El plan y el regreso

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Primero lo primero. Explicaciones.

-Sólo diré esto una vez, Senju. Hay cierto tipo de conversaciones que no se discuten en esta mesa en presencia de los mocosos. Una palabra fuera de lugar, y te arrancaré la lengua.-

Ciertamente, Hashirama no tenía en mente quebrantar aquella norma impuesta por el cuervo. Por lo que no dijo una palabra hasta que los chiquillos se fueron a sus habitaciones. Notó que ellos estaban molestos. Probablemente acostumbraban a que Madara los tuviese fuera de asuntos políticos o importantes.

Demostraba que le interesaba protegerles. Y a su vez, era una herramienta de doble filo que mantenía a los chiquillos lejos del mundo real.

Una vez solos, los tres adultos tomaron asiento.

Tobirama tampoco dijo una palabra al respecto. Y a pesar de tener junto a él a su hermano, en su mente rondaba el reencuentro con Madara luego de la noche anterior.

El azabache lucía igual que siempre. Pareciera que a simple vista, aquel momento agridulce que vivieron no hubiese existido.

Y si, tampoco era la gran cosa. Pero por alguna razón, eso inquietaba al sujeto de cabello plateado.

-Tengo que admitir, que puedo esperar que la guerra sea un tema del cual no hablas frente a ellos, Madara. Pero, también me sorprende que mi hermano lo respete.- Hashirama decidió comenzar a tantear el ambiente. Era el primer paso para dialogar en una situación tan complicada.

-Lo que a mi me sorprende es que estés aquí y nadie te haya cortado la cabeza aún.- Tobirama replicó, cambiando de tema.

-¡Ah eso! En realidad venía a rescatarte y dispuesto a pelear. Pero me crucé con Madara de casualidad y bueno, aquí estoy. ¿Cierto, Mad...?-

-Cállate.- El azabache interrumpió con una mirada asesina y apoyando los codos sobre la mesa.

Pero claro, Hashirama no prestó atención a sus señales agresivas. Y eso haría que la charla fuese más ligera.

-¿Puedo curar a Tobirama?-

-Mientras antes lo hagas, antes se largaran de mi casa.-

-¡Bien!- el moreno hizo unos jutsus con sus manos y un chakra de color lima rodeó sus manos. Con sumo cuidado, fue curando las heridas de Tobirama. Ya no eran graves. Le llevaría poco tiempo que esté sano por completo. -Mientras tanto, ¿Puedo proponerte una reunión para hablar sobre las condiciones de rendición de mi clan?-

Se expresó de forma natural, como una hoja desprendiéndose de un árbol.

Tobirama tardó un momento en entender lo que había escuchado. Y su reacción fue levantarse y cruzar miradas con un ególatra azabache, que gozaba al notar su expresión de descontento absoluto. ¡Maldito Uchiha!

-No hay nada que negociar, Hashirama. He dicho cuales eran mis condiciones para traerte aquí.- las palabras del Uchiha no iban dirigidas al moreno, iban dirigidas al albino. Esa era su forma de vengarse por la situación de anoche. Y en cierta forma, ver a Tobirama tan molesto era deliciosamente satisfactorio.

-¡Hijo de puta!- soltó el albino. -¿Como diablos se te ocurr...?-

-Madara, pusiste las condiciones pero aún no me he llevado a mi hermano. Por lo que insisto, podemos resolverlo en una reunión oficial entre el clan Senju y el Uchiha. Si no encuentro alternativas para convencerte, aceptaré tus condiciones. Pero por ahora, cumple con tu parte de palabra y deja que me lleve a Tobirama.-

-¡No soy una puta caja de provisiones para que me anden negociando! ¡Ustedes dos están locos! ¡Los detesto! ¡Hashirama no puedes permitir esto!-

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora