Cap 6: ¿Ángel o Demonio?

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Advertencia: En este capitulo se mostraran escenas fuertes de violencia. No leer si eres una persona sensible. Se los advertí queridxs pecadores.

Mártir.

Corre, ¡corre!, ¡CORRE!

Mi mente gritaba mientras que intentaba correr entre arboles y densa oscuridad, podía escuchar como sus pasos se acercaban detrás de mi.

Llevaba mas de 10 minutos corriendo y los pies se sentían como si se fueran a partir en dos podía escuchar como se acercaba más a mí. 

A cada paso que daba mi miedo y desesperación comenzaba a aumentar hasta el punto de sentir que mi corazón saldría de mi pecho y que vomitaría los intestinos.

Nunca había sido un buen corredor, ahora lamentaba nunca haberme esforzado.

Miraba al cielo oscuro deben ser las 6 de la tarde y como era invierno oscurecía temprano parecía de noche, miraba al cielo y le pedía piedad a lo que fuera que fuese que me estuviera viendo desde ahí, pedía salir de ésta a pesar de que no me lo mereciera.

Continuaba corriendo y me topé de frente con el mismo demonio con cara de ángel.

No debí hacerlo, no debí acercarme, debí volver a casa con mi familia, gracias a eso estaba allí corriendo de la muerte.

Era claro que esta noche moriría.

Antes de estar en esta situación, le grité cosas obscenas, luego me bajé del auto y me acerqué y comencé a tocar su cuerpo mientras mi victima pedía que parara y me gritaba insultos, aún así, no lo hice, no escuché, y me merezco lo que me está pasando, me lo merezco, por este ángel y me lo merezco por todas mis otras victimas, ahora estaba en su lugar, y era horrible, me arrepentía quería una maquina del tiempo y arreglar mis errores, de todas formas a este demonio no le importa mi arrepentimiento.

Teniendo de frente al ángel, me doy cuenta de que es hermoso, casi perfecto, puedo ver como sonríe, una sonrisa hermosa.

—Eres un hombre asqueroso, ¿lo sabías? —lo dijo sin borrar esa demoniaca sonrisa, esperó mi respuesta.

—Ss... si —mascullé.

—¿Que fue lo que dijiste? no te escuché.

—Sí, sé que soy asqueroso.

—¿Y te arrepientes?

—Sí —bajé la mirada al suelo.

—Que mal que ya es demasiado tarde para arrepentirse, al menos tuviste tu momento de deplorar antes de morir.

Dio una vuelta al rededor de mí observándome, y no intente escapar, de seguro me volvería a atrapar y ya estaba un poco cansado de mi vida, había violado a más de 20 niños, niñas y jonenes, entre esos mis hijos y golpeaba a mi mujer, siempre era los mismo, trabajo, remordimiento, casa, remordimiento, trabajo, y así todo el tiempo, me lo merecía, merecía morir así, al volver frente a mí sacó una daga, en el mango tenía una decoración de una serpiente que ascendía hacia el lugar del filo, era muy bonita.

—¿Hay algo que quieras saber antes de que te mate? —preguntó el ángel

Asentí y dije— ¿Lo harás rápido?

Se dibujo una sonrisa de complacencia en su rostro y dijo— No. Quiero ver como sufres. Hacerte tanto daño como tú a tus victimas, o quizás más. —mientras lo decía movía el filo de la daga suavemente por la piel de mi rostro.

Bajó el arma por mi cuello hasta el medio de mi pecho, y ahí hizo una leve presión con la punta, la sonrisa no se borraba de su rostro, era hermosa, era el demonio más hermoso que había visto hasta parecía un ángel.

—¿Cual es tu nombre? —me atreví a preguntar

Bajó la mirada a donde estaba la punta de la daga y dijo— Soy la muerte —su mirada volvió a mi rostro y lo que vi fue malicia pura— ¿Me prestas tu brazo un segundo?

Extendí mi brazo algo tembloroso, lo tomó y lo volteó para que se pudiera ver el antebrazo subió la manga de la chaqueta que traía en ese momento, puso la daga ahí y la enterró mientras sonreía y me miraba justo a los ojos, mientras gritaba y sufría por el dolor tan nuevo que provocaba el arma en mi piel, pasó la daga desde donde la había enterrado hasta casi llegar a la palma de mi mano, emití un grito de puro dolor, la sangre parecía desbordarse del profundo corte que hizo en mi brazo, podía ver algunas de mis venas, y musculos cubiertos de sangre.

El ángel soltó mi brazo herido y por un momento creí que me dejaría ir, la sangre goteaba desde mi brazo hasta mis dedos, el líquido cayendo al suelo cubierto de hojas secas, entonces enterró la daga en mi estomago y luego la meneo como si de revolver una sopa se tratase, luego la sacó con fuerza, la sangre esparciéndose por mi ropa entonces llevé mi mano del brazo sano a mi estomago en donde había enterrado el arma, no pude gritar todo el aire se reunió en mis pulmones de golpe, y caí de rodillas, ella tomó mi mandíbula en una de sus manos para que la mirara.

—¿Aún quieres tocarme?¿quieres volver a gritarme obscenidades? —bufó mientras negaba con la cabeza entonces dijo— pídeme perdón.

Sintiendo que mis ojos pesaban y que estaban apunto de cerrarse, sentí que me iba desmayar entonces de rodillas ante la muerte como si fuera una diosa mascullé— Perdóname.

Ella me dio una bofetada y agarró mi mandíbula otra vez, levantando mi cara para que la viera y dijo— ¿Que? repítelo, no te oí

—Lo siento ¡Lo siento! —dije, casi rogando perdón.

—Bien —dijo, y me dejo caer de cara al suelo.

Enterró la daga en mi espalda y me retorcí de dolor mientras gritaba con fuerza, estaba seguro de que mi garganta quedaría en carne viva, sentí una carcajada proveniente del demonio, y sonó como la carcajada mas hermosa que había escuchado, era un demonio perfecto.

Sentí como rajaban mi ropa y sentía el frio abrazar mi espalda, y la punta de la daga se enterró en mi piel por cuarta vez en lo que iba de la noche, mi espalda dolía y ardía pero mi cuerpo ya no respondía y mi garganta estaba tan dañada que ya no podía seguir gritando solo podía sentir que se escribía una M por toda mi espalda.

—¿Te duele? es obvio que si, te ayudaré a acabar con tu dolor, ¿soy muy buena no te parece? —se acercó sin arrodillarse y dijo con mucha felicidad— ¡te estoy haciendo un favor!

El demonio me volteo para quedar boca arriba y enterró otra vez la daga, ésta vez en el otro brazo, rajando mi piel en una linea, y luego tomó un poco de mi sangre en sus dedos y me dibujo una sonrisa sobre mi boca, sonrió, era perfect... mis ojos se cerraron, pero aún podía escuchar y sentir como un líquido se esparcía por mi espalda, entonces el fuerte olor golpeo mi nariz descubriendo que lo que estaba vertiendo sobre mí era gasolina, luego sentía como otras cosas eran echadas sobre mi espalda ¿polvo? supuse y asumí que me quemaría.

—Quizás te vea en el infierno algún día hijo de puta.

Sentí como mi cuerpo se encendía en llamas y quemaba mi piel, escuché como la muerte agarraba algunas cosas del suelo y se alejaba, y entonces perdí la conciencia dejando de sentir.

***

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