Los hermanos Senju

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Usualmente las mañanas no eran soleadas en pleno invierno. Y sin embargo, a pesar del frío devastador, sólo unas pocas nubes le impedían a Hashirama disfrutar del brillo del sol.

Al menos, esa mañana era lo único bonito de toda la mierda de situación. Anoche Madara y Tobirama habían desaparecido y aún no habían vuelto. ¿A dónde rayos se habían ido? ¿Y por qué no le avisaron siquiera a los chiquillos? Los mocosos parecían no tener la menor idea sobre el paradero del Uchiha.

Y ahora, estando en la terraza el moreno sentía el impulso de salir en su búsqueda. Pero debía ser paciente. Si, ya el azabache volvería y podría darle la noticia.

¿Tal vez Madara se había alejado porque Hashirama le insistió en discutir la situación de los Shimura?

Era probable, tal vez el Uchiha no quisiera admitir su error. Pero a su vez, era algo necesario. Sobre todo ahora que tenía la carta del Daimyo en su escritorio.

El moreno divisa desde la terraza a una figura saltar el muro que separaba el palacio del resto del clan Senju.

Frunció el ceño. Ya era hora.

Cuando Madara pisó el patio del palacio, tampoco había shinobis alrededor. Solo un brillante sol haciendo relucir todas las esculturas y plantas. Demasiado brillo ostentoso para su gusto.

Buscó con la mirada la ventana del albino, no parecía haber una ventana abierta a la vista.

Tobirama saltó detrás suyo, extrañado porque el azabache no avanzó.

Desde la terraza, el moreno saltó y cayó de pie frente al azabache.

Al verlo, Madara tragó saliva. No esperaba encontrarlo tan pronto. Apenas había regresado. ¿Le estaba esperando?

Sin siquiera consultarle, Hashirama lo tomó del brazo y lo atrajo hacia él.

-¡Oye! ¡Sueltame, Senju!-

-Tú y yo tenemos que hablar.-

El moreno poco más estaba arrastrando al Uchiha adentro del palacio, frente a un albino que le miraba enojado.

-¿Puedes al menos esperar a que estemos dentro, Hashirama? Acabamos de regresar.- el peliblanco no sabía cómo interferir exactamente. La reacción de Hashirama era inusual, pero teniendo en cuenta que habían discutido tampoco le sorprendía.

-Guarda silencio.- el moreno hizo caso omiso y absoluto de su hermano, su voz autoritaria incluso hizo que el azabache evitara hacer berrinche.

Madara lo sabía. Por la voz del moreno, quería hablar de algo serio.

Maldita sea.

A regañadientes, decidió permitir que el moreno lo llevase hacia su oficina, dejando atrás al peliblanco. Durante todo el trayecto caminando por pasillos y subiendo las escaleras, el moreno no le había soltado el brazo y tampoco había dicho una palabra.

Una vez dentro del despacho de Hashirama, este soltó al Uchiha.

-¿Se puede saber qué te sucede como para irte así del palacio?- preguntó el moreno, cruzándose de brazos. Si, estaba realmente molesto.

-¡Mi clan me necesita, cerebro de nuez!Fui directamente hacia allí.-

-¡Creí haberte dicho que te quedaras a descansar!-

El azabache sentía que el moreno le intimidaba con su presencia y rabia. Comenzó a fastidiarse.

-¡Tú crees decir muchas cosas, Hashirama!-

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora