Mente fría

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-¿Qué crees que esté hablando el Sensei con los demás?- preguntó Obito, dando vueltas en el cuarto. -Lleva casi dos horas y comienzo a aburrirme.-

-Tal vez ocurrió algo importante.- Itachi ajustó la coleta de su cabello.

-Pues no debería ocultarlo de nosotros.- Shisui se acercó a la puerta, pegando el oído e intentando escuchar.

-¿Crees que sepan que Senju-san está aquí?- Inabi miró preocupado al albino.

Este último estaba sentado sobre el tatami. No había dicho una palabra desde que Madara se fue. Tampoco se había movido.

-Lo dudo. No creo que Madara Sensei quiera que alguien lo sepa.- Itachi se cruzó de brazos. -Sería un problema para él.-

-A menos que nos culpe a nosotros.- Kagami miraba por la ventana la nieve caer. -Sigue siendo el líder y la cagada fue nuestra.-

El albino pensó en responderle que Madara no tenía esas intenciones. Sin embargo, sentía que su comentario era absolutamente irrelevante. Por otra parte, no deseaba que su voz fuese escuchada por los "invitados" del Uchiha. Sería un grave problema. Lo mejor era mantenerse inmóvil hasta tener la certeza de que esos sujetos se habían ido.

Shisui deslizó suavemente la puerta y asomó la cabeza hacia el pasillo. El silencio reinaba alrededor. Si Madara estaba hablando con sus colegas, no se escuchaba en absoluto.

-¡Shisui! ¿Qué haces? ¡Vuelve aquí!- susurró Itachi, fastidiado. Tomó a su amigo por el brazo y lo metió nuevamente al cuarto. -¿Quieres que el Sensei se enfurezca contigo?-

-¡Suéltame, solo tengo curiosidad! No se oye nada.- bufó el chiquillo, empujando a Itachi. -No me fastidies, pestañas largas.-

-¡¿Que problema tienes con mis pestañas ahora?!- enfureció Itachi. Su susurro se transformó gradualmente en un murmullo.

Obito se acercó a la puerta con la intención de cerrarla, sin embargo, fue capturado por Shisui y lanzado hacia atrás.

-¡Oye!- Obito le respondió al mayor con otro empujón, a la vez que activaba su Sharingan. -¿Qué rayos te pasa? ¡También estoy cansado de esperar pero si el sensei nos escucha se molestará!-

Tobirama sintió como una gota de sudor resbalaba por su frente. A esos niños les faltaba demasiada disciplina. Parecían acatar a medias las órdenes del azabache. Y eran demasiado inquietos. Curiosamente, su padre había sido demasiado recto con él. Era imposible que a esa edad le desobedeciera. Quien más tendía a ser insoportable era su hermano mayor.

-¡Ya dejen de pelear!- se quejó Itachi. -Saben que debemos quedarnos aquí. El protocolo siempre fue y será así. Y se acabó.-

-Pues yo si me quedaré, no como Shisui.-

-¿Qué quieres decir Obito?-

El albino apretó las manos. De seguir así era más que seguro que Madara terminase por regresar y moler a golpes a todos los mocosos y a él por estar presente.

-Oigan.- susurró. -Quietos.-

Los chiquillos le miraron. Itachi y Obito se sentaron en sus lugares.

Bueno, aparentemente al menos respetaban la palabra del albino.

Shisui cerró la puerta, refunfuñando.

-Senju-san, ¿A usted no le da curiosidad saber de lo que habla mi sensei?- preguntó.

Tobirama arqueó una ceja.

-No realmente. ¿Por qué la pregunta?-

-Madara Sensei una vez nos dijo que los clanes enemigos suelen interesarse en uno para quitar información. Y suelen aprovecharse para escuchar a escondidas las conversaciones ajenas.-

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora