Capítulo 21

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Chillé de felicidad cuando llegamos al Escala, estaba abrumada por toda la atención que había recibido esa noche y por la nueva información que había obtenido de mi marido, al que no conocía en lo absoluto.
—Voy a llevarlo a su cama, tu ve a cambiarte—me dijo Justin mientras llevaba a Teddy a su habitación. El sueño había vencido al pobre a penas entramos en el auto.
Asentí mientras Justin se perdía en el pasillo. Cuando él hacía esas cosas con mi hermano parecía que éramos una familia de verdad. Al parecer, yo misma confiaba en Justin más que en cualquier otra cosa en el mundo, él era el único hombre que tenía la capacidad de hacerme sentir relajada y me provocada sentimiento que jamás había experimentado antes. A pesar de eso, un mal presentimiento me estaba molestando, no podía dejar de sentir el pecho apretado. Algo no estaba del todo bien, lo sentía en el aire.
—Pensé que estabas en el cuarto. —La voz de Justin me sacó de mis pensamientos. Enmudecí, él era tan guapo que hasta dolía verlo; no pude evitar pensar en lo perfecto que se veía con Selena en la pista de baile.
—Yo... solo me quedé pensando.
— ¿En qué? —Se acercó curioso.
Me senté. —En la fiesta de hoy, fue... un poco luminosa.
— ¿Lo dices por Selena o por Bianco?
—Por ambos, no me esperaba que vieras a un Psiquiatra.
—Tuve una infancia difícil —admitió—, y luego me costó adaptarme...
Genial, eso no me explicaba nada. Levanté la vista y lo descubrí observándome en silencio. Iba a preguntar qué quería decirme, pero él habló primero:
—Sobre Selena... —detuvo su respiración—. No tienes que preocuparte por ella, fue hace tiempo y ya no me interesa.
—No te imaginaba saliendo con las empleadas... —lancé decepcionada.
—No lo hago, pero Selena... —se pasó las manos por el cabello—. Bueno, ella fue muy astuta.
Eso solo podía significar una cosa: ella lo sedujo. ¿Cómo pretendía que no me preocupara al saberlo? ¿Qué me decía que no lo intentaría de nuevo?
Ante mi prolongado silencio, él agregó: —Eso ya pasó, ______.
—También estoy preocupada por mi primer día de universidad, no sé cómo me irá mañana —lo miré.
—Te irá muy bien, ya hable con el Decano, por lo visto habrá alguien conocido allí. —Sonreí al recordar a Fer.
—Sí, es verdad.
— ¿Ves? Todo estará bien —me abrazó—. ¿Podemos irnos a la cama... o prefieres seguir charlando?
Miré sus ojos grises, parecían brillar por alguna lujuriosa razón. No me había dado cuenta de lo cerca que estaba de mí hasta ese preciso momento. Todo mi cuerpo comenzó a vibrar, él acarició mi brazo desnudo con la yema de sus dedos y envió un intenso escalofrío a todo mi ansioso cuerpo.
Se acercó más para reducir la distancia entre nosotros y me acarició la mejilla. Con su mano, ahueco mi cuello para atraerme hacia él y aplastar su boca con la mía de esa forma que solo él conocía. Las sensaciones despertaron en mí como fuegos artificiales, sentía hormigante todo mi cuerpo y mi parte más íntima comenzaba a palpitar de necesidad.
Su beso fue suave al principio, nuestros labios rosándose una y otra vez destellaban en caricias y mimos, pero eso no era suficiente para mí. Al parecer, para él tampoco, ya que pronto profundizo el beso todavía más.
Nuestras lenguas se encontraron tímidamente al principio, pero luego se enlazaron en una danza sin precedentes. Lo deseaba, lo deseaba con todas mis fuerzas, no importaba cuantas veces pasara, mi cuerpo seguía ardiendo por él.
Justin interrumpió el beso y sin previo aviso me tomó en sus brazos.
—Nos iremos a la cama, Señora Bieber.
Amaba cuando me llamaba así, me hacía sentir que le pertenecía y que tenía un lugar en su vida. Me abrace a él y besé su cuello, mientras recorríamos el camino hacia nuestra habitación. Él gimió cuando comencé a succionar el lóbulo de su oreja.
—Eres una chica traviesa, _____.
—Solo cuando estoy contigo.
—Así me gusta... —sonrió de medio lado—. Eres mía.
Me dejó en el piso en cuanto llegamos a la habitación, me acarició los brazos lentamente mientras bajaba su rostro para besar mi cuello. Suspiré de satisfacción mientras el trazaba con su lengua un camino hasta mi hombro; amaba la sensación de sus labios sobre mi cuerpo, era mejor que la mismísima gloria. Respiré profundo en cuanto sentí sus manos deslizar el cierre de mi vestido y lo hacía resbalar por todo mi cuerpo, dejándome solo en bragas y mis sandalias de tacón.
Justin se apartó un poco de mí y estiró su mano para tocarme. Sin dudar, la tomé y él me ayudo a salir completamente de la prenda, la cual quedó totalmente olvidada en el suelo. Me miró durante unos segundos que me parecieron una eternidad y, aunque las ganas me mataban, no me cubrí.
—Eres hermosa, _____... —gimió—, una verdadera diosa.
Luego se quitó el chaleco y lo lanzó al suelo, se deshizo de la corbata de lazo y se sentó en la orilla de la cama. —Quítate las bragas—ordenó. Yo obedecí en seguida y me deshice de ellas. Él estiró la mano y tomó la mía—. Ven aquí...
Obedecí otra vez y caminé hasta él sin dudarlo. Él continuó:
—Separa las piernas—pidió con voz ronca—. Eso es, sostente de mis hombros.
Una vez que lo hice, sus manos comenzaron a vagar por mis piernas. Gemí cuando sentí sus labios en mi abdomen dejando un camino de besos hasta mi vientre. Él posó una de sus manos en mi cadera y la otra entre mis piernas. Siseé cuando comenzó a frotar mi clítoris con su pulgar, no pude evitar soltar un gritillo cuando él metió su dedo índice en la entrada de mi intimidad.
—Estás tan lista, ___.
Su dedo entró en mí mientras su pulgar continuaba trazando círculos en mi clítoris, Gemí cuando comenzó a mover su dedo dentro de mí y más tarde otro acompaño al primero, el placer cubrió cada parte de mi cuerpo mientras sentía mi vientre tensarse.
—Justin...
—Déjate llevar y vente para mí, ___...—exhaló él.
Eso fue lo que hice, me dejé llevar por todas las sensaciones que experimentaba en ese momento y eché la cabeza hacia atrás, gimiendo fuertemente en un explosivo y poderoso orgasmo. Él era un gran amante, aunque no tenía con quién compararlo y no quería tenerlo tampoco.
—No sabes lo hermosa que eres cuando te corres.
Me sonrojé y él estallo en risas, era algo tonto sentirme avergonzada cuando acababa de tener su mano entre mis piernas, pero no podía evitarlo. Él se levantó de la cama y comenzó a desabrocharse la camisa, dejando a la vista su perfecto y definido torso; luego me llevó hasta la cama y desabrochó mis zapatos, dejando un beso en cada pie y deshaciéndose de su pantalón para meterse en la cama conmigo.
Se estiró hasta la mesita de noche y sacó un pequeño paquete plateado; una vez que estuvo listo, lo sentí acomodarse entre mis piernas y entrar en mí con una potente envestida. Jadeé ante la sensación de tenerlo dentro, era increíble como encajábamos.
Pronto comenzó a moverse lentamente y mi cuerpo comenzó a seguirle el ritmo. En seguida encontramos el compás que nos daba el máximo placer a ambos. Justin tomó uno de mis senos con su boca, mientras aceleraba sus movimientos y sin notarlo, me encontré gimiendo y jadeando, sin poder controlar las sensaciones que se acumulaban en mí. Unos segundos después, el orgasmo me golpeó con todas sus fuerzas. Sentí a Justin gemir y supe que había llegado también.
—Eres increíble, ____.
Dudaba que fuera verdad, el único que se ocupaba de darle placer al otro era él, pero estaba tan cansada que no tenía ánimos de discutir. Sonreí, él me besó en la frente y salió de mí con cuidado.
Nos acomodamos en la cama y, aunque quería hablar con él de muchas cosas, como preguntarle acerca de su vida y de su romance con Selena, solo dejé que me sostuviera en sus brazos y me recargué en él.
Mi lugar perfecto era abrazada a él.
XX

No podía dejar de rodar mis anillos de matrimonio y de compromiso en mi dedo, los nervios estaban matándome. Estaba sentada en la parte de atrás del Audi negro, mirando a los estudiantes caminar y conversar animadamente, mientras esperaba la hora de salir. Justin había tenido que salir para una importante reunión y no me había podido acompañar, lo echaba de menos, quería tenerlo conmigo para sentirme tranquila.
—Todo estará bien, Señora Bieber—me tranquilizó Tyler desde el asiento del conductor—. Tiene que darse prisa o llegará tarde.
Asentí, pero no me moví. Necesitaba solo un momento más para calmarme; Tyler pareció entenderme, porque no me dijo nada más. Respiré hondo varias veces, buscando el valor para salir del auto que era mi protección. No le temía solo a las clases, sino al hecho de que, esa mañana, mi cara y mi nombre habían aparecido en los periódicos de toda la ciudad. Eso no ayudaba mucho, de hecho no ayudaba en nada. Lamentablemente, no podía quedarme toda la mañana encerrada en el auto, aunque la idea me gustara de sobremanera, así que me arme de valor y tomé aire para abrir la puerta.
Me despedí de Tyler y caminé lo más tranquila que pude hasta el edificio. No quería que pensaran que estaba nerviosa y ser presa fácil de cualquier persona sin compasión, Justin me había advertido que me encontraría con gente falsa e hipócrita en ese lugar, como en todos lados, pero las cosas eran diferentes para mí. Tenía el apellido de Justin y eso atraía más a las personas incorrectas.
Caminé con la mayor seguridad que me era posible mostrar e ignoré las curiosas miradas que me dedicaban en el camino. El murmullo no se hizo esperar, seguramente me habían reconocido, pero yo no iba a parar hasta llegar a la oficina del Decano.
Justin me había dado instrucciones de cómo llegar al lugar, por lo que no debía ser un problema. Gracias a Dios, no me perdí; no quería llamar más la atención deteniéndome a pedir direcciones. Entré a una pequeña salita con muebles marrones y divisé, al fondo, un escritorio de vidrio con una rubia hablando por teléfono. Aguardé unos minutos a que ella terminara de hablar.
— ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó con el ceño fruncido, mientras colgaba el auricular.
—Soy _____ T... Bieber —dudé—. Tengo una cita con el Decano.
—Oh, por supuesto —dijo cambiando el ceño por una sonrisa—. Adelante, Señora Bieber, el Decano la está esperando.
—Muchas Gracias.
El decano era un hombre mayor, de baja estatura y con bigotes. Me recibió con una cálida sonrisa, la cual devolví reconfortada.
—Es un placer tenerla en nuestra universidad, Señora Bieber.
—Muchas Gracias, Señor...
—Oh, puede llamarme Peter.
—Peter, es muy amable de su parte.
El hombre se deshizo en elogios acerca de mi esposo y de lo generoso que era, no pude más que sonreír ante su discurso. Después de lo que me pareció una eternidad, me dio un mapa de la Universidad y el horario de mis clases. Me pidió también que le dijera a mi marido que lo esperaba pronto por allí.
Llegue al salón con facilidad y aliviada de no haberme perdido. Solo alcancé a recorrer la estancia en busca de un lugar para sentarme cuando divise a Fer, quien me hacía señas para que me acercara. Sonreí y caminé hacia ella para sentarme a su lado.
—Me alegra mucho verte, Fer.
—Igual a mí, entiendo lo difícil que debe ser cuando no conoces a nadie.
—Lo es, afortunadamente estás aquí y tengo un poco de compañía.
Fer sonrió y comenzó a hablar de lo emocionada que estaba por el comienzo de las clases y también de lo divertido que sería salir y conocer gente juntas. Yo solo sonreí con sus comentarios, era una mujer casada y supuse que no podía salir tanto como ella, aunque deseé por un momento hacerlo como cualquier otro adolescente. Era joven y no quería estar atada a un anillo, quería libertad, ir a clubes con amigos y a paseos universitarios.
Fer y yo pasamos todo el día juntas, ya que teníamos las mismas materias. Ella brincó de emoción cuando comparó nuestros horarios, descubriendo que coincidían completamente. Dos chicos más se nos unieron a la hora del almuerzo, Marina y Lucas, quienes tenían también todas las materias con nosotras.
Los nervios que había tenido al principio se esfumaron completamente, me sentía feliz de estar haciendo algo que me gustaba y de ser una adolescente normal y sin preocupaciones ni restricciones. La vida era genial cuando no existía el miedo profundo de que alguien pudiera maltratarme en algún momento. Amaba estar lejos de la sombra de Marcus.
Sacudí la cabeza, no quería pensar en el pasado, ni menos en quién había sido mi agresor durante tanto tiempo, solo quería concentrarme en el presente y en el futuro que se abría ante mí con un sinfín de oportunidades. Los chicos eran grandiosos y siempre me hacían reír, sonreí al mirar a mis nuevos amigos.
Cuando las clases terminaron, yo moría de ganas por ver a Justin y contarle mi día.
— ¿Qué tal si vamos a tomar un café antes de ir a casa? —preguntó Marina.
—Me encantaría, chicos, pero creo que mi marido vendrá en cualquier momento.
— ¿Por qué no lo llamas? Yo puedo llevarte a casa más tarde—comentó Lucas.
—No sé, es que...
—Vamos, _____ —suplicó Fer—. Es solo un café.
Asentí y saque mi IPhone de la cartera para llamar a mi esposo, esperé pacientemente a que respondiera, pero fui mandada directamente al buzón de voz. Volví a intentarlo dos veces más sin éxito alguno, eso era muy extraño. Justin siempre respondía su teléfono, probablemente no lo tenía a mano, así decidí llamar a su oficina. Después de dos tonos, escuché la voz de Johana.
—Bieber Enterprise Holding, Inc. ¿En qué puedo Ayudarle?
—Buenos Días, Johana... —dudé—. Habla _____, ¿puedes pasarme a mi marido?
—Señora Bieber, el Señor Bieber Salió hace media hora, no me dijo si volvía.
— ¿Salió? ¿Tyler fue con él?
—No, Tyler se quedó para esperar a que usted lo llamara e ir a buscarla a la Universidad.
—Oh —susurré débilmente—. Dígale a Tyler que puede irse a casa, iré a tomar un café con mis amigos y ellos me llevarán. Si mi marido vuelve dígale que me llame, por favor.
—Así lo hare, Señora Bieber.
Colgué y les sonreí a mis amigos. Nerviosa, los seguí hasta una elegante cafetería que estaba cerca de la Universidad y nos sentamos cerca de la vitrina que daba a la calle. No me gustaba el café, así que pedí un chocolate caliente. Traté de concentrarme en la conversación, pero no podía dejar de pensar en dónde estaba Justin. ¿Por qué se había ido sin Tyler? Miré mi IPhone por quinta vez y nada, ni llamadas ni mensajes.
Me disculpé para ir al baño un momento y tomé mi teléfono. Decidí intentar de nuevo, no quería ser regañada por salir del itinerario, además estaba muy curiosa. Las dos primeras veces me salió el buzón de voz, pero decidí intentar una última vez. Al tercer tono contestaron el teléfono, me dispuse a hablar pero hablaron primero.
— ¿Bueno?
No era Justin quien había respondido, era la voz de una mujer... y yo sabía que exactamente quién era su dueña.
Selena. !8߬

¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora