Q U I N C E

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FERN

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FERN

Al principio, me enojé, después... Después seguí enojada. Punto.

Una cosa. Una puñetera cosa era lo que pedía: poder ver a mi padre a gusto. ¿Era tan difícil concederme aquel capricho? Porque a esas alturas comenzaba a creer que sí.

Podía estar viendo a mi papá, pero no estaba para nada a gusto con la situación. No estábamos en McDonals, no, estábamos en uno de esos restaurantes de comida italiana que a Amy le gustaban. No tenía nada en contra de la comida italiana, comida era comida, en lo que estaba en contra era en tener a Amy sentada a mi lado con cara de culo. Aunque, pensándolo bien, lo más seguro es que yo tuviera una cara aún peor.

Mis padres se habían separado casi apenas nací. Una infidelidad, esa era la razón.

No estaba enojada con Amy por ser el resultado de la ruptura de mis padres, después de todo, mamá había tenido cientos de parejas y las cosas siempre terminaban igual. Mamá llorando con un bote de helado en el sillón, mi hermano y yo escuchándola quejarse de sus exparejas y la televisión en National Geographic. Estaba enojada con Amy por siempre acaparar su atención.

Constantemente, cuando éramos niñas, solíamos agarrarnos de los pelos por cualquier motivo. Mamá decía que éramos bastante parecidas, por eso siempre terminábamos en algún pleito. A ninguna de nosotras nos gusta verlo así. Ante mis ojos, era más bien como una competencia por ver quien se quedaba a papá.

Al menos ella siempre me lo había hecho ver así.

Cada que papá me cancelaba alguna salida, era por ella, y yo estaba segura de que la chica lo hacía a propósito.

Lo único que yo quería era tener un tiempo a solas con papá. Hablar con él de todas las cosas que seguro ellos hablaban. Comer a su lado. Reírnos de los niños que se caían en el parque. No sé, hacer cosas tontas junto a él, no importaba qué. Pero ella lo tenía, yo no.

Papá se había casado con su madre apenas Amy nació y... Bueno, las cosas siempre habían sido como: Fern, tu papá te llama. Fern, tu papá está afuera. Fern, tu papá se disculpa porque no pudo venir. Fern, Amy tuvo un accidente y tu papá no vendrá por ti.

Y yo contestaba siempre un: No importa, está bien.

No lo entendía. Amy lo tenía la mayor parte del tiempo, ¿por qué no podía prestármelo? Al menos unos segundos, eso era todo. Era todo lo que pedía.

Pero quizás tendría que entender que escuchar su voz a través del teléfono era todo lo que podría obtener de él.

El mesero dejó los platos sobre la mesa y todos los observamos por un rato, hasta que papá decidió ser el primero en comenzar a comer.

Nos lanzó una mirada a ambas y tuvimos que hacer lo mismo.

—¿Cómo van las cosas con la escuela, cariño?

¿Y si somos Romeo y Julieta? ✔️ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora