FERN
Me sentía molesta e irritada.
Solté un resoplido de frustración por lo bajo y chuté con mi bota una piedra en el asfalto.
—Lo siento, Fern... —dijo mi papá al otro lado de la línea.
—¿Y cuál se supone que es el problema por el cual no puedes venir a recogerme?
Se suponía que iríamos a comer algo a McDonals, a charlar un rato después de detención y ponernos al día. No nos veíamos muy a menudo, él tenía otra familia y yo... Agh, no importaba, entre más lo pensaba, más dolía, y yo odiaba que doliera.
—Tu hermana tenía partido y se acaba de torcer la muñeca.
Estúpida.
—Bien. Te... Te llamaré luego.
Por más que intentara esconder la nefasta desilusión en mi voz, me resultaba muy difícil fingir con él.
—¿Estás molesta? Quizás pueda ir en la noche a tu casa y...
—No —me apresuré a decir. Me esforcé por tomar mi tono desenfadado y sonreír—. Está bien, igual tenía que juntarme con un estúpido compañero después de clases, tendré cosas que hacer.
Aunque eso era una hora más tarde porque reservé tiempo para ti...
—De acuerdo, cielo, te llamo más tarde.
—Adiós.
Colgué.
Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza para después soltar un chillido frustrado. Mi mano se aferró a la correa de mi mochila y, si ya estaba enojada, ahora lo estaba aún más. Pateé otra roca en el piso y sin querer, le di con el pie al muro de concreto que estaba mirando.
—¡Mierda!
Me tiré al piso y sostuve mi pie con fuerza mientras apretaba los labios para no soltarme a maldecir como siempre. Si había alguien más en la escuela todavía, no quería que me viera llorar por mi pie lastimado.
Y quizás por otras cosas también.
Solté mi pie cuando el dolor se debilitó y traté de respirar para alejar las estúpidas lágrimas que se acumulaban en mis ojos.
Me sentía enojada, pero también herida.
De alguna manera, me sentía reemplazada o... quizás ni siquiera llegaba a eso. Mi hermana. No importaba qué, siempre que papá terminaba dejándome tirada por ella, me preguntaba por qué. ¿Por qué la elegía a ella? ¿Había hecho algo mal? ¿Qué me faltaba? ¿Debía causar más problemas para que así me mirase primero por una vez? No lo sabía, no tenía las respuestas a ninguna de esas preguntas.
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¿Y si somos Romeo y Julieta? ✔️ [Completa]
RomanceLos apellidos McCann y Rousseau no combinaban. Nunca lo hicieron. Al igual que Capuleto y Montesco. Él no tenía en sus planes compartir asiento con la persona a quien más le temía y tenía ordenes estrictas de alejarse. Ella, por otro lado, era de e...