de Jimin era el pelinegro, porque a pesar de todo algo pasaba en su vida y el rubio quería saber qué era. Quería saber si estaba bien.
—Podríamos ir a... sentarnos en tu sofá todo el día de mañana —sugirió su amigo sin que se le pudiera ocurrir nada más, sabiendo que salir no era una opción.
La propuuesta sacó a Jimin de sus pensamientos y el semblante de confusión que adornaba su rostro cambió rápidamente por un ceño fruncido.
—O simplemente podría encerrarme aquí y no dejar entrar a nadie —respondió Jimin irritado de su situación actual y mordió su labio inferior con angustia.
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Ata(ra)xia | Yoonmin
FanfictionJimin y Yoongi son amigos con derechos, y aunque aquel término sonará arcaico, era el título que llevaba su relación. Entre sonrisas traviesas, toques indiscretos y miradas furtivas, un nuevo sentimiento nació en ellos como flor en primavera. Pero...