FERN
Cuando desperté, apenas recordaba lo que había sucedido. Mis brazos se sentían pesados y ajenos, mis dedos cosquilleaban y mis párpados se movían muy a la fuerza. No sabía cuánto tiempo había pasado dormida, pero no tuve que esforzarme mucho para saber que que estaba en mi habitación usual en el hospital que papá pagaba.
Mamá fue la primer persona que vi. Y fue todo lo que necesité para que ese chip en mi cerebro se activara y me dijera que había tenido que hacer algo importante antes de desvanecerme.
Mis ojos observaron su mano, donde no yacía ningún anillo, y entonces sentí que podía respirar mejor, aunque quizás fue por la maquina que me ayudaba a hacerlo.
Los médicos habían llegado a revisarme, mover aparatos, cambiar sueros, y cuando estuvieron seguros de que no pasaría nada malo si me quitaban el oxígeno, pude hablar.
-¿Cuánto tiempo? -fueron las únicas dos palabras que había podido modular, con la voz extremadamente pastosa.
La garganta me picaba, tenía sed.
Mamá se acercó con un vaso de agua ya preparado y me ayudó a beber. Me habría negado en otra situación, una donde pudiera moverme con naturalidad.
-No tanto como crees -respondió. Tampoco se oía bien, y cuando me di el tiempo de detallarla mejor, avisté el color rojizo que sus ojos guardaban, como si hubiera llorado mucho tiempo, y las ojeras que intentaba cubrir con maquillaje debajo de ellos-. El doctor dice que tu corazón ya... Ya está bien. Ya estás bien. Pero tendrás que quedarte para ver que todo siga yendo así. Siguen viendo lo de tu respiración. Y seguirás teniendo chequeos regulares, como siempre.
-¿Y entonces por qué lloras?
Su barbilla se arrugó y sus ojos se volvieron cristalinos. Tuvo que taparse la boca para ahogar un sollozo.
Abrí y cerré las manos en un puño demasiadas veces antes de que contestara, ni siquiera recuerdo cuántas fueron.
-Carter tuvo un accidente de tráfico ayer por la noche, después de dejar a su novia en casa. Él no... no...
Existe una sensación extraña, una que creo que a nadie le gusta. Esa que aparece cuando te dicen que alguien muere. Es como si te sumergieran en un lago enorme de agua helada. No procesas, no puedes salir, no puedes sentir. No entiendes lo que te dicen, solo escuchas voces apagadas murmurando palabras sin sentido en medio de un silencio atronador que se cuela por los oídos. Solo quieres que paren, que dejen de hablar. Y cuando por fin te sacan del lago, por alguna razón, lo sabes. En realidad escuchaste cada palabras de aquellos susurros, y tu cerebro sí lo proceso, y es real. Pero quieres que no, que no haya sido así. Regresar el tiempo y quedarte dentro del lago que creías era un infierno.
No supe en qué momento comencé a llorar, o cuándo esa película de recuerdos con el chico de cabello castaño comenzó a reproducirse en mi mente. Se sentía lejana incluso en ese momento, con algunos segundos de haberlo sabido.
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¿Y si somos Romeo y Julieta? ✔️ [Completa]
RomanceLos apellidos McCann y Rousseau no combinaban. Nunca lo hicieron. Al igual que Capuleto y Montesco. Él no tenía en sus planes compartir asiento con la persona a quien más le temía y tenía ordenes estrictas de alejarse. Ella, por otro lado, era de e...