Capítulo 6

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Eso no podía estar pasando, traté de pensar que era una maldita alucinación, pero él seguía sentado esperándome. Me acerque a él y tomé asiento. Me miraba paciente, como si esperara una explicación o algo así, pero yo no estaba dispuesta hablar. ¿Qué demonios hacia un hombre como él en un sitio como ese? ¿De verdad era una casualidad? Me costaba mucho pensar que frecuentara sitios así.
Miré a nuestro alrededor y pude ver a Tyler parado en una esquina vigilándonos. ¡Mierda, él también había venido! Me encogí de vergüenza por ser vista con esa ropa y en ese lugar, a pesar de repetirme una y otra vez que no estaba haciendo nada malo.
— ¿Va a quedarse callada toda la noche?
—No tengo nada que decir, señor Bieber.
—Recuerdo que me llamó Justin la última vez que nos vimos.
— ¡Porque pensé que no lo iba a ver nunca más! —exhalé exasperada, él frunció el ceño y yo respiré hondo para calmarme—. Jamás esperé encontrarlo aquí.
—Siendo sincero, yo tampoco espere encontrarla en un lugar como este.
—Es un trabajo, necesito el dinero.
—Esto es un prostíbulo, ______. —Escupió asqueado, y yo traté de ignorar la sensación que me produjo escucharlo decir mi nombre por primera vez—. ¿Sabes los peligros que corres aquí?
—Yo no estoy a la venta y los vigilantes siempre están allí cuando los necesito.
—Ese no es el punto, no puedes estar en un lugar como este.
—Lo siento, Señor Bieber; pero no todos tenemos la suerte de nacer en cuna de oro —le dije con rudeza—. Tengo que conseguir el dinero como pueda.
—Tiene razón... —Sus ojos grises brillaron con un sentimiento que no pude identificar—. Pero algo está pasando contigo, _____, y exijo saber qué es.
—Usted no es nadie para exigirme nada.
—Vuelves a tener razón y me disculpo. Estoy acostumbrado a dar órdenes, me cuenta pedir las cosas. —Respiró hondo y me tomó las manos entre las suyas, miré a Camille de reojo pero estaba distraída, cuando volví a verlo sus ojos me observaban con cautela—. Somos amigos y sé que te está pasando algo.
—No somos amigos, Señor Bieber.
—Lo somos _____, puedes llamarme Justin y también confiar en mí. Me tienes muy preocupado. Desapareces, no te veo por cuatro días, intento buscarte pero nadie sabe nada de ti y cuando apareces estás golpeada; me dices que no quieres saber más nada de mí sin una explicación razonable y ahora me entero que trabajas en este lugar. ¿Qué está pasando _____?
Mi corazón latía fuertemente, tenía tantas ganas de contarle toda mi historia. Se había portado tan bien conmigo y me había demostrado que podía confiar en él, aún así tenía miedo de que me separaran de Ted y el hecho de que seguía sin encontrar una solución para salir de allí los dos juntos lo hacía más difícil. ¿Cuánto tiempo podríamos soportar? ¿Qué pasaría si Marcus se volvía loco de un día a otro? No quería que me volviera a golpear ni que pasara algo en lo que Teddy se viera involucrado.
Justin me estaba ofreciendo su total amistad y me pedía que confiara en él, tal vez él encontrara una solución para que ambos nos liberáramos de Marcus y sus abusos. En ese momento me di cuenta que Justin era mi última esperanza, siempre había creído que las cosas pasaban por algo y tal vez él había llegado a mi vida para ayudarme, quería creer eso con todas mis fuerzas. Apreté sus manos y lo miré a los ojos.
—Te contaré todo, Justin. —Observé a Camille, la cual no nos quitaba los ojos de encima y volví a mirarlo a él—. Pero no aquí ni ahora.
—Entonces ¿cuándo? ¿Dónde?
—Mañana puedes esperarme en el sitio habitual y entonces tú decides el lugar.
—Está bien, será como quieras, ¿puedes servirme otro trago? —me preguntó divertido.
Yo asentí y le busqué el trago, después de una hora se fue del bar y por fin pude respirar tranquila, seguí trabajando hasta la hora de cerrar. En el camino Camille intentó que le contara si conocía a Justin desde antes, le inventé que estaba despechado y necesitaba desahogarse; la misma excusa le di a Marcis en cuanto ella lo menciono al llegar. Marcus no parecía del todo satisfecho con mi explicación pero no me importó, lo único que quería era que llegara el siguiente día.

************Ya estaba despierta cuando Marcus tocó la puertacon fuerza para levantarme, no había podido dormir mucho ante la expectativa delo que pasaría ese día. Levanté a Teddy como todas las mañanas, él fuecorriendo al baño para bañarse y yo me repetía que si todo salía bien prontoestaríamos fuera de ahí. No podía negarlo, me sentía con más esperanzas quenunca.Una vez que estuve lista me fui a la cocina aservir el desayuno, Marcus se acostó en el mueble y comenzó a beber desdetemprano, de seguro cuando regresáramos estaría inconsciente. Por mi estababien, sería una noche tranquila. Camille se fue primero y Ted fue a lavarse lasmanos mientras yo lavaba los platos.—____, ya estoy listo.—Dame unos minutos Ted, ya termino.—Vete tú solo, Theodore... —dijo Marcus desde elmueble, con la voz gruesa—. Ya estas grande y te sabes el camino.—Puedo esperar a ___...—Ya te hablé, Theodore... no me hagas repetir lascosas.Teddy me observó preocupado y yo asentí, Marcusestaba tomando y no era bueno que le llevara la contraria, muchas veces habíagolpeado a Ted por mucho menos que eso. Él obedeció y se marchó solo, yo tratéde concentrarme en mi tarea de lavar los platos pero no podía. Mi cuerpo estabaen alerta máxima. Unos minutos después lo sentí acercarse a mí.Me puso las manos en el hombro y después las bajo,acariciándome los brazos. Solté el plato que estaba lavando y reprimí el gritode sorpresa. Se acercó un poco más y me besó la cabeza, mientras seguíaacariciándome los brazos y tomando el olor de mi cabello.—___... ¿Por qué tienes que ser una tentación?—Tragué fuertemente, intentando reprimir el asco que sentía de tenerlo tancerca—. Si me dejaras, yo me moriría...—¿De qué estás hablando, ____? ¿A dónde crees quevoy a ir?Mierda, Mierda. Eso no me podía estar pasandoprecisamente ese día. ¿Qué demonios le pasaba a Marcus? Dejé los platos a unlado y me zafé de él como me miraba con una intensidad que me desconcertaba,finalmente se acercó lentamente a mí y me tomó del brazo.—¿Fue el mismo cliente que te dio el dinero... el quepago por ti anoche?¡Oh, dios! Ese no era momento para que Marcu sepusiera persuasivo. ¿Cómo iba a salir de esa tortura? Tenía que tranquilizarloy hacerle saber que todo estaba normal, pero ¿cómo iba hacerlo? Lo único quequería era salir corriendo de aquí.—Claro que no, Marcus. No he vuelto a ver a esehombre. El de anoche fue sólo un cliente que estaba despechado... y queríacompañía.—Más te vale, _____... tú eres mía, no permitiré quenadie más te toque.No era de él, nunca lo seria, ni en mil años. Medaba tanta rabia que pensara que le pertenecía, pero no podía discutir, no enese momento. Sólo quería marcharme de esa casa lo antes posible. Entonces, élse acercó a mí violentamente y me empujó hasta la pared, acarició mi cara ypasó su dedo por mi cuello.—Eres preciosa, ____... te deseo tanto.Respiré mucho más fuerte. El miedo hacia mella enmí, quería gritar y patalear porque lo tenía tan cerca de mí que podía sentirsu asqueroso aliento a alcohol. ¡Me repugnaba tanto! Él comenzó a besar micuello lentamente.—Basta, Marcus. Suéltame... te juro que se lo diré aCamille... ¡Suéltame!Grité y traté de empujarlo pero nada servía, las lágrimascomenzaron a desbordarse por mis mejillas mientras trataba de alejarlo de mí.El pánico me invadió cuando metió sus manospor debajo de mi camisa para acariciar mi espalda.Era más fuerte que yo y sus besos se tornaronpronto agresivos, pero yo seguía luchando y teniendo esperanza que alguienescuchara mis gritos y viniera a rescatarme. Mi mente fue hasta Justin. ¿Porqué justo cuando había decidido confiar en él pasaba esto?Marcus me tomó el cabello y haló de él para abrirsemás paso por mi cuello. Lo sentí pegarse a mí y note su erección. Solté ungrito de desesperación, ¿iba a violarme ahí? Finalmente sucedería. ¡Mierda no,no lo iba a dejar! Lo empujé con fuerza mientras él trataba de abrir mispiernas con su rodilla. Alcé la pierna y con todas mis fuerzas la impacte en suerección.Cayó inmediatamente al suelo, cubriéndose la parteherida y agonizando de dolor. No lo pensé dos veces, tomé mi bolso y salícorriendo, el corazón me latía a mil por hora, mientras las lágrimas seguíanresbalando por mis mejillas. El alivio me inundó cuando divise el auto negro alo lejos, la puerta trasera se abrió y Justin salió de él.El consuelo de verlo fue tan grande que me lancé asus brazos. El me acunó en ellos, acariciándome el cabello y besándome la frente.No pude evitarlo, me aferré a él con fuerza mientras los sollozos y laslágrimas salían a su antojo.—____... ¿Qué tienes? ¿Qué te paso? ¿____? —Su tonode voz era de preocupación.Quería contarle todo, pero no podía hablar. Laslágrimas no paraban de salir. Me condujo hasta su auto y Tyler estuvo dandovueltas por la ciudad esperando que me calamara.Justin me aferraba a su pecho y acariciaba micabello, tratando de consolarme. Mis grandes sollozos se hicieron más pequeños,mientras la seguridad que me daban sus caricias apartaban el terror que habíavivido hacía unos minutos. Me separé de él, mientras sacaba un pañuelo de subolsillo y secaba mi rostro.—¿Estas mejor? —me pregunto con dulzura, yoasentí—. ¿Qué fue lo que paso, ____? ¿Por qué llegaste así?—Dije que iba a contarte todo... así que vamos adonde tú quieras para conversar.Él asintió y le dio una dirección a Tyler, el viajeestuvo cargado de silencio. Yo trataba de aclarar mis ideas y de apartar laamarga experiencia que había tenido ese día. No sabía por dónde comenzaría acontarle lo que me pasaba a Justin, así que decidí que le diría todo como mesaliera en el momento. El Audi se estacionó en un parque, no estaba concurrido,tal vez por lo temprano que era. Tyler se fue una vez que nos bajamos y Justintomó mi mano.Comenzamos a caminar tomados de las manos hastallegar a una banca y nos sentamos juntos. Justin no decía nada, quizás meestaba dando tiempo a que me preparara para lo que le iba a decir aunque podíaver en sus ojos la angustia y la preocupación desde que llegue a él. Lo miré alos ojos, en ningún momento soltó el agarre de mi mano y esperaba paciente.—Mi madre era ama de casa y mi padre trabajaba comoMecánico. — Decidí Comenzar por lo más básico, tratando de buscar laspalabras—. Mi madre había tenido varios problemas para concebir... me tuvo cuandohabía cumplido los treinta y cinco años, estaban felices... —Le sonreí, él medevolvió la sonrisa—. Tuvo dos abortos después de mí y a los cuarenta y cuatroaños salió embarazada de Teddy.—¿Fue un embarazo complicado? —me preguntósuavemente.Asentí. —Ella todo el tiempo lo supo pero aun asídecidió seguir con él, yo tenía nueve años en ese entonces. El día del partohubo complicaciones... pudieron salvar a Ted pero no a mi mama. —Me detuve por unmomento y respiré hondo, mientras trataba de retener las lágrimas que moríanpor volver a salir. Justin me apretó la mano gentilmente para darme apoyo —. Papá y yo cuidamos de Teddy, aprendí laslabores del hogar y alternaba mis estudios con los cuidados de Ted,afortunadamente teníamos una vecina que nos ayudaba mientras yo estudiaba.Él me miraba sin decir nada. Tragué saliva ycontinué. —Siempre recordábamos a mamá, pero teníamos la certeza de quesaldríamos adelante por ella. Cuando cumplí los dieciséis años uno de losamigos de papá llegó a la casa y me dijo... —Las lágrimas que estuve reteniendocaían libremente por mis mejillas mientras trataba de reprimir los sollozos, Justinse acercó a mí y paso uno de sus brazos por mis hombros—. Me dijo... que habíanatracado el taller y que mi padre había recibido dos impactos de bala. Él noresistió... murió antes de llegar al hospital.Sollocé y él me dio un beso en la frente y comenzóa acariciarme la espalda para calmarme; me sequé las lágrimas con el dorso dela mano que tenía libre y me separé un poco de él para mirarlo a los ojos.—Mi hermano y yo nos habíamos quedado solos, amboséramos menores de edad y no teníamos familia. —Respiré hondo—. O al menos esoera lo que creíamos, nuestra vecina sabía sobre el medio hermano de mi papa,Marcus Jiang.— ¿Qué paso después?—Él habló con la trabajadora social y consiguió quele dieran nuestra custodia. —Suspiré, tratando de aclararme—. Ted y yo nosfuimos a vivir con él y con su mujer... pensé que todo estaría bien, tenía queser fuerte por Teddy.— ¿Están viviendo con ellos?—Sí... en ese momento yo ya tenía el trabajo en lacafetería... Camille es la dueña del bar donde nos vimos ayer y la mujer de Marcus.Pensé que de verdad íbamos a tener una familia... pero nunca fue así, Marcus mequitaba cada dólar que ganaba en la cafetería para comprar alcohol y su mujerme obligaba a trabajar limpiado el bar... Cuando cumplí dieciocho también me pusoa trabajar de mesera y a Ted lo pusieron a trabajar cuando cumplió Nueve.—Dios mío... ¿Por qué no han salido de esa casa?—Porque si me voy me quitaran a Ted... Yo cuide a Teddesde que era un bebé, no me puedo separar de él. —Las lágrimas volvieron acorrer por mis mejillas—. No puedo dejar que me separen de él, es mi niño... soylo único que tiene y él es lo único que me queda... no podemos estar separados.— ¿Fue tu tío él fue quien te golpeó? —Asentí, élse levantó, se pasó las manos por el cabello y luego me miró—. ¿Por qué lohizo?—Encontró el dinero y el teléfono que me diste. —Lloré—.Se puso como un loco... cada vez me da más miedo.— ¿No lo dices solo por los golpes verdad? ¿Haintentado algo?Asentí. — Siempre que puede me dice cosasasquerosas y trata de tocarme. Camille lo mantiene así que... se ha abstenido dedormir conmigo, pero... hoy fue diferente... trató de abusar de mí.— ¡Mierda! —Apretó la mandíbula y trató de contenerla rabia que crecía en él—. ¡Ese maldito bastardo!—Tengo miedo... tengo mucho miedo.—Tengo que sacarte de esa casa,____. Como sea tetengo que sacar de allí.—No me iré sin Teddy.Justin se sentó a mi lado y me secó las lágrimasque corrían por mis mejillas con sus pulgares, miré sus ojos grises que estabanentre furiosos y conmovidos, besó mi frente y me volvió a mirar.—Encontrare una solución, ____... Te juro que buscareuna solución para sacarlos a ti y a Ted de esa casa. Estarán juntos, nopermitiré que nadie los separe.Le eché los brazos al cuello y él me envolvió en unabrazo también, me sentía tan segura y protegida, no quería separarme de él.Ahora mis esperanzas se hacían más fuertes porque no estaba sola, Justin estabaconmigo.Caminamos un rato por el parque, él aún me tomabala mano y yo me sentía con más ganas de vivir que nunca. Muchas personaspasaban por nuestro lado y nos miraban incrédulos, tal vez porque la imagen nocuadraba, no era el tipo de mujer para un hombre como él. Justin me habíaprestado su teléfono para avisar en la cafetería que no iría. Después decomernos un helado llamó a Tyler para que nos fuera a buscar.Se estacionó en nuestro lugar de encuentro y Justinme dio unos billetes.— ¿Para qué es esto? —pregunté al tomarlos.—No me hace ninguna gracia darle dinero a esecabrón holgazán... pero no puedes llegar sin propinas, sospecharía.—Tienes razón... Muchas Gracias por todo, Justinn.—Nos veremos, ____... Buscaré una solución.Asentí, me despedí de los dos y salí del auto. Noquería llegar a la casa, tenía miedo de lo que Marcus pudiera hacerme. Cuandollegué, Marcus escaba recostado en el sofá como si nada hubiera pasado, meestiró la mano y le di los billetes que Justin me había dado.Esa noche cuando trabajaba en el bar pude divisar aTyler, aunque Justin no estaba por ningún lado. Me había dicho que además dechofer era su guardaespaldas y no me extrañaba nada que lo hubiera mandado avigilarme. Suspiré, no sabía que Justin podría ser tan sobre protector.Al día siguiente, después de dejar a Ted en el autolavado me dirigí a nuestro lugar de encuentro. Allí estaba Tylerr esperándome.—Buenos días, Tyler.—Buenos días, Señorita Tisdale.—Llámame ____, por favor.Él sonrió, me abrió la puerta pero Justin no seencontraba allí. Sentí un vacío en el pecho, tenía tantas ganas de verlo. ¿Porqué no estaba? ¿Había pasado algo? Taylor se embarcó y debió ver mi cara depreocupación porque enseguida me explicó la ausencia de Justin.—El Señor Bieber está ocupado, pero me pidió que lallevara.—De acuerdo; muchas Gracias, Tyler.Trate de concentrarme en el trabajo, pero losnervios me lo impedían. Cuando llegué a la casa, Marcus estaba tomado otra vez,me cambié y traté de hacer el almuerzo lo más tranquila posible, hasta que Marcusse acercó a mí, tomándome de los brazos y obligándome a encararlo.—No creas que me he olvidado del golpe que me diste.—Si no me sueltas te juro que te daré otro.—No me contestes, ____... Tú no eres nadie parahablarme así.—Tú no eres nadie para decirme qué es lo que tengoque hacer. —Me solté de su agarre y lo miré con toda la determinación que meera posible—. No voy a dejar que me toques más nunca, Marcus. De eso puedesestar seguro.No intento más porque en ese momento llegó Camille,aunque su mirada iracunda me decía a todas luces que eso no había acabado. Lossiguientes tres días fueron lo mismo, Tyler me llevaba a la cafetería y en lanoche me vigilaba en el bar. No sabía en qué andaba Justin y su guardaespaldaslo único que me decía era que estaba ocupado y pronto sabría de él. ¿Qué estabahaciendo? ¿Estaría buscando una solución para ayudarnos a mí y a Ted? ¿O habíadesaparecido para siempre?Las peleas con Marcus seguían igual, cada díatrataba de propasarse conmigo pero yo no lo dejaba. Saber que Justin estababuscando una solución me daba cada día más valor, así que me enfrentaba a élcon determinación, a pesar del miedo de que pudiera golpearme una vez más.Ese día me encontré con Tyler como de costumbre,pero no me llevo hasta la cafetería, de hecho, estacionó el carro frente a unedificio alto de unas veinte plantas, todo de vidrio y acero. Me abrió lapuerta y me pidió que lo siguiera, la entrada eran dos puertas de cristal conlas palabras "Bieber House" en metal.Dios mío... ¡Estaba en Bieber Enterprise Holdings,Inc! ¿Por qué estaba ahí? Tyler saludó a una rubia que estaba detrás delmostrador de piedra, la chica le dio un pase de seguridad y Tyler me lo dio. Melo coloqué y distinguí la palabra visitante en él.Nos metimos en el ascensor y Tyler presionó elbotón de la planta número veinte, por su puesto su oficina estaba en el últimopiso. Las puertas del ascensor se abrieron y entramos a un vestíbulo parecidoal de la entrada. Otra Rubia estaba detrás de otro mostrador de piedra.— Johana, ella es la Señorita Tisdale.— ¡Oh, por supuesto! Pase, el señor Bieber la estáesperando.Asentí y me dirigí hacia la puerta que meseñalaron, pasando la sala de juntas, toqué y esperé a que Justin me diera suautorización. Al entrar me quede con la boca abierta debido a lo enorme que erasu despacho, tenía una vista impresionante de la ciudad en los ventanales queestaban detrás de su escritorio de madera; habían algunos cuadros en la pared yunos muebles negros adornaban la estancia.Justin se levantó de su silla, camino hasta mí, medio un beso en la frente y me abrazó. ¡Dios! Cuanto había extrañado sus brazos,le sonreí en cuanto se separó de mí y amablemente me condujo para sentarme enuna de las sillas delante de su escritorio, él se dirigió a su silla y me mirócon nerviosismo.—Quise que nos viéramos aquí, porque lo que tengoque decirte es muy delicado y no quiero que nadie más pueda escuchar.— ¿Qué es?—Encontré una solución para que Teddy y tú salgande esa casa y no tengan que separarse.— ¿De verdad? —Mi corazón latía desenfrenadamente.¡Había una solución! ¿Podríamos estar a salvo de Marcus Realmente? Esperaba quesí—. ¿Qué es? ¿Qué se te ocurrió?—He estado pensando todos estos días y no se meocurre otra solución mejor... aunque tendrás que hacer algo: algo que no sé siquieras hacer.—Haré lo que sea, Justin... lo que sea que puedasacarnos de allí.— ¿Estás segura?—Totalmente. —Esperé unos minutos, pero él seguíamirándome nervioso—. ¿Qué es Justin?—Cásate conmigo.3

¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora