Frialdad

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Recordaba la primera vez que vió al azabache, con el cabello recogido y cuidando de un grupo de felices chiquillos que correteaban por una casa durante los inicios de aquel invierno. La variedad de expresiones que iban desde el desagrado, la intimidación, risas divertidas, un sonrojo producto del alcohol y una serena expresión de calma cada que miraba a alguno de los niños hacer sus cosas.

Pero ahora, la imagen que tenía frente a él era absolutamente distinta. El cabello despeinado agresivamente, un yukata de entrecasa que había sido reemplazado por una armadura de batalla, ojeras que demostraban la falta de sueño y sobre todo una expresión en su mirada...desviada. La postura en la que el azabache estaba sentado en el suelo de la celda no era una postura relajada, aburrida. Parecía de hecho, estar inusualmente cómodo en aquel suelo húmedo y mohoso, siendo él tan agresivamente pulcro en cuanto a la higiene y la limpieza. Casi como si no le importara el lugar donde estaba. 

-Bien, ¿De qué quieres hablar, Senju Tobirama?-

El pelinegro parecía en un inicio no prestarle demasiada atención, y eso molestaba al peliblanco lo suficiente como para acercarse más a la celda y apretar sus propios brazos cruzados como una forma poco eficiente de contenerse a si mismo.

-¡Quiero explicaciones!- La imagen romántica de un dulce Madara parece desvanecerse ante sus ojos rosados. La crueldad, suciedad, sangre y casi la locura ahora parecían ser el resultado de siquiera unos pocos meses. Necesitaba entenderlo. ¿Cómo diablos todo esto había ocurrido?

-¡Oh! ¿Sobre anoche?- el pelinegro no dejaba el sarcasmo de lado.

-¡¡Sobre todo lo que sea necesario que yo sepa!!-

-Bueno, entonces...anoche. Simplemente descubrí a ese tipo siguiéndome en el palacio Senju. No me hizo gracia. Y bueno...pasaron cosas.- 

El albino arqueó una ceja, disgustado. 

-"Pasaron cosas", ¿no? Como que lo perseguiste por el bosque frenéticamente y lo asesinaste a sangre fría. ¿Qué se supone que debo pensar respecto a eso, miserable hijo de puta?-

El azabache guardó silencio y se incorporó, con una sonrisa burlona en su rostro.

-¿Estás enojado?- 

-¡¿TIENES IDEA DE LO QUE HAS HECHO, UCHIHA MADARA?!- 

-Si, se perfectamente lo que hice anoche y que no compensa en absoluto toda la mierda que he pasado estos malditos días. ¡Que pena, que haya decidido descargar mi rabia con un pobre imbécil que estaba siguiendo mis pasos para vaya a saber qué macabro movimiento de guerra en contra de toda la nación!-

-¡¡No es justificativo para quemarlo vivo!! ¡Nada lo es en este territorio!-

-¡Ah! ¿Pero quitarle los ojos a un Uchiha tampoco es justificativo para buscar al culpable y asesinarlo entonces?-

Tobirama guardó silencio momentáneamente, calmando su ira. 

-Sé lo que sientes respecto a eso. Pero hay una investigación en curso. Y si actúas como un psicópata, te culparán a ti de ello.-

-Ya lo hacen. ¿Por qué crees que mi clan no se ha presentado ni por un segundo a intentar protegerme de cualquier ridícula acusación? ¿Por qué crees que hay individuos siguiéndome? Soy el blanco de las acusaciones aquí.- El azabache se acercó caminando firme y agresivo al albino. Solo separados por unos sencillos barrotes de hierro. -Yo simplemente reacciono a lo que puede poner en peligro a todos. Ya sea a mi clan por su Kekkei Genkai, o a la aldea entera.-

La mirada decepcionada y molesta del albino no desapareció ante sus palabras. Pero su voz, si bajó un poco de volumen.

-Lo sé perfectamente. Pero te has pasado de la raya esta vez. Y lo sabes.-

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora