Capítulo 42

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—Justin... tienes que tratar de calmarte, no vas a lograr nada así.

La voz de Bianco era calmada y me decía la última cosa que quería oír. Esa maldita frase era como un jodido mantra que todos querían meter en mi cabeza. Mi padres, mis hermanos, hasta los mismos amigos de _____... pero ellos no entendían que no podía calmarme hasta que no tuviera a _____ conmigo, mis hijos eran la única cosa que me mantenía cuerdo.

No sabía porque había venido a ver a Bianco. No, de hecho si lo sabía era el único lugar en el cual podía pensar en estar. Necesitaba salir del lugar que me recordaba a ____, no era que pudiera sacarla de mi mente en algún instante, pero necesitaba un momento para pensar y la oficina estaba más que descartada.

—No puedo estar calmado, Bianco... ha pasado una semana, una jodida semana... y... no sé nada de ella.

—Lo sé, comprendo lo difícil que es la espera, Justin. Pero haces todo lo que está en tus manos, no puedes reprocharte más por eso... tienes hasta a la interpol en esto... lamento decirlo pero no te queda más que esperar.

Bajé la cabeza en signo de rendición. La espera era una jodida perra que se burlaba en mi cara, mientras mi esposa estaba con un maldito lunático era eso lo único que podía hacer.

Mi teléfono vibro en el bolsillo del pantalón, con un suspiro lo saqué para ver el nombre de mi padre en la pantalla. Me apreté el puente de la nariz suspirando, no podía poner un maldito pie fuera de la casa sin que alguno de mi familia me llamara para saber donde estaba, apreciaba su preocupación pero esta mierda era el colmo. Respiré varias veces para tratar de calmarme, no quería hablarle mal a mi padre.

—¿Qué pasa, papá? Estaré en casa en unos minutos.

—No, tienes que venir a la estación de una vez... capturaron al hombre que pago la fianza de Marcus.

Me levanté atrapando la atención inmediata de Bianco, el rayo de esperanza creciendo dentro de mi pecho. Teníamos algo, un punto de partida y en ese momento donde la desesperación estaba consumiéndome era lo mejor que podía pedir.

No tardé mucho en llegar a la estación. Estaba seguro que había infringido todas las normas de transito posibles, pero no me importaba en ese momento lo único que quería era llegar y sacarle a patadas la información.

Mi padre y el detective Jones me esperaban en la estación. Al llegar el detective comenzó a explicarnos que lo había capturado por poseer sustancia ilícita en su auto, y uno de los policías que estaba de turno en la estación lo había reconocido y lo llamó en ese momento. No me importó mucho el cómo en ese momento, lo importante para mí era la posibilidad que él supiera donde estaba mi esposa.

El detective Jones nos guío por el lugar hasta la sala de interrogatorio. Nos quedamos frente a la gran ventana que daba un vistazo de la sala, pude ver al hombre sentado frente a una mesa, su mirada desviándose de un lado a otro mientras jugaba con el aro en su boca. Respiré hondo cruzando mis brazos, apretando mi mandíbula hasta que dolió, por más que quería entrar a ese lugar y exigirle que me dijera dónde estaba _____ me obligué a mantenerme en mi lugar.

—No me importa que delito tenga... —El detective Jones me miró con su mano en el pomo de la puerta — Dígale que estoy dispuesto a pagarle el mejor abogado, haga todo lo posible porque diga dónde está mi esposa.

—De acuerdo, Señor Bieber.

El detective entró a la pequeña sala para enfrentarse con el hombre. No fue para nada lo que esperaba, si bien estaba aliviado que estuviera dispuesto a cooperar —Lo cual agradecía profundamente— No estaba preparado para todo lo que iba a decir, mucho menos para el nombre que había salido a relucir.

¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora