Heteróclito

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Hace trece años

—Vete de aquí, Taehyung, nadie te quiere —espetó aquel niño mientras miraba con desprecio al pequeño castaño—. Aléjate de nosotros, no queremos que se nos pegue lo raro.

Después de decir aquello, el niño de cabellos rizados aventó al pequeño de nueve años al suelo, haciéndolo caer en un golpe seco que lo dejó aturdido. El grupo de niños tan solo se rió y no esperaron a que el otro se levantará, simplemente se fueron dejándolo tendido sobre el suelo.

El castaño se incorporó en el suelo entre pequeños quejidos de dolor, cuando estuvo sentado revisó sus manos y se dio cuenta de los grandes raspones que adornaban sus palmas, su mentón tembló debido al llanto que amenazaba con salir, pero aquel pequeño se tragó el nudo de su garganta y se levantó del suelo sin llorar.

Aquellos niños no eran tan maduros como para entender que aquellas palabras lo habían lastimado, pero a pesar de todo, Taehyung se repetía una y otra vez que está bien, que aquel golpe y aquellas palabras no dolían.

Podría haber sido peor, pero tuvo que ser lo suficientemente fuerte para afrontar el dolor en ese momento, porque tenía que hacerlo.

Por eso no dijo nada sobre aquel triste día ni del día siguiente ni del día siguiente a ese o de la semana que continuó, porque Taehyung nunca dijo nada y esperaba que los raspones que portaban sus brazos y piernas no fueran notamos por su madre, pero, claro, él no podía tapar el sol con un dedo.

—Taehyungnie —llamó su madre cuando escuchó que la puerta de la casa se cerró. El día había sido duro, como solían serlos, le dolía la espalda porque lo habían arrojado contra el inodoro, la porcelana no era muy suave que digamos—. ¿Puedes venir un momento?

El castaño dejó sus zapatos y su mochila junto a la puerta antes de entrar, después se dispuso a ir hacia la cocina, desde donde la voz de su madre lo había llamado.

—¿Qué pasó, mami? —preguntó cuando estuvo frente a ella. Una sonrisa adornaba su rostro.

—TaeTae..., tu maestra me contó que eres la mejor de generación y te darán un reconocimiento en la ceremonia de fin de año —comentó su mamá con una pequeña sonrisa, pero a pesar de la noticia ella no lucía entusiasmada. Taehyung no dijo nada—. Pero también me comentó que has tenido unos problemas en la escuela, ¿quieres contarme qué pasa?

La castaña inquirió con la mirada a Taehyung, mientras este retorcía los dedos detrás de su espalda. Su mamá no podía enterarse de lo que le pasaba, ella tenía muchos más problemas, no podía agobiarla con los suyos.

—No pasa nada, mamá —contestó él sonriendo y se acercó a la castaña para tomar su mano y agitarla de un lado a otro, jugando—. En serio, todo bien en la escuela.

La castaña le sonrió para después tomarle la mano con la que la sujetaba y lo acerca a ella.

—Está bien, Tae, pero si sucede algo tienes que decirme, ¿entiendes? No quiero que nada malo te pasé —agregó su madre, luego le dió un beso en la frente.

Aquella tarde Taehyung corrió a su habitación para poder bañarse sin que su madre lo viera, pero también aquella tarde la castaña confirmó sus sospechas, por ello, a partir de ese día su mamá lo cuidó de cerca, lo observaba salir de casa y lo miraba llegar de la escuela, escudriñaba entre sus cosas y vigilaba su comportamiento.

Hasta aquella tarde de verano, ella lo decidió, hablaría con su hijo, le diría que ya sabía todo, que quería ayudarlo y que juntos saldrían adelante, porque ella no soportaba ver como molestaban a su hijo, por eso, se sobresaltó cuando la puerta de la casa fue azotada con fuerza y el ruido de pasos rápidos retumbaron por la toda la casa.

Ata(ra)xia | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora