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07. Ira y pelea de profesoras

Los días siguientes fueron solitarios.

Con Harry distanciado y Hermione y Ron ocupados con sus roles de prefectos, Leylah deambulaba prácticamente sola por los pasillos de Hogwarts

A veces, acompañaba a Ginny hasta sus clases, pero la mayor parte de su día se dividía en ir a clases, leer en la biblioteca y vigilar a Harry de vez en cuando.

Además, sus pesadillas tampoco ayudaban mucho. Cada vez despertaba más veced en las madrugadas, se sentía frustrada y con ira siempre que pasaba.

Quería golpear cosas, personas o cualquier cosa que se le pusiera enfrente. Aunque debía admitir que sentía muchas ganas de golpear específicamente a Dolores Umbridge

Esa mujer, que para ella no era otra cosa que un monstruo, se paseaba por el castillo con arrogancia y altanería. Y lo peor de todo era que Dumbledore no hacía acto de presencia más que en las cenas.

Lo único bueno que le había pasado eran las cartas de Mikael, que le escribía sus aventuras en el campamento junto a sus hermanos y le dibujaba algunos momentos. Le escribía seguido y ella le respondía a cada una de ellas.

Con sus clases del día terminadas, Leylah se dedicó a pasear por el bosque para despejarse.

En sí, el bosque que rodeaba Hogwarts era del mismo estilo que el del campamento y tenía la esperanza de que apareciera algún monstruo.

El sonido del viento moviendo las ramas de los árboles y el canto de los pájaros pintaban un paisaje tranquilizador.

Una cabellera rubia casi platinada le llama la atención, se adentró unos pasos para encontrarse con Luna Lovegood.

La chica se encontraba de espaldas alimentando a los Thestral que se encontraban allí.

—Hola, Luna —la saludo una vez que estuvo a su lado.

—Hola, Leylah Riddle

Frunció el ceño cuando vio el atuendo de la chica —¿Por qué esta descalza? ¿No tienes frio?

—Un poco, sí. Los Nargles me han escondido todos mis zapatos —le contestó dulcemente encogiéndose de hombros sin importarles estar sin nada.

La semidiosa suspiro antes de agacharse a desatar sus propios zapatos, una vez que los tuvo en sus manos se los tendió a la más pequeña. Se estremeció por el cambio de temperatura en sus pies

—Ten, vas a agarrar un resfrío si sigues así

—Es muy amable de tu parte —Luna se los puso con una risita —Me quedan bien

—¿Sabes? Tal vez deba hablar con esos Nargles para que dejen de molestarte —Se cruzó de brazos sabiendo perfectamente quienes la molestaban a la rubia

Leylah RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora