Una velada mágica (Primera parte)

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Los chiquillos se prepararon con sus ropas más elegantes. En general, los Uchiha jamás gozaban de lujos como vestimentas ostentosas. Pero Mikoto se había encargado de modificar algunas de las prendas de los niños. Ahora llevaban un bordado con el abanico del clan Uchiha en la espalda y uno más pequeño en el pecho. En el cuello de las camisetas, un hilo rojo bordaba unos dragones. Y había decidido cambiar los botones de los pantalones negros para que combinasen con aquel detalle. Ahora tenían botones rojos con un bonito patrón de fuego. Por otro lado, le entregó su brazalete dorado a Itachi. Era un objeto que no tenía mucho valor, pero a su vez, lucía bonito. Y al chiquillo le quedaba perfecto.

En cuanto terminó de peinar el cabello de Itachi y atarlo con una coleta roja, intentó acomodarle el cuello de la camisa a Obito, que rápidamente alejó a la mujer y salió corriendo.

—¡Ya estoy bien! ¡No necesito nada más!—

—¡No seas grosero!— la mujer se cruzó de brazos. —Hoy es un día importante.—

—¡Obito!— Kagami estaba revolviendo cosas en el sótano. Salió con la ropa sucia y unas gafas grises en la mano. —¡Mira lo que encontré!—

—¡Kagami! ¡Mira tu ropa! ¡Es un desastre!— la mujer se acercó al chiquillo, que rápidamente le lanzó las gafas a Obito.

—¡Atrapalas!—

—¡Waaaa!— el chiquillo tomó las gafas y entre risas se las puso, feliz. —¡Que genial! ¡Veo todo naranja! ¡Me las llevaré puestas!—

La mujer suspiró fastidiada.

La casa era un completo caos. Los chiquillos estaban a las corridas, de un lado a otro y revolviendo todo. El que más detestaba vestirse elegante fue Obito y ahora Kagami motivaba su desorden. Inabi directamente no se había peinado. Estaba saltando sobre el sofá para entretener a Sasuke. Itachi y Shisui desaparecieron en cuanto ella les quitó la vista.

Joder. Todo ese revuelo le impedía al azabache mayor concentrarse. Sin embargo, este parecía no hacer caso a los mocosos ni a la enfadada mujer.

Estaba sentado en su habitación, mirándose al espejo, en silencio. Se había vestido con el Yukata azul marino. Descubrió tarde que el albino había cambiado las bolsas y ahora él llevaba el yukata "equivocado". No tenía sus guantes negros. Pero la ropa lucia bien. Sin embargo no era el estilo de fuego que esperaba demostrar. El bordado de olas de mar le recordaban al peliblanco y eso solo le revolvía el estómago.

No porque lo detestara o no le gustara la ropa que le regaló.

Recordaba que se había dejado besar por Hashirama.

Un error fatal. Y ahora debía verlo nuevamente en la velada. Aún cuando le había rechazado. Era terrible.
¿Cómo se supone que manejaría la situación?

Y peor aún, ¿Como vería al albino a la cara? No es que llevase tatuado en la frente que besó a su hermano mayor pero, sabiendo que entre los dos estaban luchando por él eso era demasiado delicado.

Porque tampoco estaba seguro de la forma de actuar de Hashirama. ¿Se lo habrá dicho ya al albino? ¿Llegará a acercarse nuevamente? Joder...

Y lo peor de todo, era que el moreno esperaba verle con el collar puesto.

Ese collar se lo había dado probablemente para tener una señal de que el Uchiha perdonaba aquel beso.

Si Madara llevaba el collar puesto, las cosas estarían bien. Y sino, probablemente la paz entre clanes terminase durante esa misma reunión.

Maldita sea.

Itachi y Shisui estaban listos. Habían escapado de Mikoto y ahora permanecían callados en el patio, desde la ventana podían notar a Madara frente al espejo furioso/preocupado. Inclusive ligeramente nervioso.

•[ La otra cara de mi enemigo ]• (BL) - (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora