El espía

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Un árbol que estorbase en el medio no era realmente un problema para él. No ahora que estaba más que centrado en capturar a su presa. 

Si tan solo tuviera su abanico consigo o algún tipo de arma sería más sencillo despejar el maldito bosque y encontrar al intruso. 

Madara se sostuvo de una rama y se trepó en lo más alto del árbol, con su sharingan brillante mirando hacia todas partes e intentando encontrar al sujeto. Podía percibir su chakra, estaba cerca. Pero por alguna razón, encontraba erráticos sus movimientos. Como si el maldito sujeto se trasportara de árbol en árbol sin utilizar el suelo. El azabache no sabía percibir si era algún jutsu, ya que su energía también era poco usual. Su chakra era perceptible, pero distinto. 

Muy distinto...

Y eso solo le generaba más impaciencia. 

Mientras Madara pensaba, se percató de que el sujeto se quedó inmóvil. ¿Será porque el Uchiha  no le perseguía? 

El pelinegro frunció el ceño, molesto. Si realmente estaba escapando, el sujeto no se quedaría a esperar a ver si le perseguian. ¿Se estaba burlando de él? 

Bien, si el sujeto quería morir, Madara no era quien para negarse a su ridículo deseo. 

-No creo que a Hashirama le fastidie perder un par de árboles.- murmuró. Acto posterior, reunió chakra y realizó un jutsu que no solía utilizar muy a menudo por la cantidad de chakra requerido, pero que sería realmente práctico para deshacerse del sujeto al que perseguía fácilmente. -¡Katon: Ryūen Hōka no Jutsu!- 

El azabache expulsó bolas de fuego que rápidamente se convirtieron en pequeños dragones que arrasaron con distintas partes del bosque en un frenético ataque que si capturaba al intruso, lo reduciría a cenizas. Estas criaturas dieron varias vueltas, destruyendo árboles y quemándolo todo a su paso. Sin embargo, no llegaron a encontrar el lugar exacto donde el maldito sujeto se escondía y acabaron por desvanecerse. 

Madara se bajó del árbol y se cruzó de brazos. Podía percibir al sujeto merodeando a su alrededor. Pero el hecho de que su ataque siquiera hubiera surtido efecto, le molestó lo suficiente como para dejar la persecución a un lado. 

Realmente no tenía miedo, la herida en su hombro no era tan grave como para impedirle pelear. Y con sus ojos podía percatarse de cualquier tipo de ataque.

-¿Y bien? ¿Te apetece bailar o simplemente te quedarás escondido en los putos arbustos?- vociferó el pelinegro. Mantenía una arrogante y aterradora expresión en su rostro, que demostraban su falta de interés en el "rival". Pero que dependiendo de quién lo viera, podría sentir pánico, admiración o respeto.

Justo debajo de él, la tierra tembló ligeramente y se levantó. El azabache no dudó en dar un paso hacia atrás y posteriormente reunir chakra en su pie, para luego golpear el suelo con una fuerte patada. Pero no dió con nada en particular. El suelo se rompió bajo sus pies y a su alrededor solo se levantó polvo y nieve.

Luego de ello, silencio. Madara frunció el ceño, sintiéndose más molesto de lo usual.

-¡Vaya! No eres muy amable con los desconocidos. ¿Cierto?-

El azabache abrió los ojos como platos al percatarse de que justo a sus espaldas, donde había un árbol, escuchó finalmente la voz de su enemigo. ¡¿Por qué ni siquiera lo había percibido?!

Se giró bruscamente, golpeando el árbol con un puño. Pero allí no había nada.

-¡Qué descortés! ¡Y eso que tú te has quejado primero de que yo esté en los arbustos! ¿Cómo esperas que salga si solo quieres darme una paliza?- 

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora