Los apellidos McCann y Rousseau no combinaban. Nunca lo hicieron. Al igual que Capuleto y Montesco.
Él no tenía en sus planes compartir asiento con la persona a quien más le temía y tenía ordenes estrictas de alejarse. Ella, por otro lado, era de e...
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FERN
Flanagan estaba tirado en el césped mojado, berreando de dolor.
Me quité la mochila del hombro y la deslicé entre las gradas, imitando la acción con mi cuerpo mientras que Amy hacía lo mismo. Sabía que a ambas se nos vería absolutamente todo lo que llevábamos debajo de las faldas no aptas para inicios de otoño, pero aparentemente, nos importó una mierda.
Volví a colgarme la mochila al hombro cuando mis pies estuvieron seguros en el suelo.
—Joder... Yo creo que no podrá caminar más —solté con un poco de dulce entre los dientes.
Una carcajada salió de mi garganta al ver el rostro asustado del chico.
—¿Qué hacías ahí arriba, McCann? —preguntó la castaña mientras lo observaba desde arriba con molestia.
—Na... Nada —intentó decir el ahora inválido.
—¿Qué escuchaste?
—Nada...
—Más te vale.
Apagó su cigarrillo en el metal de las gradas y lo arrojó al césped para después darse la vuelta y comenzar a caminar lejos.
—¡Eso se pone en la basura, puerca! —grité en su dirección.
Me sacó el dedo medio sin siquiera voltear.
Me agaché para juntarlo y olerlo un poco. No me molestaba el olor del cigarrillo, pero no fumaba, y ella eso lo sabía muy bien. Fastidiarme era su entretención, pero no podía quejarme, porque la mía también.
Me puse de pie y observé al chico tirado en el piso con mueca de dolor.
—¿Que hacías? —pregunté, esta vez borrando todo rastro de diversión en mi tono.
—Na...
—No me mientas, si me dices que nada, lo estarás haciendo. Puedo patearte el trasero muy bien desde aquí.
No dudó ni un momento en echarse para atrás con temor.
Rodé los ojos.
—Estaba bromeando, joder —Moví el cigarrillo entre mis dedos—. ¿Qué hacías? —repetí.
Lo vi acomodarse para quedar sentado. Sus ojos me observaban, pero era evidente que intentaba no mirarme al rostro, en cambio, desviaba la vista hacia mi cabello cada cierto tiempo.
Me puse una mano en la cintura, esperando pacientemente a que contestara.
—Solo estaba tomado fotografías... —dijo, levantando su cámara para que pudiese verla—. Para entrar al periódico escolar. Te vi escabullirte por debajo de las gradas y te escuché hablar con alguien —se encogió entre sus hombros y observó la hierva bajo su cuerpo—. Tenía curiosidad de saber con quien hablabas y... Bueno...