Empatía

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Toda la noche, los adultos habían revisado diferentes planes para actuar. Llevaban horas discutiendo distintas formas de lograr sacar al Senju del clan Uchiha. Pero no podían ponerse de acuerdo en absolutamente nada.

Un shinobi cualquiera podía escucharles y pensar que eran los dos hombres más ridículos del universo. Pero no era porque fuesen ignorantes. Sino que ninguno de los dos quería ceder un poco. Y los planes que no implicaban su orgullo como líder (o futuro líder) de su clan, eran los que a simple vista parecían más absurdos.

-¡¿Puedes cerrar la boca ya?!- Madara se cruzó de brazos. -No quiero discutir más al respecto. ¡Es una tontería!-

-Si para ti, hacer un tratado de paz oficial y enviarlo por palomas mensajeras es una tontería entonces tienes un grave problema!-

-Será mas sencillo explicar que te capturé durante uno de mis viajes al exterior y me aproveché de tu lamentable estado para traerte aquí y comerciarte como esclavo.-

Tobirama frunció el ceño y suspiró. El azabache de largo cabello no dejaba de insistir en planes que involucraban que él se luciera ante los mugrosos Uchiha solo por orgullo. No había forma de que el terco sujeto dejara de desear guardar las apariencias.

Y hasta cierto punto lo entendía. Era normal para un líder actuar tan imperativo. Pero había muchas cosas en esa versión que no encajaban. Si alguien sabía que Madara había permanecido en su casa el supuesto día que llegó con el Senju, entonces su plan se iba al traste. Por otro lado, eso incluía que los niños mintieran respecto a que fue el adulto quien encontró al Senju. Y ese era otro tema aparte a tratar.

-En fin, otra de las opciones es que yo me entregue...- Tobirama explicaba su plan. Demasiado centrado en sí mismo como para notar que el Uchiha comenzaba a desviarse de la conversación, en parte por cansancio y en parte por estar borracho.

El azabache estaba agotado. Sus energías habían desaparecido casi por completo. Todo ese día fue realmente extraño. Primero los niños deciden salvar al Senju, luego lo traen a su casa cual perrito abandonado y este, en un acto de locura y probablemente de idiotez decide ofrecerse para que sus clanes entren en paz.

Nada tenía sentido. Y lo peor, es que por más que intentara cooperar para ese bien en común, el albino no ponía las cosas fáciles.

En el momento, había accedido a hacer la paz. Lo que le impulsó fue su debilidad. Quería proteger a su clan y a sus niños a toda costa. No quería que sufrieran y terminaran como él.

La realidad es que, por mas títulos y honor de shinobis que le dieran...era un asesino. Y su vida, era una mierda. Pelear, pelear y pelear constantemente todos los días, buscar formas de sobrevivir y tener que abandonar territorios cuando las cosas se ponían feas, le habían hecho ganarse muchas cicatrices y dolores en tan solo unos 24 años. Era demasiado.

El recuerdo de un moreno de corto cabello sonriéndole y hablando de la paz, un lugar ideal donde nadie moría, volvió a su mente.

Madara soltó una risilla.

-¿Y ahora que te picó, Uchiha?- preguntó Tobirama.

-Es solo que, tu hermano debe estar completamente loco ahora mismo. Lo que menos debe pensar es que llevas más de veinte horas vivo en mi casa.-

El Senju dejó las hojas a un lado. Y sirvió mas té verde en ambos vasos. Le acercó uno a Madara. No deseaba que el azabache siguiera bebiendo sake. Era peligroso para el albino ya que si el azabache tenia una rabieta, entonces podía matarlo sin pensarlo.

-Yo tampoco puedo creerlo.- agregó el albino. Hasta cierto punto, era cierto. No comprendía a ciencia cierta lo que pasaba por la mente del Uchiha. Lo que él hubiese hecho, estando en la misma situación, distaba completamente de las actitudes turbadas del azabache.

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora