Cap 35: Obra de arte

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Matheo.

Me remuevo sobre la cama y no me sorprende no encontrar a Leo a mi lado. Hemos follado casi cada noche y hemos dormido juntos casi todas las noches y siempre que me volteo sobre la cama buscando su cuerpo o su calor ella no está.

No sé adonde va, ni qué hace, pero, nunca está durmiendo junto a mí como lo hacía siempre, y para cuando vuelve a casa olvido preguntarle por qué no está conmigo en la mañana. Ya estoy harto de no tener los putos mañaneros.

Me levanto de la cama con las bolas azules y un puta erección de un kilometro, igual que los días anteriores, ya me estoy hartando de esto. Sé que ella sigue enojada con lo de Nicky y por eso hace esto, me está dando una probada de mi propia medicina, y odio la maldita medicina.

Me visto con mi traje y salgo de mi habitación, saco una leche en cajita, le pongo la pajita, tomo las llaves del bugatti y bajo al estacionamiento.

Conduzco con una mano saliendo del estacionamiento a la calle, tomo con una mano el volante y con la otra la cajita y bebo de la leche mientras conduzco y golpeteo los dedos en el volate mientras escucho "Freaks" de Surf Curse, la canción que bailé con Leo. Escucharla siempre me pone de buen humor.

Conduzco por la ciudad disfrutando del camino, me detengo en un semáforo rojo, justo en frente de un parque, en donde hay un chico pelirrojo sentado en una banca junto a una chica pelinegra viendo el estanque. Vuelvo a mirar al frente y sigo conduciendo cuando el semáforo se pone en verde.

Bajo al subterraneo entrando en el estacionamiento, pongo el auto en donde está escrito mi apellido. Tomo mi bolso y aún con la cajita de leche entro en el ascensor que me lleva al piso en donde está mi oficina.

Paso por en frente de la recepción saludando con la cabeza a Sara, quien me devuelve el saludo. Continuo caminando por el pasillo hasta mi oficina, sentándome en mi escritorio comienzo a revisar el papeleo.

Leo

Hoy me desperté y por alguna razón que no entiendo, tenía muchas ganas de hacer algo, no quería estar en casa haciendo nada. Ya había terminado todas las tesis y documentos que tenía que hacer para la universidad y ya no quedaba nada que hacer.

Me levanté de la cama antes que Matheo, procurando no despertarlo, y fui a mi habitación vistiéndome con unos jeans y una polera simple, encima me puse un poleron y me hice un moño desordenado y salí de casa.

El sol ya había salido en todo su esplendor y pase por el parque y caminé por la ciudad hasta que mis pies dolieron, fueron 6 horas sin parar de caminar, no sabía por qué pero no quería parar.

Pero cuando ya eran las 12 de la mañana decidí detenerme y derrepente me dieron unas ganas horribles de pintar y de hacer cosas relacionadas con eso, me regresé sobre mis pasos en donde recuerdo haber visto una tienda de arte.

Entré en el lugar que tenía olor a limpio y estaba totalmente vacío, tomé un carrito y caminé por los pasillos buscando distintos tamaños de brochas y cogiendo distintos embaces de pinturas de los colores que me gustaban.

Para cuando llegué a la caja para pagar, el carrito estaba lleno y el chico de la caja miró el carrito sorprendido.

Puse todas las cosas sobre la caja, el chico las pasó y las metió en distintas bolsas, pagué y salí de la tienda con dificultad por todas las cosas que llevaba encima.

Llegué a mi edificio y subí por el ascensor a mi departamento, vacié las bolsas dejando todo repartido por el piso. Fui hasta el armario del pasillo y saqué unas sabanas viejas que no usaba y las llevé a la sala y la tiré sobre el sofá.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora