Capítulo 5:

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—Dime, _____. ¿De dónde mierda sacaste tanto dinero?
—Yo...
No pude terminar, de un momento a otro lo tenía frente a mí, agarrándome fuertemente el cabello y acercándome a su rostro furibundo.
—No quiero excusas, dime de dónde lo sacaste. –Amenazó duramente.
No quería hablar, ni mucho menos quería contarle de Justin, pero me dolía mucho. Me estaba apretando cada vez más, halándome el cabello, podía sentir su respiración en mi cara.
Caminó un poco y me lanzó sobre el mueble donde siempre estaba acostado. Olía a alcohol, sudor y vómito, era asqueroso. Me levanté y lo vi revisar mi bolso hasta encontrar mi teléfono y el billete de cien dólares de ese día. Me observó acusadoramente.
— ¿De dónde sacaste esto, _____?
— ¡No te lo voy a decir!
— ¿No vas a decírmelo? —Se ríe. Yo negué con la cabeza—. Muy bien.
Me tomó por el cabello y con la mano abierta me soltó una bofetada en la mejilla, el impacto de su mano en mi cara la dejó ardiendo, caí en el piso y él me volvió a levantar por el cabello.
— ¿De dónde lo sacaste?
Negué con la cabeza y él volvió a darme otro golpe, pero esta vez con el puño cerrado, me ardía la cara, el golpe había sido realmente fuerte. Me agarró del brazo y me volvió a golpear lanzándome sobre el piso, pegué la cabeza contra la pata del mueble y sentí una punzada de dolor. El cráneo comenzó a palpitarme, mientras él me levantaba de los cabellos.
—Es la última vez que te lo voy a preguntar, _____. ¿De dónde lo sacaste?
—Un... un cliente del bar. Me dio... eso de propina... Me lo ha dado estos días.
—Así que un cliente... ¿No te has acostado con él? —Negué con la cabeza—. Más te vale, ___. Porque eres mía y no permitiré que nadie te toque, pronto... muy pronto nos iremos de aquí.
Me dio una nalgada y se dirigió a la nevera a buscar una cerveza, tiró el IPhone y de un pisotón la destrozó. Me ordenó irme a mi cuarto y yo obedecí enseguida. Me acosté en la cama y las lágrimas que estaba reteniendo comenzaron a salir. Lloré durante muchas horas, sacando toda la rabia y el dolor. Marcus me había devuelto a la cruda realidad que era mi vida y lo de Justin era algo que no podría ser, fuera lo que fuera que habíamos comenzado tenía que acabar.
Teddy comenzó a llorar al verme golpeada, lo consolé diciéndole que todo iba a estar bien. Pero ni yo misma sabía si podríamos salir de ese lugar.
Marcus me prohibió salir, así que llame a la cafetería para avisar que no iría. Pasé los días en la casa, recuperándome de mi desgracia, afortunadamente Marcus casi no estaba. Los golpes que me había dado me habían dejado el ojo derecho hinchado y morado, un hematoma en la frente producto del golpe en la cabeza y el labio hinchado.
Me pasé los días pensando en Justin, ¿qué habrá pensado al ver que no llegaba a nuestro encuentro habitual? ¿Estaría enojado? ¿Preocupado? Traté de sacármelo de la cabeza pero no podía, lo extrañaba tanto.
En las noches lo único que hacía era llorar y tratar de tragarme el asco que sentía al escuchar los gemidos de Camille, mi vida se había vuelto una verdadera pesadilla. Marcus me avisó una noche que podía ir a trabajar en la cafetería a partir del día siguiente, así que esa mañana me levanté temprano y contemplé mi aspecto en el espejo, era un verdadero desastre.
Después de cuatro días el hematoma en mi frente era sólo una macha morada, al igual que el de mi ojo. Ya no estaba hinchada y en la boca sólo tenía un pequeño corte.
Me bañé rápidamente y me puse mi uniforme, les hice el desayuno y antes de irse, Camille me dijo que también trabajaría en el bar esa noche. Asentí y ella se marcho. Después de desayunar y mientras lavaba los platos, Marcus se me acerco y me tomó de la cintura para susurrarme al oído.
—Ten cuidado con lo que haces hoy. Te daré otra oportunidad, no la desaproveches.
Asentí y después salí con Teddy, caminamos hasta llegar el auto lavado y después seguí mi camino a la cafetería. Mi corazón comenzó a latir rápidamente mientras me acercaba a ese lugar. Reconocí el Audi en cuanto llegué ¿Estaba ahí? No podía creerlo. ¿Cuántos días llevaba esperándome? No me acerque, decidí pasar de largo.
El corazón se me aceleró cuando escuché que la puerta del coche se abría, comencé a acelerar el paso hasta el punto de salir corriendo pero era inútil, en un momento él estaba cerca de mí, con su porte galante y masculino. Me tomó del brazo para obligarme a detener mi huída.
—Espere, ¿a dónde cree que va?
Traté de zafarme de él pero era inútil. Me sostuvo frente a él y yo agache la cabeza para evitar que me viera el rostro y también para protegerme de esos hermosos ojos, lo que hizo a continuación me dejo sin aliento. Estaba en su pecho y sus brazos alrededor de mí, aspiró el aroma de mi cabello y me apretó más fuertemente contra su cuerpo. Las ganas de llorar se apoderaron de mí, me sentí tan a gusto entre sus brazos, no quería salir de allí nunca. Pero mi realidad era otra y tenía que alejarme de él.
— ¿Tiene idea de lo preocupado que estuve? —Me preguntó, sin soltarme—. Esperé su mensaje pero nunca llegó, la llamé muchas veces y nunca caía la llamada. A la mañana siguiente la esperé pero no apareció, después no fue a la cafetería y nadie allí sabía dónde vivía ni donde la podía encontrar. Pensé que le había pasado algo, es usted realmente reservada.
—Debería olvidarse de mí, Señor Bieber —le dije, separándome de él y sin alzar la cara—. No se preocupe más.
— ¿Por qué? ¿Hice algo que la molestó? —Inquirió, tomándome del brazo.
—No, es sólo que ya no podemos volver a vernos.
— ¿De qué habla? ¿Por qué no me mira a la cara? —Alzó mi rostro y me aparto el flequillo, sus ojos grises brillaron de furia en cuanto me vio—. ¿Quién le hizo esto?
—Eso no es su problema...
—Esto es bastante grave, señorita Tisdale. ¿La golpean?
— ¡Basta! Usted no es nadie para hacerme preguntas... no quiero ser su amiga ni nada por el estilo, sólo quiero que me deje en paz. Esta es la última vez que nos vemos, señor Bieber. —Sus ojos grises me miraron confundidos, traté de mantenerle la mirada pero fracasé en el intento, suspiré—. Por favor, Señor Bieber. No haga esto más difícil.
Confundido, me soltó el brazo y yo tomé cierta distancia. No quería irme, sus ojos me observaban suplicantes. No quería separarme de él y me dolía saber que él tampoco quería separarse de mí, su hermosa mirada gris me lo gritaba en silencio. No se movió y yo tampoco, por un momento que pareció eterno nos quedamos contemplándonos, pero el recuerdo de los golpes de Marcus y su advertencia me devolvieron a mi realidad, una en donde no estaba Justin.
—Muy bien, será como usted quiera. Adiós, Señorita Tisdale.
—Adiós, Justin.
Sus ojos se ampliaron y yo me di la vuelta para salir corriendo. Todo se había acabado, ya no volvería a verlo más y me dolía el pecho, no podía creer cuanto me dolía. ¿Cómo había dejado que eso pasara? Tenía que estar consciente de mi realidad.
Traté de concentrarme en el trabajo para dejar de pensar en él, me mantuve ocupada toda la mañana atendiendo a los clientes y limpiando en la cafetería, ni Donna ni Mila hicieron comentarios acerca de Justin ni los moretones en mi rostro, lo cual agradecí.
Al llegar a casa Marcus me registró para ver si le estaba ocultado más dinero del que le di, y a pesar de que le había dicho que era un cliente del bar, él sospechaba de mí. Después de almuerzo acompañe a Camille al bar, comencé a ayudar a limpiar, mientras evitaba las preguntas de Malú acerca de mi desaparición y de los golpes en la cara. Fue agotador pero por fin entendió que no quería hablar del tema.
Me maquilló para disimular mis golpes y, en cuanto se hizo la hora de abrir el bar, varios de los clientes expresaron su alegría de volver a verme, les agradecí con una forzada sonrisa. Me enfoqué en mi trabajo de atender a los clientes hasta que divise a José en la mesa de siempre; miré a Camille, que estaba conversando con un cliente, y me encamine hasta él.
—Hola, José —Lo saludé al sentarme.
— ¿Hola? ¿Es todo lo que me dirás? —Me pregunto incrédulo.
— ¿Qué más quieres que te diga?
— ¿Qué demonios pasó para que desaparecieras por cuatro días? Fui a buscarte a la cafetería y me encontré con tu amigo.
Mi cuerpo tembló al escucharlo, ¿se había visto con Justin? ¿Cuándo? José me miraba esperando una respuesta y supe en ese instante que no me dejaría en paz hasta que se la diera.

— Marcus descubrió que le estaba ocultando algo... se puso furioso, me golpeó y me prohibió salir de la casa.

— ¿Te pego? ¡Maldita sea! Voy a matar a ese desgraciado.

—No vas hacer nada José, no quiero más problemas.
—Tienes que salir de esa casa, ____. Te lo digo en serio, no es sano para ti.
—No, José. No me iré de allí a menos que pueda conservar a Teddy una vez que salga.
— ¡Eres tan testaruda! —Tomó un trago de su cerveza y me miró reprobatoriamente—. Tu amigo estaba bastante preocupado por ti. —Me tense al oírlo—. Me dijo que llevaba dos días sin saber nada, estaba realmente asustado. —Después de unos segundos agregó—: Creo que debes verlo y hacerle saber que estas bien.
—Él ya me vio y sabe que estoy bien, además ya no es mi amigo.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Eso ya no tiene importancia. Tengo que seguir trabajando, nos vemos luego.
Me levanté y seguí atendiendo mesas toda la noche, tratando de no pensar en Justin, Marcus y en la espantosa vida que llevaba. Los horrores pasados salieron por una noche de mi mente; era buena en eso, pero en cuanto llegué a la casa y me acosté en mi cama, no pude reprimir más las lágrimas y el nudo en la garganta que parecía asfixiarme reventó, dejando salir todo lo que había acumulado. Horas más tarde, me dormí sólo con el rostro de Justin en mi mente.
Una nueva rutina predominó en mi vida los cinco días siguientes: levantarme, hacerles el desayuno, acompañar a Teddy al auto lavado, trabajar en la cafetería y en la noche en el bar, es decir, mi vida antes de Justin Bieber. La única diferencia era que cuando llegaba de trabajar en el bar, lo único que hacía era llorar hasta quedarme dormida.
Había bajado un poco de peso, aunque no se notaba mucho porque siempre había sido delgada. Trataba de concentrarme siempre en el trabajo y en los deberes de la casa. Esa mañana fui a la cafetería como siempre, tratando de reprimir mis sentimientos cada vez que pasaba por ese lugar y no veía el Audi negro. Después del trabajo, Marcus me revisó como de costumbre y me dejó tranquila para hacer el almuerzo; últimamente esperaba que yo llegara para irse y no volvía hasta la tarde, así que cuando me iba al bar tenía que dejar a Teddy solo.
Me fui con Camille y sólo por ese día me toco limpiar algunos cuartos, los cuartos que usaban las prostitutas. Eso era lo que más odiaba de trabajar ahí: recoger el reguero que dejaban era asqueroso, los condones usados y los vómitos de aquellos hombres que bebían hasta el cansancio.
Después de terminar de limpiar me bañé y me vestí con un corsee verde oscuro, un short negro y unos zapatos de tacón. Me arreglé el cabello y como siempre, Malú me maquilló.
Unos minutos después comenzó a llegar la clientela.
La música retumbaba en todo el lugar, mientras los clientes seguían llegando, el bar estaba bastante lleno y, por lo visto, sería una buena noche en cuanto a las ganancias. Seguí atendiendo las mesas, hasta que sentí a alguien halarme por el brazo.
— ¿Qué? ¡Demonios, Malú! Me asustaste. ¿Qué pasa?
—Camille te está llamando.
Suspiré. ¿Ahora qué querría? Me encaminé hacia la barra con una sensación extraña, sentía que alguien estaba pendiente de mí. Me giré, pero no vi a nadie, así que no preste atención y seguí caminando. Esperé que Camille llenara la bandeja de una de las muchachas y luego me acerqué a ella.
—¿Qué pasa?
—Hoy serás exclusiva, ___. —Me dijo con rencor en la voz. ¿Qué le pasaba? No me trataba exactamente bien, pero nunca me había hablado así. Un momento, ¿Exclusiva?
— ¿Cómo que exclusiva?
—Así es, pagaron por ti una muy buena cantidad, ___.
—Devuelve ese dinero Camille, no estoy a la venta y lo sabes.
—Tranquila, no quiere acostarse contigo —Me dijo con una hipócrita sonrisa—. Quiere que seas su mesera particular esta noche, que te sientes con él y converses mientras toma sus tragos.
La miré con el ceño fruncido. ¿Cuánto le habrían pagado para que ella aceptara monopolizarme? Me dijo en qué mesa estaba y yo comencé a sentir un nudo en el estomago mientras me acercaba al lugar. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, tanto que podía sentir el pálpito en mis oídos. Cuando llegué a la mesa, pude ver el porqué de mi presentimiento.
Vestido con un elegante traje azul marino estaba Justin Bieber sentando con la pierna cruzada y un vaso de vidrio en la mano.
—Buenas noches, Señorita Tisdale.

¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora