Ángeles y Demonios

Cap 39: El último baile

Por un segundo no me levanto, pero la idea sigue allí picandome. Luego de un minuto decido levantarme. No puedo dejar que se vaya así, no se ve bien.

Lo sigo y lo veo saliendo al estacionamiento, me muevo por la fiesta dando empujones sin querer perderlo de vista.

Salgo al estacionamiento y el viento frío me golpea haciendo que se me ponga la piel de gallina. Escaneo el estacionamiento con una mirada rápida y lo veo llegando a su auto, corro hasta él.

-Oye -digo cuando estoy a un metro de él, Mike se voltea-. ¿Qué pasa? No te ves bien.

Sabes muy bien lo que le pasa.

-No me siento bien -dice con un encogimiento de hombros restandole importancia.

Observo el auto, en la parte de atrás se puede ver una montaña de cosas, sobre los asientos y en la maleta no queda espacio para nada. Mi ceño se frunce y le devuelvo la mirada confundida.

-¿Adónde vas? -pregunto acercándome un paso con preocupación.

-Yo... -dice mirando sobre su hombro hacia el auto buscando las palabras-. Me iré, por un tiempo, tengo que aclarar mis ideas.

-¿Dónde vas? -pregunto otra vez con aun más preocupación.

-Lo suficientemente lejos como para alejarme y lo suficientemente cerca como para no perderte de vista -dice esbozando una sonrisa demostrando ue acaba de hacer una broma.

-¿Por cuánto tiempo te vas? -pregunto. Siento las lágrimas picar en mis ojos.

-No lo sé, hasta que todo esté bien supongo.

Mi mirada cae al suelo, no quiero que se vaya, lo quiero conmigo, a pesar de que eso sea muy egoísta.

-¿No pensabas despedirte? -pregunto dejando caer una lágrima por mi mejilla comenzando a sentir una pizca de rabia.

Que se vaya no va a solucionar nada, no va a arreglar nada.

-No quería esto -dice señalandome.

Giro mi rostro para que no vea mis lágrimas, tomo un suspiro y seco mis mejillas y vuelvo a mirar al frente.

-Bien, entonces no te despidas -digo volteandome lista para irme.

-No espera -dice tomando mi brazo, yo me detengo de golpe-. Ya estás aquí ya sabes que no volveré por un tiempo, ahora debo despedirme de ti.

Me volteo quedando frente él sin atreverme a levantar la vista. Mike toma mi barbilla y levanta mi mirada haciéndome mirarlo a sus bonitos ojos color miel, esos mismos ojos que me transmitieron seguridad la necesitaba ahora solo transmiten cansancio y tristeza.

Los ojos que conocí hace meses ya no están, solo queda un rastro de sequedad, odio que parte de esa falta de brillo en sus ojos sea yo.

-Una vez te dije que te parecías a Helena, y no es cierto. Eres diferente a ella, en todos los aspectos. Tu sonrisa es real, sonríes cuando quieres hacerlo y cuando no quieres no lo haces. Tus ojos son lo más sincero que he visto nunca y lo más hermoso también. No tienes la necesidad de ocultarte, me enamoré de eso, te amo por eso.

-Mike...

-Yo te amo más de lo que he amado nunca, lo he amado todo de ti, incluso esas miradas que no son para mí. Me duele admitirlo, pero, Matheo se merece esas miradas, esas sonrisas, él ha sufrido mucho y odio dejarte con él después de que te busqué y te seguí tanto. Deseo que seas feliz... -Las lágrimas ya no las puedo retener y caen por mis mejillas-. Él te hace feliz.

Apoya su frente en la mía y suspira. Quiero ponerle una cadena en el tobillo y retenerlo pero no puedo hacerlo, él se merece un respiro.

-Volverás ¿verdad? -digo en un sollozo, él seca las lágrimas de mis mejillas.