FLANAGAN
—¡Carajo! Mi cara está en todas putas partes... —soltó Ferny mientras observaba uno de los carteles que habíamos esparcido las chicas del periódico, la señorita Fergus y yo por la escuela.
—No está en todos, algunos tienen solo el título y ya.
—Mhmm...
Se dio su tiempo para observar el cartel mientras chupaba una paleta redonda que había dejado sus labios de un color bastante rojo. Me preguntaba si sabrían a fresa...
Concéntrate.
Vale.
Aparté la mirada de ese punto y me concentré en observar mis zapatos. Eran tan interesantes...
—Vámonos —nos apremió la señorita Fergus mientras nos daba palmaditas en la espalda—. Se hace tarde y es nuestra última semana de ensayos. ¿No tienen calor?
En realidad, sospechaba que, o la señorita Fergus tenía la menopausia, o la estaban comenzando a invadir los nervios por el estreno de la obra, pues estaba haciendo mucho frío. Tanto que hasta Fern se había puesto un abrigo rojo que cubría gran parte de su cuerpo.
La vi sacar su celular mientras seguíamos a la profesora y revisar algo en él, para después hacer mala cara y volver a guardarlo en el bolsillo de su abrigo.
—¿No te ha mandado ningún mensaje? —cuestioné.
Negó, intentando esconder su decepción.
—A mí tampoco...
La señorita Fergus llegó azotando las puertas del teatro, como si de una boda se tratase y ella fuera la amante dispuesta a impedirla. Todos los alumnos dentro, sin excepción, dieron un respingo.
—¡Todos a sus posiciones! ¡Acto dos, escena dos! —el rugido de la señorita Fergus resonó por todo el lugar.
Nadie se movió, al contrario, se quedaron parados en sus lugares con el gesto desencajado, sin entender nada.
La profesora levantó la cejas.
—¡Ahora! —nos apremió.
Dio un fuerte aplauso uniendo sus palmas y todos se pusieron en marcha.
Los alumnos arriba del escenario se apresuraron a dejar todo preparado para la escena, quienes repasaban sus diálogos se movieron hacia las gradas, otro tantos se acomodaron en las butacas para ver el pre-espectáculo. Todos se movían como células perdidas dentro de un cuerpo que no conocen, buscando su lugar.
Ferny arrojó su mochila al suelo y caminó hacia el palco mientras se acomodaba el abrigo y su cabello volaba detrás suyo. Junté su mochila y la puse sobre una butaca vacía, junto a la mía. La pálida chica se subió al balcón improvisado que los de escenografía, Traly entre ellos, habían creado con mesas atadas de las patas para que no se movieran y ella no cayera de culo al suelo.
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¿Y si somos Romeo y Julieta? ✔️ [Completa]
RomanceLos apellidos McCann y Rousseau no combinaban. Nunca lo hicieron. Al igual que Capuleto y Montesco. Él no tenía en sus planes compartir asiento con la persona a quien más le temía y tenía ordenes estrictas de alejarse. Ella, por otro lado, era de e...