Leylah Riddle

Epílogo

EPÍLOGO  

— Mataré a Snape

Remus se dio la vuelta al escuchar a Leylah en su despacho. Se encontraba apoyada contra el marco de la puerta abierta y de brazos cruzados.

— No, no lo harás — le contestó para seguir ordenando sus cosas — ¿Cómo te encuentras?

— Como si los dementores me hubieran querido dar un beso — bromeó, pero contesto seriamente al ver la cara del mayor — Estoy bien

Suspiró — Escucha leylah, sobre lo que dije esa noche...

— Tranquilo, no pasa nada — lo cortó — Tenías razón, sí sabía dónde estaba y lo estaba ayudando.

— Solo quiero que sepas que realmente no pienso así, estaba enojado y confundido, y me descargue contigo. Lo siento

— Te perdono, Remus. — le sonrió — ¿Qué harás ahora? ¿A dónde iras?

Se acerco al escritorio para ayudarle a guardar sus cosas como libros, pergaminos y tinta, un poco preocupada por el destino del licántropo

— No tienes de que preocuparte, estaré bien. Además, yo debería hacerte esa pregunta; ¿Qué harás ahora?

— Volveré al campamento, mi varita no está regulada por el ministerio ni nada de eso así que practicaré allí.

— O puedes quedarte y estudiar aquí — dijo serio y luego le sonrió comprensivo — Este también es tu mundo, no puedes simplemente alejarte de donde perteneces

— No importa cuantas veces demuestre que no soy como él, nunca será suficiente para ellos — dijo — De cualquier manera, no te vas a librar tan fácil de mí pienso visitarte cada vez que pueda

— Y te recibiré encantado — vio hacia el mapa del merodeador — Se acerca Harry

— Esa es mi señal, debo irme— se dio la vuelta para caminar, pero cambio de idea y volteando nuevamente, se acercó a él para abrazarlo— Eres el mejor profesor que he tenido

— Eres una persona muy especial, Leylah Riddle.

Se separaron justo cuando Harry apareció, le sonrió por última vez y se fue de ahí.

[...]

Camino hasta el bosque prohibido con todas sus pertenencias y una vez estuvo fuera de los límites de Hogwarts desapareció mediante un viaje sombra. No se quedaría en un lugar donde no era bienvenida y todos eran unos hipócritas, porque tenía gente que la aceptaba tal cual era, un lugar donde pertenecía y donde nadie dudaba de sus acciones o palabras.

Fue a casa. Fue al campamento